Fefe

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Me abracé con más fuerza a su pecho y abrí los ojos, su mano vendada acariciaba mis cabellos y su boca estaba sobre mi frente—Samantha, despierta—Ordenó una voz lo suficientemente cruda para no suponer que era de Félix.

Me sobre salté y me di la vuelta, mi mamá me veía algo estresada, alcé la vista a Félix, estaba profundamente dormido.

—No puedo...

—Volveré a traerte, necesitas un baño. Asentí y me levanté, tratando de no levantarlo, la rubia caminó fuera de la habitación dejándonos solos.

Lo observé por un par de segundos.

Estaba bien, completamente bien.

Me di la vuelta y cuando estuve apunto de irme me agarró de la mano deteniéndome—¿Volverás? Balbuceó, asentí con una pequeña sonrisa forzada en la comisura de los labios.

—Me debes una cita...

—Te la debo. Respondí, me acerqué a él y besé sus labios, sonrió y soltó mi mano.

Mis ojos se clavaron en los suyos por un momento, salí de la habitación con una sonrisa boba, todo volvió de cierta manera a la normalidad con esa siesta.

—Sam, si quieres ver a Félix nos iremos en una media hora a casa.

—Está bien, gracias.

Mi madre me tomó por la mano y me hizo caminar—Supongo que ahora no me van a dejar verlo porque saben de él.

—Por mi parte si, por la de tu papá no lo sé. Dijo con seriedad—Papá ya lo conoce, ese es el problema.

—Claro... Entonces no lo sé. Dijo, gire los ojos salimos de el hospital.

—Eso fue lo que pasó.

—Te creo y será mejor que olvidemos todo lo que pasó, no vale la pena.

—Entonces estamos bien.

—Estamos bien. Respondí y en sus labios se dibujó una sonrisita tonta, me abracé a él y cayó contra las almohadas, quedé inevitable sobre y sus manos recorrieron mi cuerpo con suavidad.

Pegué mis labios a los suyos y recorrí su boca con la mía.

—Félix... Celebra tu maldito partido de rugby conmigo.

—Pasaron dos días, tonta... Balbuceó, sonreí.

—Nunca es tarde, ganaron las finales.

—Me duele el brazo aún, los cristales del auto eran gruesos... Me froté contra el, su casa estaba sola por completo.

Para un poco más de hilo, mis padres aprobaron a Félix como si fuese un pedazo de comida, entonces podía ir a su casa tres veces por semana solo por estar cerca.

Mi muñeca estaba bien, pero la herida de su brazo era más profunda así que no estaba del todo bien.

—¿Me vas a meter el brazo? Murmuré, aquel soltó una carcajada—No... Me dio la vuelta para acabar sobre mi y me observó de el ombligo hacia arriba, follandome con la mirada, jadeé, mis cabellos estaban regados estratégicamente por la almohada, mi camiseta estaba hasta la altura de mis senos dejando ver mi abdomen y cintura, mis brazos yacían a los costados de mi cabeza buscando una posición para ponerlos en un par de segundos.

Besó mis labios y su mano sana recorrió uno de mis senos con suavidad, solté un jadeo.

Para hacer un pequeño recuento, sus manos no me tocaban de esa manera desde que lo golpee en las costillas por petición suya, o sea una semana aproximadamente.

Your Sweet Kisses| Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora