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La biblioteca del castillo de Sirvana era un laberinto de sabiduría, un santuario silencioso donde los libros eran los guardianes eternos del conocimiento. Cadence, la princesa más joven del reino, encontraba consuelo en sus pasillos llenos de historias y secretos. Había descubierto un atajo a través de los pasillos, un camino que solo ella conocía, que la llevaba directamente a su refugio literario.
Mientras se perdía en las páginas de un volumen antiguo, la puerta de la biblioteca se abrió con un susurro, revelando la figura esbelta de Lena, cuyos cabellos dorados capturaban la luz como hilos de oro puro. Aunque era una sirvienta para el mundo, para Cadence era una amiga, una confidente en un mundo regido por protocolos y etiquetas.
Lena se acercó con pasos suaves, una bandeja en mano. Se detuvo al ver a Cadence tan absorta en su lectura, y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro.
-Princesa- comenzó Lena, su voz apenas un murmullo-¿Le gustaría un vaso de leche para acompañar su libro?
Cadence levantó la vista, sus ojos brillando con el reflejo de mundos lejanos. -Lena, ¿Cuántas veces debo decirte que no necesitas llamarme princesa cuando estamos solas?
-Lo siento, Cady. Es solo que... bueno, no quiero que te metas en problemas por mi culpa.
-Tonterías-respondió Cadence con una risa.--- Ahora, ¿dónde está mi vaso de leche?
-Lo traeré enseguida, junto con uno para mí, si me lo permites- dijo Lena, su sonrisa creciendo ante la idea de compartir un momento tan simple y humano.
-Por supuesto- dijo Cadence, cerrando su libro con cuidado--- Pero solo si me prometes que también traerás algunas de esas deliciosas tartaletas de frambuesa que tanto nos gustan.
Con una reverencia juguetona, Lena se alejó, dejando a Cadence sola con sus pensamientos y libros. No pasó mucho tiempo antes de que la tranquilidad de la biblioteca se viera interrumpida por la llegada del rey John y su hijo Alexei, quienes entraron en medio de una discusión animada.
-Padre, simplemente no veo la utilidad de aprender sobre tratados antiguos y alianzas olvidadas- decía Alexei, su voz llena de frustración.
-¿Qué haré contigo?--- respondió el rey con paciencia- Debes entender de dónde venimos, para saber hacia dónde vamos.
Fue entonces cuando notaron a Cadence, parada junto a una estantería con una pila de libros en sus brazos
-¿Y tú, hermanita? ¿Planeas construir un fuerte con todos esos libros?--- bromeó Alexei, intentando aligerar el ambiente.
-Al menos yo estaré preparada para defender nuestro reino con conocimiento, no solo con espadas y escudos.
-Ya verás- trató de acercarse amenazante, pero paró al ver que un libro era lanzado hacia su cabeza
El rey rió ante la réplica de su hija, mentiría si dijera que no estaba orgulloso de Cady. Y por otro lado estaba Alexei, no podía quejarse ya que era su vivo retrato de cuando era un joven rebelde. Salio de sus pensamientos, al darse cuenta que sonreia como un tonto mirando a sus bellos hijos y decidió intervenir antes de que la discusión se intensificara.
-Basta, ambos. No hemos venido aquí para pelear. Alexei, tu hermana tiene razón. El conocimiento es una fortaleza en sí mismo.
Luego, dirigiéndose a Cadence, el rey explicó el motivo de su visita.
-Cady, linda. Vamos a salir a cabalgar por un tiempo. Quiero mostrarle a tu hermano algunos de los lugares más importantes del reino. Será una lección valiosa para él.
-Buen viaje, padre- deseó, recibiendo un beso en la nuca de parte de su padre- Pero ahora, si me disculpan, tengo una biblioteca que gobernar- dijo con una sonrisa, instándolos a dejarla en paz con sus libros.
-Grosera, mal educada- susurro el mayor de los hermanos, corriendo rápidamente a la puerta
Una vez que esta se cerró tras ellos, Cadence se sumió nuevamente en su mundo de fantasía, eligiendo un libro que había captado su interés días atrás. Sin embargo, un ruido súbito la sacó de su ensueño, proveniente de los pasillos largos de la biblioteca.
El pasillo se extendía ante Cadence como un túnel hacia otro mundo, un corredor estrecho flanqueado por altas estanterías que se perdían en la penumbra. La única luz provenía de las lámparas de aceite, espaciadas a intervalos irregulares, que proyectaban sombras danzantes sobre los lomos de cuero de los libros. Cada paso que daba resonaba en el silencio, un eco solitario que parecía despertar susurros entre las páginas cerradas.
Cadence se adentró en el pasillo, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y un temor inexplicable. La luz parpadeante jugaba trucos con su visión; por un momento, juraría haber visto una figura escurridiza deslizándose entre las sombras, o tal vez solo era el reflejo de su propia silueta. El aire estaba impregnado de un olor a papel antiguo y tinta, un aroma que, aunque familiar y reconfortante, no podía disipar la sensación de que no estaba completamente sola.
Con cada paso, el silencio se hacía más pesado, como si los secretos de siglos estuvieran presionando contra sus oídos, instándole a escuchar. Un escalofrío recorrió su espalda cuando un libro cayó al suelo detrás de ella con un golpe sordo, como si algo o alguien lo hubiera empujado. Se giró rápidamente, pero no había nada, solo la quietud y el libro caído.
Cadence se acercó al libro, su curiosidad superando el miedo. Lo levantó con manos temblorosas y sopló el polvo acumulado, revelando el título.
-Elements- susurró
Algo en la profundidad de su ser le decía que este libro era diferente, que contenía respuestas a preguntas que ni siquiera había formulado.
Con el libro firmemente en sus brazos, Cadence se apresuró a regresar a la seguridad de su rincón iluminado, donde los misterios del pasillo no podían alcanzarla. Pero incluso mientras se alejaba, no podía sacudirse la sensación de que algo la observaba desde la oscuridad, esperando, vigilante.
Al abrirlo, una luz tenue pareció emanar de sus páginas, revelando imágenes de lobos majestuosos y un árbol imponente adornado con gemas de colores. Justo cuando estaba a punto de tocar la imagen del árbol, Lena regresó, causando un pequeño sobresalto en Cadence.
-¡Lena! No deberías asustarme así- dijo Cadence, su corazón aún latiendo con fuerza.
-Lo siento, princesa... digo, Cady- se disculpó Lena, colocando la bandeja con los vasos de leche y las tartaletas sobre la mesa- ¿Pasa algo?
-No, nada. Siéntate, por favor.
Juntas, las dos amigas compartieron la merienda, hablando de libros y sueños, sin darse cuenta de que el libro que Cadence había encontrado podría ser la llave para desentrañar los misterios más profundos de Sirvana.
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Es todo por hoy lindas, espero que les gusten las nuevas modificaciones.
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@capuly_
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𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐋𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐒 𝐎𝐅 𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐂𝐄/𝐍𝐈𝐂𝐇𝐎𝐋𝐀𝐒 𝐆𝐀𝐋𝐈𝐓𝐙𝐈𝐍𝐄
Fanfiction: ̗̀➛"Cuatro elementos esperan ser nacidos y ser gobernados por la Reina. Naciente de la naturaleza, habitante de la tierra, hija del cielo, ojos como el fuego y veloz como el viento" : ̗̀➛No me quiero ir, pero cariño los dos sabemos que este no es...