Epílogo

357 40 4
                                    

Así como vino.
Cada año se ponía más buena.

La belleza en su mirada seguía intacta, sus labios, manos y cuerpo eran una adicción. Sus músculos tonificados, su abdomen de lavadero, cada año se veía más sexy, como si los años no avanzarán.

Lauren.
Era la mujer que amaba, con ella podía ser yo misma, con ella me mantenia feliz, su forma de amarme me hacía sentir única.

Los años habían transcurrido como si nada, ya no éramos jóvenes, el peso de los años se marcaban en mis cabellos, sin embargo no era algo que me molestará.

Ya nuestros hijos eran adolescentes, nuestro nieto tenia cinco años y ya corría como un pequeño conejo de un lado a otro.

—Camz ¿sabes donde deje mi camisa verde?—

Escuche la voz de Lauren, al girarme me la encontré recién duchada. Su hermoso cabello húmedo caía sobre su espalda fornida.

Amor ¿me escuchaste?—
Asenti sin decir palabra alguna, me gustaba verla.

Se acercó a mí, apoyándose en el escritorio, su cuello se veía apetitoso y sus labios me invitaban al pecado.

—¿Sabes donde esta mi camisa?— me volvió a preguntar y volví a asentir.

Se inclino un poco más y beso mis labios. Eso quería desde el principio, su estúpida camisa no me importaba en lo más mínimo. 

Sentí su mano apretar mi teta, esa forma feroz que tenía para hacerme sentir caliente.

—¿Sigues escribiendo?— susurro mientras se subia encima de mi. Su olor era exquisito, maldito shampo..

Sigo escribiendo, escribí de ti hace poco.. de lo mucho que me gustas y de esas veces en que me haces el amor como una salvaje

—Espero leer pronto ese escrito, quiero saber como me miras—

Abrí su bata, dejando expuestas sus majestuosas tetas. Hundí mi cabeza entre medio de ellas, suavemente me acomode, abrazándola por detrás, sus nalgas estaban perfectas y me encantaba sentirla cerca.

—Camz lo único que provocas es que quiera hacer el amor contigo

—Ve a la cama cariño— ordene cordialmente —Necesito hacer una revisión de este bello cuerpo que tienes

Lauren se levantó de mis piernas, a escasos metros estaba nuestra cama y se sentó en el borde.

Generalmente siempre me obedecía, sobretodo en el sexo.

Has estado diferente últimamente— escuche decir

—¿Te molesta?—
Estaba frente a ella, abrí completamente su bata.

¡Joder!
Confirmo que seguía teniendo un cuerpo glorioso.

No me molesta, me gustan los cambios y quizás debe cambiar también

Frunci el seño molesta, ella no debía cambiar solo yo. —Lauren me perteneces y no vas a cambiar nada de ti, me gusta que seas así conmigo me arrodille ante ella, tomé una de sus tetas con mis manos

—Tenemos unos veinte minutos ¿recuerdas? Es el cumpleaños de Becky—

—Lo sé, guarda silencio
Comencé a chupar su teta, lentamente mi lengua enrollo su pezon. Con el tiempo me había vuelto muy audaz en ello, bueno en verdad había aprendido de mi mujer.

Mi hija 3, la última cruzada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora