Kim Jisoo es una chica de ciudad, siempre siguiendo las nuevas tendencias, hija menor de Kim Chanyeol, popular en su escuela por su belleza e inteligencia, tiene la vida que toda adolescente promedio quisiera tener, hasta que su padre pierde su trab...
-¿Jisoo?-La señora Choi bajó lentamente las escaleras hasta llegar donde la peli negra.-¿Qué te pasó, niña?
-Por culpa de una chica caí a un río y me celular se descompuso.-Contestó la menor, mostrando el teléfono con un puchero en sus labios.
-Ay, mi niña, lo siento mucho, tal vez tu padre pueda hacer algo cuando vuelva.
-¿Y donde está?
-Salió con Eun a buscarte, como nunca llegabas nos preocupamos. Ve a darte una ducha, iré a buscarte ropa limpia.-Con una cálida sonrisa, acarició la mejilla fría de la menor, tomó su mano para poder ir al segundo piso.
Luego de un rato, aparecieron Chanyeol y Eun, quienes fueron rápidamente a ver a Jisoo en la sala.
Jisoo contó lo que había ocurrido y porqué tardó tanto.
-¿No se puede arreglar, papá?-Preguntó preocupada, con el temor de haber perdido todas las cosas guardadas en el aparato.
-No creo, cielo, pero veremos si mañana funciona.-Volvió a poner el celular en el tazón lleno de arroz (idea de la señora Choi).
-Ojalá, si no, denunciaré a esa maleducada del rió.-Se recostó más en el sillón y se cruzó de brazos, recordando la discusión de hace unas horas.
-No es para tanto, Jisoo.-Calmó Eun.-Podemos comprarte otro.
Chanyeol miró confuso a su pareja.
-Pero yo tenía todo ahí, toda mi vida estaba guardada en él.
-No exageres, mi niña, mejor ve a dormir, ya se hizo tarde.-Terminó la platica la señora Choi, levantándose para ir a descansar.
-¿Podrían quitarse? Están en mi cama.-Habló Jisoo, levantándose para poder acomodarse en el sillón.
-En realidad, ya no tendrás que dormir aquí.-La menor miró confundida a Eun.-Mientras no estabas, logramos comprarte una cama.
-¿Enserio?-La pareja asintió.-¡Gracias!-Se tiró encima de ellos para abrazarlos, siendo bien recibida. Corrió hasta la segunda planta y entró a lo que ella había llamado su habitación, y ahí estaba; no era tan grande, tampoco se ve tan nuevo, mas no le importó, ya estaba harta de dormir en la sala. Con una sonrisa se acostó, se acobijó con la manta que cubría la cama y durmió, durmió como no lo había echo en cuatro días.
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Una nueva semana de clases daba su comienzo, y una chica con el pelo teñido de blanco con varias mechas de colores, se dirige alegremente a la casa de su amiga rubia.
