Derek Hale es nuevo en la ciudad de Beacon Hills y espera tener un nuevo comienzo para él y su hijo. Lo que no esperaba era que al visitar una cafetería su vida iba a cambiar para siempre.
Laura dio a luz a Cordelia Eryn Hale. Estaba agotada pero feliz y se desmayó casi de inmediato tan pronto como supo que todo estaba bien. Derek abrazó a su sobrina por primera vez mientras Laura dormía, dejando que el pequeño lobo acariciara su pecho. Los recuerdos de Eli a esa edad inundaron su mente mientras ella dormía en silencio durante horas. Levantó la vista y vio a Laura mirándolo con amor y con una sonrisa en su rostro.
— ¿Cómo esta ella?
— Lo hiciste bien, Laura — Dijo Derek suavemente mientras tomaba la mano de su hermana y la apretaba suavemente — Cordelia Hale.
— Te juro que acabaré contigo si llamas a mi hija Elia — Refunfuñó Laura cuando se despertó, lanzando una mirada furiosa a Derek.
— ¿Cordy?
— Cordelia. Sólo Cordelia — Advirtió la alfa mientras mostraba sus ojos rojos suavemente — ¿No debería tener una cita, señor?
Derek se rió entre dientes mientras prometía solemnemente llamar a su sobrina Cordy tantas veces como fuera posible cuando estuvieran solo ellos dos — Estaba en una cita, pero aparentemente, ¿Mi hermana necesitaba helado en el condado de Beacon?
— No sabía que estaba hasta aquí, y pensé que tenía otras seis semanas antes de mi fecha de parto — Laura agarró las manos de su hija y Derek obedeció. Él sonrió mientras Laura besaba su cabeza e inhalaba su aroma — Pero ella es perfecta, eso es todo lo que importa.
— Llamé a Cora y a la manada; Todos están llegando ahora — Derek se levantó y se estiró un poco.
Laura extendió una mano y tomó la de Derek nuevamente, apretándola.
— Gracias por venir por mí. Ahora ve a terminar esa cita.
— Estoy seguro de que ya estará en la cama — Suspiró Derek mientras miraba el reloj. Eran más de las dos de la mañana y estaba seguro de que Stiles se había ido a casa después de ir a la estación. Abrió su teléfono para ver el último mensaje de texto justo antes de que Laura llegara al hospital, diciéndole que enviara un mensaje de texto cuando estuviera fuera.
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Se sorprendió al sentir que su teléfono vibraba tan rápido, los mensajes de texto llegaban uno tras otro a toda velocidad.
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