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—¿Hay algún inspector en la sala?— grita en alto Conway, retumbando su voz por la sala llena de agentes. —Sep.— afirma Gustabo cruzado de brazos con solemnidad.

Están en una reunión en la que el Superintendente está regañando y amonestando a varios agentes que durante varios días han estado incumpliendo las normas. Gustabo no entiende qué hace ahí, pero sí ve necesaria dicha reunión, no ha sido la primera vez que un alumno de la actual malla no ha acatado una orden, y Conway está hasta la polla. —¿Sí? Ahí tenemos a Gustabín.

Conway se acerca a Gustabo, ante los ojos de todos. — ¡Este hombre os gana en experiencia, en persecuciones, en atracos, en todo! Si dice "a", hacéis "a". Y es "Jefe", o "García", no es vuestro amigo, es vuestro superior, ¿entendido?— mientras habla, puede ver cómo los ojos de Gustabo brillan.

Sabe que con esta charla le está subiendo el ego, pero le permite estar orgulloso del trabajo que está desempeñando, pues lo está haciendo considerablemente bien.

Gustabo por otra parte observa las reacciones, consciente del entorno y lo que puede conllevar que el Superintendente le esté poniendo en alza mientras regaña a los demás. Pero le da igual. No dudará en admitir que quería ese reconocimiento en público, ese sentimiento le llena de orgullo y poder, es adictivo.

Y más adictivo es cuando Conway pide a los inspectores subir al estrado a hablar. Primero habla Murray, explicando lo que básicamente saben todos, "todo el mundo se cree Conway", cosa que a Gustabo le molesta más de lo que le gustaría admitir. Primero porque lo hacen fatal, segundo porque se ponen en peligro con esa actitud, y tercero porque no. son. Conway.

Cuando Murray acaba y Conway da un pequeño speech estando de acuerdo, le dan el turno a Gustabo, quien intenta por todos los medios hablar desde la coherencia y no desde la rabia. —En mi opinión, la mayoría que estáis aquí sois unos privilegiados. —

Después de unos cuantos gritos de camino a comisaría, entran al despacho del Superintendente y se sientan como siempre en sus ya apropiados sitios. Conway se ve estresado, nada raro, pasea erráticamente desde su sillón hasta las sillas de Horacio y Gustabo mientras habla. —Os voy a dar una misión muy muy muy importante, de hecho fíjate, es tan importante que ni siquiera mis agentes son capaces de cumplirla.

—Yo empecé en el cuerpo siendo un parquímetro andante. Literalmente, aquí Conway, me dio un papel conforme podía detener a gente y controlar el tráfico. Era un sistema de mierda, no como el de ahora que os da el trabajo hecho. Aún así, la malla de antes era muchísimo mejor. — Espera que nadie se haya dado cuenta de que ese último comentario lo soltó con la mayor de las rabias y nostalgias que un hombre perdido puede expresar.

Conway intenta no mostrarse sorprendido al escuchar a Gustabo hablar con tanta madurez. Durante todo su discurso se ha estado fijando en su forma de hablar, expresarse, compostura, y no puede creerse que ese sea el Gustabo que vino a denunciar un tuit hace cinco años. Está genuinamente orgulloso de él.

...

Sale del hospital después de dejar a los compañeros heridos para ser atendidos. Habían estado en un código uno, persiguiendo un Jester que iba a altas velocidades en autopista dirección norte. Se había saltado varias normas de conducción y había puesto en peligro varias veces a los ciudadanos, pero no podían disparar a menos de que bajase la velocidad.

Isidoro conducía y Gustabo apuntaba al vehículo desde la ventana mientras los compañeros iban detrás en la persecución. En un momento, la situación se tuerce e Isidoro vuelca el coche, nada mortal, sólo que ahora no tenían cómo seguir a sus compañeros.

Gustabo? [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora