Kyung-mi, una diosa que siempre ha soñado con tener una vida normal, poder convivir con los humanos, poder tener amigos y divertirse.
Después de años de insistencia en querer bajar al mundo de los humanos... Su deseo es cumplido. Conociendo a 7 chic...
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La puerta de la enfermería se abrió de golpe. Heeseung entró, cerrando la puerta detrás él, y se acercó a la chica nueva, la cual estaba acostada en la camilla aún inconsciente. Tomó asiento en un pequeño banquito de manera que se encontraba a un lado de la camilla, observando detalladamente el rostro de Kyung-mi, para luego empezar a acariciar su cabello.
Kyung-mi había sido encontrada en el baño inconsciente. La campana ya había sonado y ella todavía no había regresado al salón de clases, debido a eso la profesora salió a buscarla, pensando que pudo haberse perdido por lo grande que es el Edificio, aparte de llevar sólo un par de días asistiendo a clases. La maestra entró al baño de chicas, viendo en el suelo a Kyung-mi, rápidamente se acercó a ella, moviéndola un poco, al esta no responder, sin pensarlo la llevó a la enfermería.
Ya habían pasado un par de horas, todos los estudiantes ya se habían ido a sus habitaciones, a excepción de Heeseung. No podía irse sin saber cómo se encontraba ella.
— Kyung-mi...
Heeseung llevó su mirada a la ventana. Poco a poco iba cayendo la noche, eran alrededor de las casi 6 p.m.
El cielo se veía triste, Heeseung calculaba que en un par de horas lloverá muy fuerte. Regresó su mirada a la chica acostada en aquella camilla, tomando su mano suavemente, para entrelazar sus dedos y dejar un beso en la mano.
— ¿Heeseung...? —intentó sentarse, pero fue detenida.—
— ¡Espera! —dijo, con un tono algo alterado.—
Heeseung tomó a Kyung-mi de los hombros, haciendo que se acostara de nuevo.
— No te levantes.
— ¿Qué sucedió?
— No lo sé muy bien, pero la profesora Diana te encontró en el baño inconsciente. ¿Qué sucedió? ¿Sí estás comiendo bien?
— Claro que sí... —hizo una pausa de unos segundos.— En el momento que sonó la campana, el sonido retumbó muy fuerte en mis oídos, me empezó a dolor mucho la cabeza... Y no recuerdo nada más.
— ¿Tienes fiebre? —preguntó Heeseung, llevando su mano a la frente de ella, para verificar que no tuviera fiebre.—
— Oye... Espera... —dijo en tono muy bajo, y sus mejillas sonrojadas.—
— No tienes fiebre.
La puerta se abrió, haciendo que los dos adolescentes voltearan, viendo a la enfermera entrar a la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
— Veo que despertaste, Kyung-mi. —dijo, acercándose a la camilla.— ¿Cómo te sientes?
