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Inko estalla de ira, más ira proporcionada para ella que para el extrano con su pequeño producto de la envidia.

Yagi hace todo lo posible para calmarla pues nota el brillo en los ojos del demonio y sabe que algo trama.

— Inko, por favor. Tienes que calmarte — pide Yagi mientras va con el pequeño — Izuku, mamá no conoce bien a Kacchan y creo que deberías saber que no debes hablar con extraños.

Izuku por su lado le molesta que quieran alejar al rubio por algo así y reclama. Reclama como nunca se lo había visto antes.

— pues no tengo hablar con usted que es un extraño.

—¡IZUKU! ¡DISCULPA TE CON YAGI EN ESTE MOMENTO!

— ¿Porqué debería hacerlo? Dicen que no hable con extraños y tú traes un extraño. Nunca estás en casa y siempre tienes trabajo.

— ¡Entiende que tengo cosas que hacer para mantenerte! No es fácil pagar los gastos que tengo que hacer contigo.

Bakugo seguía escuchando todo, agradecido que los humanos sean tan emocionales y manipulables para su poder. Un susurro y dicen cosa hirientes que tienen guardado en lo más profundo de su ser.

Yagi trata de calmarlos pero para ese punto solo empeora las cosas.

Entonces Izuku dice algo que Yagi nunca espero de un infante.

— ¡¿si tanto problemas te doy para que me tuviste?!

El arcángel entra en pánico. Sabe que es provocado por el demonio que está ahí presente.

—¡Y crees que yo quería tenerte! No tuve elección. La maldita religión de tu abuela no me dejó abortar.

El silenció se hace presente, Izuku retrocede paso a paso llegando hasta el rubio que lo abraza con fuerza.

Cumplió su trato, su alma es suya pero aún así no quiere dejarlo solo.

Inko al fin es consciente de sus palabras y trata de explicar las cosas pero es tarde Izuku huye de ella ocultándose tras el rubio llorando en silencio.
Cuando Yagi se acerca Izuku corre fuera de la casa y Bakugo tener por lo que haga el pequeño pues está corriendo sin rumbo a ciegas mientras se limpia las lágrimas.
Yagi solo se queda a consolar a Inko, pidiéndole que arregle las cosas. Cosa que ella acepta y saliendo tras el rubio.

Todo pasa en un minuto, Izuku corre y no mira que la luz del semáforo a cambiado a rojo, no nota el auto que llega a toda velocidad.

El sonido del freno rompe el silenció y Izuku ya se hace tendido en el suelo mientras otras personas los rodean y susurrando lo descuidada que fue la madre. No era un secreto para los vecinos que Inko se la pasaba todo el día trabajando y dejando a su hijo solo.

Inko llora y Yagi ya no puede hacer más por su alma que es condenada hace tiempo de forma inocente.
Se acerca al rubio y para su sorpresa está derramando unas lágrimas frente al cadáver del pequeño.

— ya tienes su alma, ganaste.

Dice Yagi pero solo asiente y suelta una pregunta — ¿Valió la pena sacrificar tus plumas con un alma manchada?

—ella no busco eso.

— salió cuando sus padres no le dejaron, bebió siendo menor y otro se aprovechó de su desobediencia.

— la obligaron a tener al niño, iba a perderlo y ser condenados ambos al infierno. No quería que ella sufriera.

— entonces estaba bien que él sufriera en su lugar.

Yagi se queda callado. No. No era justo pero era egoísta y sabía que ese niño fue producto de una violación. No quería que su humana favorita termine en el infierno y por eso intervino sacrificando plumas para ello.

Por eso insisto mucho en que aceptara al niño. Y el nunca hizo contacto con el menor.

— ya no tengo nada que hacer aquí.

— ¿Qué harás con su alma?

—lo único que puedo hacer. Devorarlo.

Pasa por el lado de Inko quien sigue en shock sin decir nada, nadie nota su partida y Yagi solo puede consolar a Inko. Lamentado haber hecho un mal trabajo.

Demonio de navidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora