Capitulo II. Como las estrellas.

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Miguel entró a la sala y miró la hora. Dos de la madrugada. Se dirigió al comedor encontrándose con trastos de unicel vacíos. Caminó a la sala y vió a su pequeña niña sentada en el piso con la mirada fija en el teléfono.

—Princesa, ya deberías estar durmiendo, ya es muy tarde. ¿No estás cansada?

—Ahorita, papá.

—¿Quieres que te lea algo para que te dé sueño? —cuestionó sentándose a su lado.

—No. Todavía no me quiero ir a mi cuarto.

No pasó mucho tiempo para que Miguel cayera en cuenta de lo que estaba ocurriendo. Pasó un año desde el último cumpleaños de Gabriella y durante ése tiempo había recibido solo dos llamadas de su mamá. La primera, como cada año, solo la felicitó de prisa. La segunda, se había portado muy cariñosa con ella, aunque platicaron muy poco porque estaba ronca; tanto que parecía ser Miguel con una voz distorsionada quien estaba al otro lado y no ella.

—Mi amor —dijo con cariño y tomó su mano-, seguramente mamá estuvo muy ocupada y no pudo llamarte.

De pronto, un extraño sentimiento invadió a Gabriella. Como cuando estás a punto de abrir una caja y no sabes que contiene. Retiró despacio su mano tensa por el comentario.

—Mi niña —la abrazó—. A veces uno no puede hacer todo lo que quiere.

—¿Así como tú?

El mayor guardo silencio.

—Sí, así como yo —contestó avergonzado—. Pero, te aseguro a que todo el día estuvo pensando en ti, pero no tuvo ni un momentito libre para tomar el teléfono y...

—Papá —dice en voz baja pero clara.

—¿Sí? —responde acariciándole la cabeza.

—¿En serio crees que ella esté pensando en mí?

—Seguramente solecito, seguramente.

—¿Aunque no haya venido a verme en todos éstos años?

La mirada de Miguel encerraba ternura mezclada con tristeza y lástima. Jaló de el brazo a Gabriella y la sentó en sus piernas, mientras ella trataba de adivinar en el fondo de sus ojos qué era lo que le pasaba a su padre. Pensaba que algo le ocultaba. Un gran miedo la asaltó.

—¿Le pasó algo a mi mami? —sus ojos se cristalizaron. Sintió como una opresión le asfixiaba.

—Claro que no —respondió Miguel nervioso—. Tu mami está bien solo que muy ocupada. Eso es todo.

—Qué bueno que tú si puedas quedarte conmigo aunque sea de a ratitos papá ¡Te quiero!

Se apretó a él dejando salir una pequeña lágrima.

"Ella necesita una madre, no a una inteligencia artificial, no a un Spider diferente que se haga cargo de ella cada que te ausentas por días. Y si no eres capaz de entender éso, entonces pregúntate si realmente valió la pena el sacrificio..."

—¿Papá? ¿Me estás escuchando? —observó Gabriela sacando a Miguel de sus pensamientos.

—Sí, si mija —mintió.

—A ver ¿Qué dije?

El hombre quedó en blanco.

—Bueno pues...—sin excusa aparente—. Dijiste que era el mejor papá de el mundo.

Y en rápido movimiento, cargó a la niña en brazos haciéndole cosquillas.

—¡No dije éso! —chillo Gabriella entre risas.

✨To a Billion stars [Miguel O'hara]✨ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora