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— ¡Rápido! ¡Debemos zarpar antes de que el sol esté en su punto más alto.

Las pequeñas olas chocando en la orilla del muelle era lo que se escuchaba de fondo, junto con los gritos de las tripulaciones.

— Aún no acepto que mis hijos se vayan.

— Mamá, estaremos bien. Para esto nacimos. — respondió un cobalto.

— Además te escribiremos. — comento una cobalta de ojos verdes.

— Y tú, Sonia. ¿Enserio quieres esto? Eres una señorita, deberías estar en cualquier otro lado menos en un barco.

— Mamá no empieces. Sabes que este es mi sueño.

— Es lo que papá quería. — comento un erizo de pelaje verde.

La mayor suspiro. — Prometan que se cuidarán.

— Lo prometemos. — respondieron en unísono dándole un fuerte abrazo.

La familia The Hedgehog.

Una familia de prestigio, el padre de la familia un famoso pirata, tuvo tres hijos; Sonic el mayor, Sonia la de en medio y Manic el menor.

Cada uno heredó una nave y ahora con la mayoría de edad cada uno tomo su tripulación y dieron marcha a una nueva aventura.

— ¡Adiós! ¡No olviden lavarse los dientes! — gritaba mientras agitaba su mano en señal de despedida.

— ¡Mamá! — gritaron los tres chicos avergonzados.

— ¡Los amo! — fue lo último que grito.

Los tres hermanos se despidieron con la mirada, sus barcos empezaban a tomar direcciones distintas.

El cobalto de ojos verdes dio un largo suspiro disfrutando del aire salado del mar, desde pequeño su sueño fue estar al mando de una tripulación y al fin después de muchos obstáculos lo había logrado.

— Sonic. — interrumpió un zorrito de dos colas.

— Tails, amigo, ¿Que sucede?

— Estaba revisando los mapas y me preguntaba dónde sería tu primera parada. — el cobalto lo pensó un momento.

— Por el momento solo disfrutemos de esta vista.

— ¡Miren! ¡Ballenas! — grito una chica de pelaje rosa.

Sonic sonrió y junto a su amigo se acercaron a ella para poder ver cómo a estribor iba un grupo de ballenas.

— Este es el comienzo de algo grande. — abrazo a sus dos amigos.

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— ¡Rápido! — gritaba un tripulante.

— Vamos igual, si seguimos así los dos nos hundiremos. — le hablo a su capitán quien veía atentamente el barco enemigo.

— Apunten hacia abajo.

— ¿Que? — pregunto confundido.

— Hundan esa nave o yo los hundiré a ustedes. — el contrario frunció levemente el ceño y luego se acercó a los artilleros.

— Mateo. — llamo. — Apunta tu cañón a la parte de abajo del barco, si es la delantera mejor.

El chico vio a su superior unos segundos y luego movió la dirección del cañón.
El disparo hizo eco para el artillero y su superior.

༻𝐴𝑚𝑜𝑟 𝑒𝑛 𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑚𝑎𝑟 ༺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora