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Louis llevaba exactamente una semana sin dormir

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Louis llevaba exactamente una semana sin dormir.

Vivía en el cuarto piso de un edificio de departamentos que había alquilado cuando se mudó a Nueva York con el sueño de ser un artista empedernido, sólo él y sus obras de arte.

El primer año que había estado en Nueva York había salido de maravilla, tenía buenos amigos, salía a disfrutar su adultez y siempre sentía seguridad en el amigable barrio en el que vivía.

Pero últimamente eso había desaparecido.

Sentía como si alguien lo observara, no había visto películas que le hicieran ponerse paranoico, era real, sentía como si alguien le siguiera las veinticuatro horas del día, sin descanso, a veces volteaba a ver hacia atrás cuando se bañaba, incluso cuando cerraba la puerta del baño, sabiendo que vivía solo.

Se había incluso hecho una limpia de malas vibras creyendo que llevaba un espíritu maligno pegado a su dulce ser.

Pero no creía en fantasmas, él pensaba que realmente había alguien siguiéndole los pasos, acechándole hasta que fuera el momento oportuno para matarlo o raptarlo y hacer cosas turbias con él.

Louis también era dramático.

Por ello, que un sábado temprano decidió levantarse para buscar su traje más deportivo y salir del departamento en busca del salón de boxeo más cercano a su barrio.

En su bolso llevaba un gas pimienta, una navaja con forma de gatito en la empuñadura, un láser cegador y una chicharra que dejaría una descarga eléctrica a cualquiera que quisiera ponerle las manos encima.

Pero Louis también era alguien miedoso, se paralizaba en cuánto sentía el miedo en su sistema.

Las puertas de cristal del lugar le recibieron, su mapa en el celular no le falló, puesto que había llegado a Boxing Studio sano y salvo.

Habían hombres musculosos por aquí y por allá, el ring de boxeo estaba en el centro del lugar, máquinas para hacer ejercicio, caminadoras, pesas, distintos equipos. Todo le hizo a Louis tragar saliva, todo.

A él le gustaba el fútbol, solía jugarlo mucho de niño pero algo que detestaba era hacer ejercicio, no era su fuerte. Siempre en los partidos cuando llegaban las peleas, él se hacía a un lado o se escabullía, se le daba más la pelea verbal.

Sus amigos podían convencerlo para cualquier plan, menos para arrastrarlo a un lugar donde masacraría sus músculos.

Hacerlo "al fallo", un fallo cardíaco probablemente tendría.

—¿Buscabas algo, niño?—. Louis alzó la mirada al hombre de casi dos metros que le observaba.

Estaba calvo, era muy alto y estaba sudoroso, le miraba con curiosidad como si alguien como Louis no debiera estar ahí.

pégame (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora