Pelirroja | PT. 2

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Reí con nerviosismo y asentí.

Geovanni suspiró desesperado—¡Ya hazme caso! Me espetó con frustración—Eres un mimado, Geo. Ya voy, solamente déjame despedirme—Lo convencí con la mirada, entorno los ojos y se dio la media vuelta para caminar al campo para terminar sus vueltas diarias a la cancha.

—Me tengo que ir, disculpa.

—No te preocupes, guapo. Dijo la pelirroja con una sonrisa sutil, me perdí por un instante en sus labios de color rojo oscuro hasta que ella se acercó a mi y besó mis labios sutilmente.

Sentí una mirada clavada sobre mi espalda cuando me aferré a la cintura de la chica y dejé llevar mis labios con los suyos.

—Sabía que no podrías resistirte mucho, Félix.

—Eres linda, pero yo... Dije entre dientes, el semblante de esta se volvió serio, sus labios eran suaves y su sabor era bueno, pero algo les faltaba, no eran como los de aquella chica.

No tuve mucho tiempo de arrepentirme cuando vi a la rubia pasar a mi lado con ambas manos aferradas a la bolsa que colgaba por su hombro, su falda blanca arriba de la rodilla se sacudía por su caminar acelerado.

—Mierda...

—¿Qué? Preguntó la otra desinteresada buscando en quien estaba tan interesado.

Sentía una maldita necesidad de decirle que nada era como ella lo pensaba, me daba tanto miedo perderla.

Sam se llevó una mano a la boca y corrí detrás de ella.

La agarré de la muñeca y la jalé hacia cualquier puerta que me encontré, revisé con la mirada que no hubiera nadie y aquella tenía la mirada agachada clavada en el piso.

—Mírame—le ordené, aquella negó con la cabeza. Cerré la puerta con seguro y la acorralé contra ella, agarre su mentón y la obligue a verme.

Sus ojos estaban rojos pero no había lágrimas saliendo por ellos, solo estaban retenidas.

«Si estás jugando con ella te mato personalmente»

Antes me mataría yo por hacerla llorar.

—¿Qué? Preguntó, ablandé el ceño.

—Déjame explicarte...

—¿Explicarme que? No somos nada—Una lágrima recorrió su mejilla con suavidad.

—¿Entonces por qué lloras? Pregunté, ella giró los ojos, limpie su mejilla con el pulgar—Respóndeme. Le espeté tratando de no alzar la voz.

—Por qué estoy molesta contigo, me mentiste.

—Yo no te mentí, ella me besó y me dejé llevar.

—¡Así como lo haces conmigo! Y muy seguramente con muchas chicas más—Mordió su mejilla por dentro y agachó su mirada, besé sus labios, ella golpeó mi pecho y me dio un par de empujones, agarre sus mejillas y la atraje hacia mi.

—Te odio.

—No me digas eso... Balbuceé, ella negó con la cabeza, me separé de ella un paso y sus lágrimas cayeron con más frecuencia.

Your Sweet Kisses| Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora