Kyung-mi, una diosa que siempre ha soñado con tener una vida normal, poder convivir con los humanos, poder tener amigos y divertirse.
Después de años de insistencia en querer bajar al mundo de los humanos... Su deseo es cumplido. Conociendo a 7 chic...
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— Ya me siento bien, no tienes que preocuparte. Ya te he dado muchas molestias.
— ¿Por qué siempre dices que eres una molestia? No lo eres, Kyung-mi. Estoy aquí cuidándote porque quiero, me preocupo por ti. Me importas.
— ¿Te importó?
— Sí. Me importas. A todos nos importas, nos preocupamos mucho por ti, porque te queremos, deja de decir que eres una molestia porque para nosotros no lo eres.
Kyung-mi no pudo evitar sonreír al escuchar aquella palabras.
Kyung-mi había vivido hasta ahora rodeada de personas que la odian y quieren el mal para ella. Los Dioses la odiaban, aunque ella no había hecho nada. La única persona que estaba para ella, era su madre. La relación con su padre e hermana no era buena, y escuchar esas palabras la hacía muy feliz. Por fin alguien se preocupaba por ella.
La expresión del rostro de Heeseung se tranquilizó, dándole una sonrisa a la chica, sonrisa que transmite mucha tranquilidad.
— Muchas gracias... De verdad les agradezco mucho por todo. Ustedes también se han convertido en personas muy importantes para mí. —sonrío, e hizo una pausa.— Pero... Heeseung, de verdad me siento bien, ¿no deberías también ir a visitar a tu familia?
— No te preocupes por eso. —dijo Heeseung, para luego ponerse de pie y volver a sentarse en la silla.— No es como que tenga una buena relación con mi familia, prefiero quedarme aquí.
— Ya veo. Lo siento... —fue lo único que pudo decir. No sabía que decir exactamente.—
— ¿Por qué te disculpas? No tienes que hacerlo, estoy bien. Más bien... ¿y tú? ¿No irás a ver a tu familia?
— Soy de otra ciudad, queda bastante lejos. Además... Yo tampoco tengo una buena relación con mi padre, tampoco con mi hermana.
— Oh, ¿tienes una hermana?
— Sí, su nombre es Jiyu.
— Es un buen nombre, ¿es mayor que tú?
— Un poco, tiene 20. —mintió.—
— Ya veo.
Ambos se quedaron en silencio. De hecho, todo el Colegio se encontraba en completo silencio, no había nadie. Nadie puede salir de el Colegio a menos que tengan permiso, los fines de semana son los únicos días en los que pueden salir, y los alumnos aprovechan y regresan a sus casas. El único sonido que se escuchaba era el ruido de las hojas de papel, ya que Heeseung se encontraba sentado en el escritorio estudiando.
Kyung-mi lo observaba desde la cama. Retiró la toalla de su frente, dejándola en la mesita de noche, para luego levantarse y acercarse al chico.
— ¿Estás estudiando?
— Ah, sí.
No era de extrañarse. Heeseung es el más inteligente en el salón de clases, siempre presentaba todas sus tareas sin falta, siempre hace los trabajos y apuntes muy lindos, se esforzaba bastante. Por el lado de Kyung-mi, también era algo parecido, ella también es una alumna muy aplicada, pero ella estaba en segundo lugar, después de Heeseung, y no era que le molestará. Y luego está Riki, al cual le llamaban "El caso perdido". Riki no tiene muy buenas calificaciones, a duras penas y entregaba los trabajos, como maquetas y cosas por el estilo, y esto debido a la insistencia de sus maestros. De hecho, si él pudiera ni iría a clases, pero si hace eso, los maestros mismos lo van a buscar a los dormitorios.
— ¿No crees que deberías descansar un poco? Es domingo, mañana regresamos a clases, descansemos por hoy. ¿Qué deseas hacer? Podemos pedir permiso para ir a comprar un par de cosas para comer y ver películas. Todavía no he probado ese televisor. —señaló el televisor, y soltó una pequeña risa.—
— No es mala idea. —sonrío.—
Hicieron lo que propuso Kyung-mi. Pidieron permiso, compraron comida, regresaron al Colegio, a la habitación, y colocaron una película que les llamó la atención.
Y así transcurrió el resto del día, hasta que cayó la noche y se arreglaron para dormir. Apenas tocaron la almohada, ambos cayeron rendidos.
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Kyung-mi se encontraba en su habitación, arreglandose para clases. Heeseung se había ido muy temprano por la mañana a su habitación. Kyung-mi desde ahí no había podido consilear el sueño de nuevo, por lo cual, se puso a andar en su celular hasta la hora en la que tenía que empezar a arreglarse.
Se encontraba frente a su espejo, un poco indecisa de que accesorio llevar hoy. Los accesorios que le habían regalado los chicos se le hacían tan lindos que no sabía cuál utilizar. Un par de minutos después, se decidió por unas vinchas de hojas, de color dorado. El regalo de Sunghoon.
Un par de minutos después. El sonido de pequeños golpes en la puerta se hizo presente, al abrir la puerta, se encontró a Sunoo.
— ¡Kyung-mi! —la abrazó como de costumbre.— ¿Cómo te sientes?
— Estoy bien, no tienes que preocuparte. —sonrío.—
Empezaron a caminar por los pasillos, hasta llegar a las escaleras, empezando a bajar con cuidado.
— Heeseung me contó que fueron a visitar a sus familiares, ¿cómo te fue? —habló Kyung-mi.—
— Oh, bien. La comida de mi mamá es muy buena, aunque son muy pocas veces que las pruebo, ya que no suele cocinar. Algún día te invitare a casa para que puedas probar los platillos, de verdad son muy deliciosos, ¡te van a encantar!
— Seguro sí, ¡esperaré con ansias ese día!
— ¿Y tú, Kyung-mi? ¿Qué hiciste el domingo? ¿Seguías enferma?
— No, no, me encontraba bien, gracias a ustedes. Pasé el día con Heeseung, compramos algunos bocadillos y vimos películas toda la tarde.
— Ya veo...
Sin darse cuenta ya habían llegado a los salones de clases. Iban de camino al salón de clases de Kyung-mi.
Todas las miradas de los estudiantes que se encontraban en los pasillos se posaron en ellos dos. Kyung-mi no se dio cuenta de aquellas miradas, ella caminaba por mientras le contaba con cierta emoción a Sunoo las películas que vio junto a Heeseung. Sunoo se dio cuenta de aquellas miradas. Las miradas de las chicas eran... ¿Un poco diferentes? Aquellas chicas susurraban algo entre ellas, mientras que tenían su mirada clavada en Kyung-mi. No sintió confianza de aquello.
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