Capítulo 11

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Wooyoung.

No podía dejar de pensar en San, mis manos picaban desesperadas por volver a tocarlo y mis labios sólo deseaban chupar sus pechos como si no hubiera un mañana.

Decidido y muy caliente, caminé por la cafetería perteneciente a la universidad de arquitectura en busca del atlético pelinegro.

Lo encontré conversando con sus amigos y luciendo tan sexy como de costumbre. Traía puesta una camiseta que dejaba al descubierto sus fuertes brazos y unos simples jeans holgados.

¿En serio tenía el privilegio de vivir con esa hermosura?

Con una sonrisa plantada en el rostro, me acerqué al grupo de chicos, de los cuales algunos reconocí por jugar en el equipo de basquetbol y tomé asiento junto a San.

De inmediato, la mirada de todos se detuvo en mí, en especial la de San que no era nada amigable.

_ ¿Les molesta que les haga compañía? _Levanté una ceja y deslicé mi bandeja de comida sobre la mesa.

Los chicos me ignoraron y siguieron conversando sobre un proyecto mientras que San apretó su mandíbula.

_ ¿Qué haces aquí? _Susurró molesto_. Tu universidad tiene su propia cafetería. Hasta su comida es mejor que la nuestra.

_Bueno, pero los chicos no son tan guapos y allí no estás tú _Relamí mis labios y llevé mi mano al muslo de San.

San se tensó al instante y tragó en seco, pero no podía hacer nada. La cercanía de sus amigos le impedía armar una escena.

Sonreí sintiendo el poder y me deleité con una patata frita. Sin embargo, no esperaba que cuando el timbre tocara, los amigos de San se pusieran de pie.

_ ¿Vienes? _Soobin le preguntó.

_Los alcanzo luego _San le mostró su tierna sonrisa y apenas notó que se fue, volvió su vista hacía mí y cambió su expresión por una de puro enfado.

Lo próximo que sentí fue su mano rodeando mi muñeca y sujetándola con más fuerza de la necesaria hasta conseguir hacerme jadear. De un tirón, me levantó de la banca y me llevó a rastras a quien sabe qué lugar.

Supe que estaba enojado, muy enojado.

Y mierda, como me calentaba. Mis pantalones apretaban únicamente al ver las venas de sus brazos marcarse.

Llegamos al vestidor y San sin nada de cuidado, me tomó del cuello de la camisa y me estampó contra uno de los casilleros. Mi cabeza golpeó de tal forma que hice una mueca adolorido.

_ ¿Q-que carajos pasa por tu cabeza?¿Eh? _San escupía rabia_ ¡Responde, maldita sea! ¿Por qué me sigues?

_Yo pensé que tal vez extrañarías mis caricias _Me burlé, un poco con la voz ahogada, ya que San ejercía mucha presión y me impedía respirar correctamente.

_No vuelvas a tocarme en público o lo lamentarás _No había ningún deje de broma en su voz, sus ojos fulminantes brillaban_. Si quieres hacer cosas extrañas, lo haremos en tu departamento donde nadie pueda verme, ¿entendido?

Asentí, mis ojos bajaron a sus pechos, los cuales como San tenía levantados ambos brazos se marcaban de una manera espectacular. Guiado por mis más bajos instintos, apreté sus pechos con mis manos y me deleité al sentir su forma.

_ ¿Quieres tocarme? _San frunció sus cejas.

Y lo más inesperado sucedió cuando San me sujetó de la parte trasera del cuello y unió sus labios con los míos. Me quedé paralizado, ninguna parte de mi cuerpo fue capaz de reaccionar excepto la que tenía más abajo.

Pero aquello no era un beso, San mordisqueaba mis labios con sus dientes y su agarre impedía que me moviera. Era tanta la agresividad de San que mis labios comenzaban a sangrar y sólo en el momento en que sintió el sabor metálico se detuvo.

Dolía tanto, pero al mismo tiempo me resultaba fascinante. Traspasaba la línea del dolor y llegaba al placer únicamente por ser San quien me besaba.

San se separó bruscamente y se limpió los labios con una mueca asqueada. Yo seguía anonadado, ni siquiera podía pestañar.

_ ¿Querías que te toque? Pues lo haré a mi manera _San me empujó y dedicándome una última mirada de repudio se retiró.

Sin pensarlo, toqué mis labios que aún dolían y sonreí porque tal vez San no era tan hetero como parecía.

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