MALYSH ⨳ HYUNLIX

O16

Llevo a Felix a un restaurante elegante del centro y pasamos allí casi dos horas. Me describe lo que ha planeado para la exposición, y lo dejo hablar mientras lo observo, sus ojos sonrientes, la forma en que agita las manos delante de su cara cuando está emocionado, o cómo se inclina hacia delante, susurrando en voz baja cuando cotillea sobre sus colegas, compartiendo la galería. Debe ser consciente que nadie puede escucharlo, el local está solo medio lleno y ninguna de las mesas cercanas a nosotros está ocupada. Aun así, mantiene su pequeña mano sobre la boca, charlando acerca de cómo se ha topado con una de los otros artistas mientras tanteaba al tipo de las finanzas detrás del escenario de la galería.

Ha habido muchas personas en mi vida, pero con Felix delante, todos se desvanecen. Ni siquiera nos hemos besado propiamente, más allá del espectáculo, pero no recuerdo haberme sentido nunca tan atraído por alguien. Es como si me hubiera hechizado.

—¿Qué pasa con el perro?

—Me lo prestó mi tía. —Sonríe y toma un sorbo de su vino.

—¿Te han prestado un perro? —Lo miro fijamente.

—Técnicamente, me ofrecí a vigilarlo durante unas semanas. Eso debería ser tiempo suficiente para que haga su parte.

—¿Y eso sería?

—Bueno, ya sabes que los perros siempre están corriendo por la casa, entrando en las habitaciones y escondiéndose allí. A Kkami le encanta eso, así que supongo que lo perseguiré mucho por la casa en los próximos días. Quién sabe dónde acabará. —Me sonríe—. Quizá incluso en la habitación de Yoon-Hee en algún momento.

Me río y sacudo la cabeza ante su idea.

—Eres un hombre peligroso, Malysh.

—¿Qué significa eso?

—¿Malysh? Es un apelativo. Significa pequeño. 

Inclina la cabeza hacia un lado y las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba en una pequeña sonrisa.

—Bueno, como ya he dicho, la mayoría de la gente es poca cosa comparada contigo, HyunJin.

El camarero viene a llenar nuestras bebidas. Cuando Felix coge su vaso, me doy cuenta que su anillo de boda está bastante flojo, extiendo la mano, la cojo entre las mías e inspecciono el anillo—. Deberíamos cambiarlo de tamaño.

—No te molestes. El anillo de compromiso lo mantiene en su sitio. Por cierto, es resistente. El otro día se me derramó un poco de pintura sobre la mano y tuve que restregarlo, ni siquiera se rayó.

—Es bastante difícil rayar un diamante.

Felix me mira, parpadea y luego mira el anillo como si fuera a morderlo.

—¿Esta cosa es real?

—Por supuesto, es real.

—Mierda. —Aplana la mano y mira incrédulo el diamante de dos quilates de talla princesa. Su boca se abre y se cierra sin palabras. Luego cubre el anillo de forma protectora con la otra mano y se inclina hacia mí—. ¿Puedo cambiarlo por uno que tenga cristal?