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Cuando regresamos de nuestro recorrido de compras, el oficial matrimonial ya nos está esperando en el salón de la suite de HyunJin

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Cuando regresamos de nuestro recorrido de compras, el oficial matrimonial ya nos está esperando en el salón de la suite de HyunJin. La firma de la licencia de matrimonio es muy anticlimática. El tipo dice lo suyo, mientras Sana y NamJoon hacen de testigos. Un par de "síes" y cuatro firmas después: HyunJin y yo somos esposos. No puedo creer que me haya casado con un par de vaqueros que tengo desde mi primer año de instituto. Fue una de las cosas más extrañas que he vivido. Sin embargo, los anillos son un bonito detalle. No sé cómo HyunJin se las arregló para encontrar los anillos de boda tan rápido. Probablemente fue a una joyería mientras yo esperaba con Jeongin y ChangBin en el coche.

También conseguí un segundo anillo, una gruesa banda de oro blanco con una piedra pálida en el centro, que supongo que debe hacerse pasar por un anillo de compromiso. Probablemente sea falso, porque el auténtico costaría una fortuna. De todos modos, me gusta.

Cuando se van, HyunJin coge su portátil, dice que tiene trabajo y se encierra en su habitación. Ni siquiera sale a comer el almuerzo que le trae Sana.

Coloco mi ropa nueva en el armario y termino un cuadro antes que se me agote la inspiración. Ahora, me estoy aburriendo mucho. Tal vez debería encargar algunas cosas y empezar a redecorar la casa como estaba previsto. Tal vez algunas lámparas. Me tumbo en el sofá y cierro los ojos.

—Lámparas. Me encantan las lámparas. Cuanto más grandes, mejor. Doradas, con grandes pantallas negras. Y entrelazadas —murmuro para mí—. Aportarán el aspecto sofisticado, así que las pondré por todas partes. El personal va a odiar esas cosas. Son un infierno para el polvo y...

—Nada de lámparas. —Escucho la profunda voz de HyunJin procedente directamente de encima de mí, pero me limito a sonreír y continuar, manteniendo los ojos cerrados.

—Y mi marido odia mis lámparas. Pero sabe que tiene cero conocimientos de diseño de interiores, y como está tan loco por mí, decide dejar mis lámparas en paz. Las catorce.

Abro los ojos y encuentro a HyunJin inclinado sobre mí, con los ojos entrecerrados. Está de nuevo en su silla de ruedas. Es extraño. Suele usar muletas cuando está en sus habitaciones.

—Veo que has decidido salir por fin de tu cueva. —Enarco una ceja.

—Deberías vestirte. Vamos a bajar a cenar en treinta minutos.

—¿Puta, serio, o algo en el medio?

—El medio funcionará.

—Maldita sea, me gustaría que eligieras a la puta.

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MALYSH ⨳ HYUNLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora