Capítulo IX. Entre cuatro paredes.

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Noté cómo las mejillas de la anomalía se tornaron de un ligero color carmesí.

-De ser así, preferiría quedarme en la sala.

Frunci el seño. ¿Le molestaba dormír conmigo? No es que me moleste, a decir verdad poco me importa si se quedaba aquí o se iba con los vagabundos de la calle, pero no quería que Gabriella malinterpretara la situación. Muy a mi pesar tiene que acostumbrarse.

______ tomó una de las almohadas y se puso de pie dirigiéndose a la puerta.

-Te dije que te quedaras aquí -ordené tomándola del antebrazo.

-No quiero - protestó forcejeando.

-No te estoy preguntando, lo estoy ordenando.

-¡A mí usted no me ordena nada!

Harto ya de la situación le di un empujón tumbándola a la cama, y mientras me colocaba a horcajadas de ella, sujeté sus manos con firmeza impidiéndole el movimiento.

-¡Vas a quedarte aquí y punto!

-¡No quiero! ¡Preferiría mil veces dormir en la calle!

-¡Pues entonces vas y...!

-¿Mami? ¿Papi?

Me vi interrumpido. Ambos dirigimos la mirada hacia la puerta, donde se encontraba Gabriella. Se tallaba un ojo mientras sostenía una manta color azul.

Mierda.

El silencio invadió la habitación. Gabriella nos miraba con una mezcla de confusión y preocupación, como si estuviera tratando de comprender lo que estaba sucediendo.

-¿Qué hacen papis? -ladeando a cabeza- ¿Están peleando?

-"No estábamos peleando" -respondímos al unísono separarnos torpemente, sintiéndome avergonzado por el espectáculo que estábamos dando.

-Gabriella ¿Qué haces despierta a esta hora? -pregunté tratando de ocultar la tensión.

-Tuve una pesadilla, ¿Y ustedes?

-Nada, nada, ______ y yo estábamos... bueno, resolviendo un problemita, ¿Verdad, ______?

La anomalía asintió, pero pude ver la incomodidad en sus ojos.

Claro, claro -respondió, manteniendo la compostura.

Gabriella frunció el ceño, claramente sin convencerse.

-¿En serio? -asentí- ¿Qué problema?

Mi mente corría a toda velocidad, buscando una excusa creíble.

-Un...¡Problema con almohadas! -exclamó ______ Golpeándome con un almohadón en la espalda, provocando que ésta se rompiera y las plumas del relleno salieran volando.

Los ojos de Gabriela se llenaron de emoción.

-¡Yo también quiero jugar! -exclamó, corriendo hacia la cama y agarrando una cabecera.

Sentí la resistencia inicial, pero al ver la emoción en los ojos de Gabriella, algo dentro de mí se disipó. Quizás no era tan malo.

Tomé un almohadón que ya hacía en el suelo y lo aventé con la misma (o el doble de fuerza) a ______, quien terminó cayendo de la cama por el almohadazo.

-¡AUCH!

Sonreí por lo bajo, y sin previo aviso, otra almohada se estrelló contra mi cara haciéndome resbalar a la cama.

-¡Hey!

- ¡A mi mami no la empujas! -dijo con autoridad divertida uniéndose al motín.

En un segundo, la habitación estaba llena de risas y gritos mientras las almohadas volaban por el aire como proyectiles improvisados. Los golpes eran suaves y sus rostros estaban iluminados por sonrisas traviesas, sin ninguna intención de hacerse daño real, a excepción del primer almohadazo que le metí a ______.

✨To a Billion stars [Miguel O'hara]✨ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora