Prólogo

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¡Samantha! Escuche de fondo mientras mis divagaciones sobre mi lista de deseos se extendía, por ahora solo tenia cuatro.

Siendo sincera no planeaba hacer mas de cinco, jamás fuí una chica tan limitada como la gente pensaba y solo tenía aproximadamente dos días y medio para cumplir mi lista, mis dieciocho años estaban a dos días y yo no podía contener mis nervios, cualquier otra persona en mi lugar hubiera elegido drogarse pero simplemente quería que alguien gustara de mi sexualmente, no pedía muchas cosas. Había más cosas en aquella lista pero esa en especial estaba subrayada con ondas, rayones y cualquier otra cosa.

Yo visualmente no era una persona muy interesante, tenía una que otra curva, mis senos y trasero eran de un tamaño promedio para una chica de mi edad y no me molestaba para nada, suspiré.

Me levanté de la silla y me di una revisada en el espejo, shorts negros cortos, un top holgado que me llegaba unos tres centímetros más arriba del ombligo y mis cabellos a la altura de mis senos, desordenados y ondulados.

—Mande. Dije cuando bajé las escaleras que daban a la cocina y sala.

—Comer. Dijo con simpleza con su mirada en cualquier cosa menos en mi, a mi madre se la comían los nervios por aquel día, lo peor que podía pasarme era vomitar al ponerme a un grado exagerado de ebriedad.

Me observó de pies a cabeza y alzó una ceja—Péinate. Ordenó, me di la vuelta y gire los ojos, caminé al baño en la planta baja y me paré frente al lavamanos, puse mis manos debajo de la llave abierta y las pasé por mi cabello para bajar su rebeldía.

Salí de la habitación reducida y me senté en la silla frente a mi mamá, ella sonrió al verme presentable y después papá se sentó a mi lado.

—Sam, ya pensaste que harás en tus días de "Libertad" preguntó con voz amable el hombre de cabellos negros canosos, una sonrisa torcida se dibujó en sus labios, mi madre suspiró al ver que asentí—Solo quiero ir a una fiesta y quedarme con Abril. Hable como si fuera una niña de doce años sin vida social, claramente no haría eso, quería emborracharme, tener sexo, besarme con un chico, cosas de adolescentes.

Quería realmente probar unos labios.

—Perfecto, entonces no pasará lo que pasó con Verónica. Aclaro con alivio estúpido en la voz, por lo que entendí mi hermana chocó un auto.

La mencionada bajo las escaleras con completa rebeldía en la mirada—Ojalá pase, dense cuenta de que no es una niña ya. Habló reprimiendo un giramiento de ojos, sonreí dándole la razón pero cuando me di cuenta de que mi papá me veía borre mi sonrisa y agaché la mirada—Ya está muy grande para esto.—Si Verónica pero es nuestra única forma de reprimirla, la última vez fue la tuya y la pasamos mal.

Mejor ignoraría los regaños de mis padres a mi hermana.

Me lleve un gran bocado a la boca de la comida que mi madre preparo.

—Necesitamos una lista de chicos, tienes que encontrar al indicado para darle tu tesoro. Dijo, me sonroje, Abril era una persona muy directa en ciertas cosas.

—Abby, el físico me importa lo mismo que me importan los vellos de tus brazos. Dije, ella rio—No es eso, estúpida. Tienes que encontrar a un chico bueno, es tu primera vez.—Gire los ojos—Borracha me tiraré al primer chico que se me cruce por enfrente. Ella tiró las fotos en sus manos regándolas por la cama—a la mierda mi opinión. Reí y estruje su mejilla, revisé las fotos divertida, no podía dejar de reír internamente por su terquedad.

—El es lindo. Dije, era rubio y de ojos verdes, hermoso para una película americana.

—Su ego es más alto que el.

—Olvídalo. Dije, ella rio y empezó a observar las fotos al mismo tiempo que yo.

—Él—alcé la vista y me topé con una foto en su celular, tez blanca, ojos café oscuro en los que te podías perder y labios delgados, era tan atractivo que probablemente estaba babeando.

—Es perfecto para ti.

—¿Tiene instagram? Pregunté, ella asintió y salió de la foto entrando al perfil de aquel, lo busqué, revisé el par de fotos que tenía publicadas y lo seguí. No perdía nada.

—¿Hiciste una elección? Preguntó emocionada, asentí—No querrá acostarse conmigo, menos besarme. Dije, ella giró los ojos—Hasta yo quiero acostarme contigo, por Dios. Estás hermosa, el que no quiere simplemente es gay, o simplemente no entras en sus estándares de belleza.

—Si claro. Dije, ella agarró mis mejillas obligándome a verla haciéndome sentir nerviosa, me estremecí—Samantha Rivera, si fuera por mí y por mi orientación sexual tú ya no serías virgen desde hace mucho. Me sonroje—¡Abril! Exclamé, ella me vio completamente seria y después en sus labios se dibujó una sonrisa, me soltó y se cruzó de piernas—Entonces, ¿Qué tipo de alcohol quieres? ¿Suave o fuerte para emborracharte? Preguntó—No sé Abril, solo tomaré y ya. Respondí, ella giró los ojos y se dejó caer de espaldas en el colchón, su cabeza estaba fuera de la cama con dirección a la película en la televisión que ninguna de las dos estaba viendo.

Me acosté a su lado de la misma manera y puse mis manos en mi abdomen

—¿Es tan difícil tener sexo?

—Realmente no, solo quiero que tengas una buena experiencia.

—Ah, entonces gracias. Sonreí y agarre su mano, aquella volteó a verme y me regaló una sonrisa.

—¿Qué más hay en tu lista de deseos? Preguntó, sonreí y me senté en la cama nuevamente quedando en la orilla, busqué en mi libreta la lista.

—Número uno: Emborracharme—La tenemos cubierta. Dijo Abril—Dos: Ir a una fiesta—¿No es mejor un bar? Preguntó, me encogí de hombros—Como tú quieras, tres: Besar a un chico. Aquella sonrió—Y la cuatro, ya sabes cuál es. Ella aplaudió—listo, el día dos va a estar de sobra. Dijo—¿Segura que haremos esto solo en un día?

—Cien por ciento segura.

Your Sweet Kisses| Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora