Kyung-mi, una diosa que siempre ha soñado con tener una vida normal, poder convivir con los humanos, poder tener amigos y divertirse.
Después de años de insistencia en querer bajar al mundo de los humanos... Su deseo es cumplido. Conociendo a 7 chic...
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— ¡Que aburrido es esto! —se quejó Sunoo.—
— Ya cálmate. —dijo Jay.—
— Todo es tan aburrido sin Kyung-mi.
— La conocimos hace unos días, ¿por qué estás así? —habló Sunghoon.—
— ¿Por qué será...? ¿Será que Sunoo se ha enamorado de la chica nueva?
— ¡Claro que no! —habló Sunoo, con su rostro completamente rojo.— Sólo estoy preocupado por ella.
— Cierto. No nos dijiste mucho por mensaje, Heeseung.
— Kyung-mi está bien. La enfermera dijo que pudo haberse desmayado por falta de alimento o deshidratación. Ayer me quedé cuidandola, y se encontraba bien, le dieron hoy para que descansará. No tienen que preocuparse.
— Ya veo... Eso es bueno.
— ¿Te quedaste cuidandola? —preguntó Sunoo.—
— Así es. —respondió Heeseung.— No iba a poder dormir sabiendo que podría pasarle algo. Estaba preocupado.
Todo quedó en silencio. Ambos chicos guardaron silencio, mirándose fijamente. El ambiente se empezaba a sentir incómodo.
Ya era del descanso, todos los demás alumnos se encontraban en la cafetería, y otros en el patio dando vueltas. Los 7 chicos decidieron sólo comprar un par de bebidas en una máquina expendedora y pasar el descanso en uno de los salones de clases.
Se encontraban en el salón de Heeseung e Riki.
— ¿Que pasa con este ambiente incómodo? ¿Qué les pasa a los dos? —preguntó Jungwon.—
— Es como si estuvieran peleando por Kyung-mi. Ella no es un objeto, ¿qué les sucede? —habló Sunghoon.—
— Es verdad chicos....
— ¡Yo me voy! —dijo Jake, levantándose.—
— Yo también. Ya va acabar el descanso. —volvió a hablar Jungwon.—
— Sí. Vamos Sunoo. —dijo Jay, tomándolo del brazo para que se levantará.—
Sunoo se levantó y salió del salón de clases junto a Jay, Jungwon e Jake salieron detrás de ellos, y por último Sunghoon, el cual se despidió de Heeseung e Riki, para luego levantarse y salir del salón de clases, e dirigirse al suyo.
— Ay, hombre. ¿Qué traes hoy? ¿Ah? —habló Riki.—
La campana sonó, y un par de segundos después los demás estudiantes empezaron a entrar al salón. Riki se levantó para poder ir a su asiento, mirando por última vez a Heeseung, el cual tenía su cabeza agachada, con su mirada en el suelo.
