Capitulo 6

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Noey

-Que... bueno verte -cerró la puerta de su coche y avanzo hasta donde yo estaba. Se veía tan diferente-. Estás hermosa.

Su cabello era castaño, ya no existía aquella rubia, estaba mucho más linda que antes; Irin era una mujer hermosa, nunca negué aquello, pero volverla a ver después de tanto tiempo pareció chocarme como no lo hizo su coche.

-Ho-hola -agité levemente la cabeza-. Sí. Lo siento, Irin, pero me tengo que ir, llego tarde al trabajo.

Me giré para irme, pero esta me detuvo. Apreté los puños y forme una fina línea con mis labios.

-No creo que le moleste a tu jefe si te invito a tomar un desayuno, mira que es muy temprano -sonaba tan linda y hablaba de una manera tan relajada.

-No hace falta. Y sí, mi jefe sí se molestara, incluso creo que ya me va a echar la bronca, voy tarde -quise caminar pero no sé ni como, ella ya se encontraba tomándome del antebrazo para que no avance más-. Irin, suéltame, por favor.

Me miró fijamente a los ojos, -Hace tiempo que no nos vemos, podemos conversar como amigas y así me cuentas un poco de tu vida -sonrió sin separar sus labios; una sonrisa tierna y sencilla-. Vamos, no pierdes nada.

-Sí, pierdo mi trabajo -intervine.

-Ya hablaré yo con tu jefe y le diré que tuviste una emergencia -me quedé en silencio, mirándola pensativa. Me soltó el brazo-. Te prometo que sólo es un café, por aquí hay una cafetería.

Exhalé, -Dios. Está bien, Irin, vamos.

Esta dio un saltito, -Perfecto. Ven, sube -corrió a abrir la puerta del copiloto. Me subí al coche y esperé que esta lo pusiera en marcha.

-No te emociones.

Le dije cuando la sonrisa no se quitaba de sus labios.

-No. Para nada... -la reprimió.

Se veía bastante cambiada, incluso, su mirada era diferente, tenía un toque más brillante algo más vivo que antes. Podría decir que su físico cambió, pero no puedo afirmar que su interior lo haya hecho; que la Irin con miedo al compromiso se haya ido y ya no exista más que una comprensiva que está dispuesta a arriesgar todo por un nuevo comienzo.

Ni siquiera debería de estarlo pensando, lo mío con ella terminó hace tiempo, y no debería ni imaginarme tener algo más con una persona que me hizo tanto daño.

Llegamos a la cafetería. Ambas nos sentamos en la mesa más cerca de la ventana, se me quedó mirando por unos segundos hasta que nos atendieron y pedimos lo que nos ibamos a tomar.

-¿Cómo te ha ido? -inquirió.

-Bien -miré en dirección a la ventana-. Bien -susurré.

-¿Bien? no creo que estés tan segura de eso, te escucho titubeante.

-He estado bien, no tengo motivos para quejarme -hablé-. ¿Y tú?

-Estamos hablando de ti -me mostró una sonrisa sencilla-. Pero respondiendo a tu pregunta: me ha ido bien.

-Que bueno -esto ya se estaba tornando incómodo.

-Estás mucho más hermosa que antes, ese color negro te sienta muy bien -halagó sin más. Llevé mis dedos a la punta de mi cabello.

-Ah, sí, gracias -fruncí los labios-. Tú también te ves muy cambiada.

-No sólo me veo, sino que estoy -se inclinó un poco hacia adelante-. Tú... te ves igual de maravillosa que siempre. Ya quería verte -dijo con sinceridad.

Sweet Heart Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora