Capítulo 9

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Narra Wooyoung.

_ ¿Qué estás haciendo? _Pregunté cuando San me tomó de la mano y guio al sofá.

_Sólo cállate y sígueme _San me dejó caer sobre el sofá y se subió a horcajadas sobre mí.

Abrí mi boca sin poder reaccionar. Su rostro estaba a centímetros de los míos, a esta distancia no fue difícil distinguir el color de sus ojos, los cuales iluminaban con un brillo constante.

Eran tan bonitos, todo en él era perfecto.

Pero claro que mis ojos bajaron a la altura de su pecho.

San traía puesta una chaqueta y bajo la misma lucía una camiseta sin mangas, que al ser de color blanco permitía que su piel se trasluzca. Hasta me permitía ver las hermosas puntas de sus pezones.

Esto era demasiado para mí.

_Escucha, sé lo que quieres y te lo daré, pero a cambio tú me brindarás techo y comida por el resto del año.

_ ¿Hablas de...

_Todo, aceptaré lo que pidas menos besos en los labios y obviamente sexo _Me advirtió_. Entonces, ¿Qué dices?

_ ¿Podré tocarte cuando quiera?

San asintió.

_San, en serio no juegues conmigo.

_ ¡No estoy jugando!

_ ¿Tampoco me golpearás?

Estaba seguro de que si San lo deseaba, me rompería la cara en menos de un minuto pues yo no era reconocido por ser tan fuerte como él.

_A menos que me metas algo, no creo que sea necesario.

Sonreí y de inmediato, enterré mi nariz en el cuello de San y aspiré su aroma a jabón. Desesperado le quité la chaqueta y él algo sorprendido, me ayudó.

Por favor, que esto no sea un maldito sueño.

_Supongo que eso es un sí _San opinó.

_ ¡Por supuesto sí! _Exclamé mirándolo como si fuera mi bocado favorito_ ¡Mil veces sí!

Que tonto, si supiera que lo dejaría vivir aquí sólo por el privilegio de verlo en ropa interior cada mañana.

Pero bueno, supongo que fui un niño bueno este año y este es mi regalo de navidad adelantado.

Terminé por quitarle también la camiseta a San y sentí una punzada en la entrepierna al verlo así. Se veía tan grande, tan imponente sobre mí que únicamente pensaba en disfrutarlo.

Disfrutarlo mucho.

_No me mires de esa forma _Reclamó San_. Me desagrada.

_Lo siento, es que eres jodidamente caliente _Susurré. Mis manos bajaron a sus pechos y los apretaron, luego siguieron por sus bien formados abdominales y maldecí cuando San detuvo mi mano que quería continuar el recorrido.

El pelinegro apartó su rostro sonrojado y yo aproveché su descuido para dirigir mis pulgares a sus pezones cafés y girarlos en círculos. Él se estremeció al sentir aquello y rodeó mi cuello con sus brazos para facilitarme la acción.

Mordí mi labio al admirar la belleza de sus pechos. Eran más grandes de lo que había imaginado por lo poco que me dejaban apreciarlos las camisetas que San acostumbraba a usar.

Sin más tiempo que perder, abrí mi boca y llevé uno de sus pezones a la misma, entreabrí mis labios y disfruté de chuparlo como si no hubiera un mañana.

San parecía sorprendido por mi arrebato, pero no dijo nada. Mi otra mano cayó sobre su trasero y lo atrajo más hacía mí.

Intercalé el uso de mi boca entre ambos pechos, mi lengua lamía y mis dientes mordían la piel. San suspiraba y yo simplemente no podía pedir nada más en esta vida.

_N-no me dejes marcas _Amenazó con la voz temblorosa.

Cuando los pezones de San estaban debidamente erectos y sensibles, subí mis besos por su clavícula.

Quería más, vaya que quería más y lo hubiera conseguido de no ser porque San, al acomodarse mejor, sintió mi dureza bajo su trasero porque claro que me había excitado.

San con los ojos exaltados me empujó y saltó al otro lado del sofá.

_ ¿Qué carajos? ¿Te pusiste duro sólo por lamerme el pecho? _Frunció el ceño_ ¡Los gays son tan raros!

_Lo siento, no pude evitarlo _Sonreí, mis labios seguramente estaban hinchados a más no poder_ ¿Seguimos?

_No, es suficiente _San determinó molesto y con la misma actitud tomó su camiseta del suelo_. Y más te vale no masturbarte pensando en mí _Me señaló.

_ ¿A dónde vas? _Interrogué al notar que se iba.

_A tirarme a la primera chica que encuentre _San volteó hacía mí_. No pienses que esto lo hago por gusto, sólo es un trato que te favorece a ti.

_Lo entiendo _Agaché mi cabeza.

_Genial, ahora estamos a mano _Jadeó antes de cerrar la puerta.

Mierda, ¿y ahora qué haría con mi erección?

Después de que se fuera, tomé mi computadora y busqué que cosas podía hacerle a San que estuviera dentro de sus parámetros porque sin duda un chico heterosexual como San no era muy... accesible.

BoobsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora