12. Trato.

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12. Trato.


Valentino lo había colocado en uno de sus clubs como método de castigo, si bien era lo mismo rodar escenas fuertes, al menos sabía que eran almas dentro de lo decente, por qué estar en el club era vender su cuerpo al degenerado que más dinero le diera sin saber que tipo de fetiches o cosas raras pasen por su cabeza. Tendría que vivir ahí con los demás demonios que hacen lo mismo para Valentino, igual de prisioneros. Cómo cada noche, tenía que arreglarse muy bien para bajar a la zona donde bebían y se drogaban los clientes.

Se tenía que poner conjuntos que remarcaran los atributos si quería laborar.

Un demonio un tanto alto, de color grisáceo y cabello negro con ojos igualmente entró en aquel club. Se sentía asqueado e incómodo pero iba por un solo objetivo.

Y su objetivo estaba sentado en una de las mesas de ese lugar, totalmente rodeado de almas pidiéndole favores sexuales y apostando a la mejor oferta de dinero. Se había corrido el rumor de que Angel Dust había vuelto al negocio de la prostitución en club.

— Por favor, si eres una puta batata y ahora te haces importante y cara — Angel no soporto más el acoso de ese sujeto, por lo que se levantó y se lanzó a morder la mejilla del demonio.  El tipo grito pidiendo que lo separan, cuando Angel se decidió separar de sus colmillos emergía un líquido rosa.

Muy pocas veces usaba el veneno que tenía. El demonio comenzó a sentirse mareado y con las extremidades entumecidas, Angel no pudo evitar sonreír cuando lo vio dando convulsiones en el suelo.

— ¡Ustedes qué! ¡Váyanse a la mierda!

Los demás que estaban igualmente acosando, prefirieron irse a buscar otras opciones, más tranquilas y económicas.

Angel sabía que Valentino lo iba a volver a castigar por haber atacado a un cliente.

— Tienes agallas y al parecer dignidad.

El demonio de cabellos negros se le acercó, tomando asiento en la misma mesa que se encontraba el actor.

— Mí tarifa es ...

— No vine por tus servicios sexuales.

Lo interrumpió.

Angel frunció el ceño, ese sujeto se le hacía familiar.

— ¿Quieres un acompañante? Eso sale aún más caro porque normalmente tiene un final feliz —  El chico se volvió a sentar, era interesante y misterioso ese hombre y no le era feo, parecía esos típicos depravados con gustos en el sadomasoquismo.

— Tal vez. Pero sin tu final feliz.

— No seas aburrido, soy muy bueno en mí trabajo, es garantía.

— Oh darling, yo se que eres bueno.

Angel lo observó, fijándose en cada detalle del hombre, no, jamás lo había visto en todos sus años en el infierno, tal vez era un alma nueva y había visto su trabajo por televisión. Pero esa frase, esa frase solía decirla Alastor en sus momentos de intimidad, algo en su pecho se removió, había evitado pensar en el pelirrojo y evitar la decepción que tuvo cuando no lo busco ni preguntó por él, igualmente que todos los integrantes del Hazbin Hotel no hubo más comunicación. Igual sabía que para Alastor el no significaba nada más que un polvo más.

— Te doy un descuento, para que pruebes que te digo la verdad de la calidad de mí trabajo ¿Que tal? — Le guiño el ojo y eso le pareció increíblemente tierno al demonio nuevo.  — Escucha, debo sacar buen dinero, para pagarle a Valentino el retraso de la película que estuvo rodando. Parece que tienes el efectivo suficiente para ayudar a una buena causa, yo te doy el culo y la compañía, tu saldas una parte de mí deuda.

Angel se acomodo el liguero negro que traía frente al hombre como modo de seducción. El hombre lo observó, su pecho abultado y suave, siendo resaltado por aquel corset negro con detalles rosas. Su rostro terso con esa esencia sensual.

— De acuerdo. Veré para que eres bueno.

Angel casi salta de la emoción, por qué hasta ahora todos los imbéciles que habían ido no alcanzaban la tarifa que el ponía y claro, era uno de actores más reconocidos ahí, demasiado exclusivo para que pagarán una miseria. Evidentemente al único que le daba todo gratis y por voluntad fue a Alastor, tal vez a Husk si hubiera accedido.

Lo sujeto de la mano y subió rápidamente las escaleras para llegar al piso donde todos los trabajadores de Valentino se quedaban y arreglaban para volver a la misma rutina durante la noche. Abrió la puerta de su habitación asignada, pequeña a comparación del hotel de Charlie o el camerino que tenía en su época de actor.

— Toma asiento, guapo.

Se dio la vuelta para ir desabrochando poco a poco el corset, cuando se lo quitó y lo aventó en algún rincón del cuarto, se dió la vuelta para quedar frente a frente. Se acercó lentamente y se puso de rodillas, acercando su mano a la cremallera del pantalón, fue detenido por el hombre.

— ¿Quieres jugar antes? — Preguntó en un tono divertido. Acercó su rostro al contrario quedando a una distancia muy corta, pudo sentir la respiración del sujeto, lo beso y tuvo que sacar el mejor beso que aprendió para satisfacer al cliente, tenía que ponerlo duro tan solo con un beso. Lamió sus labios para que le dejará meterla y hacer más cercano ese contacto, el hombre accedió tocando su lengua con la de Angel. El sonido del beso se escuchó por la habitación y cuando Angel se separó, lo miró agitado, aquellos ojos negros brillaron en un tono rojizo, algo que asustó al actor.

Se separó un poco, desconcertado. Esos ojos, si no fuera por qué son negros, juraría que eran iguales a los de Alastor, esa vibra y esencia que emana del locutor. Debía dejar de pensar en él y concentrarse en su cliente. Gimió sorprendido al sentir al demonio contrario aventarlo a la cama y subirse en él, le separó las piernas con desesperación, posicionándose en ellas.

Lo sintió repartir besos por todo el largo de su cuello hasta sus clavículas, suspiró cerrando los ojos y dejándose llevar por las caricias. Más cuando sintió el toque en sus muslos subiendo lentamente hasta su erección que comenzaba a crecer.

— Alastor.

Murmuró, sintiéndose excitado por las caricias de su cliente. A muy pocos les importaba el nombre que gimiera, solo les importaba su placer. Pero no sabía que tanta importancia le daría este hombre, por lo que cuando abrió los ojos apenado y apunto de pedirle una disculpa, escucho la voz que más anhelaba desde hace días.

— Tan sumiso como siempre, cariño.

Miró a Alastor entre sus piernas y encima suyo en vez del demonio de cabellos negros, ¿A qué hora? Sintió un mareo intenso, ¿Que le había pasado a su cliente y por qué Alastor estaba en su lugar?

Alastor vió como Angel se desmayaba entre sus brazos.

Acarició de nuevo la mejilla suave de su acompañante, quien se encontraba inconsciente. Comenzó a reírse por la situación.

Realmente era graciosa. Había logrado cambiar su forma a un ser totalmente nuevo y escabullirse en ese burdel de mala fama para ir por su Angel.

— Bueno querido, es hora de irnos a un lugar más cómodo, antes de que tu proxeneta vuelva.

GRABANDO - RADIODUST Donde viven las historias. Descúbrelo ahora