Capítulo 13.

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Zafiro.

Me despierta el sonido de un pitido constante y el olor a antiséptico. Me cuesta abrir los ojos, luego de varios intentos para que mi vista vuelva a la normalidad y deje de ver borroso, me doy cuenta que es de noche. La luz que entra por el enorme ventanal y la pequeña luz de la mesa es lo único que ilumina la habitación.

Tardo unos minutos en procesar donde estoy, es un hospital y estoy llena de agujas que se conectan a las máquinas. El pitido que sentía era el monitoreo de mis signos vitales.

No entiendo nada.

Me intento sentar en la cama, pero la fuerza en mis brazos es nula. No me gusta la oscuridad y aunque la pequeña luz ayude, siento como mi corazón comienza a latir más rápido haciendo que los pitidos se intensifiquen.

Me llevo las manos a los oídos y las rodillas al pecho esperando que se calle, pero no sucede solo. La puerta se abre, la escucho golpear contra la muralla.

—Apaguen esa mierda, la esta alterando— reconozco su tono de inmediato.

—La silenciaremos señor Sokolov, no podemos apagarla, la paciente aún está en constante riesgo— esa voz es nueva para mí.

Me impresiona que logre mantener la calma y hacerle frente a Vicious sin titubear.

—Haz la mierda que sea, pero que se detenga el ruido.— pone sus manos encima de las mías. El ruido finalmente se detiene— Ya se acabó, relájate.

Con sus manos va bajando las mías de a poco y me vuelve a recostar en la camilla una vez que ya me calme. Me quita el pelo del rostro y me pone la mano en la garganta, monitoreando mi pulso.

—¿Cómo se siente señora Sokolova?— quito mi atención de los ojos de Vicious para ver a la chica a unos pasos de mi camilla. Es joven y no es rusa— Disculpe mi falta de modales, soy Claire Reed, su doctora.

Veo la placa en su bata blanca, es americana, pero me recuerda a alguien, solo que mi cabeza no logra procesar a quién.

—¿Cómo va a estar?— irrumpe Vicious a mi lado— Acaba de tener un puto ataque de pánico, no está bien.

—Basta— le digo con voz rasposa, me mira de inmediato y como si fuera un niño regañado se calla.

Eso saca una pequeña sonrisa en la doctora, pero la quita antes que él pueda percibirla.

—Es normal dentro de todo lo que ha vivido su esposa que estos episodios puedan suceder, verse sola y saliendo de los medicamentos puede confundirla, eso sin saber los efectos que el veneno pueda provocar a futuro— la miro confundida y siento mi entrecejo fruncirse.

—¿Veneno?— pregunto a penas— ¿Me han envenenado?— miro a Vicious.

Asiente y veo el tic de su mandíbula al ser apretada. Va con la misma ropa que uso en el club.

—¿El chico que quemaste?— la doctora carraspea.

—Los dejare solos— nos dice a ambos— volveré en diez minutos para llevarla a hacerse los exámenes señora Sokolova, no la altere por favor.

Sale de la habitación ganándose una mirada de odio por parte de Vicious, pero ella no se acojona ante él. Incluso si mi esposo mide el doble de ella.

—¿Fue él no?— le vuelvo a preguntar— Te dije que traería consecuencias Vicious, nunca me escuchas y lo peor me lo llevo yo, ¿por qué no te envenenan a ti?

—¿Eso te gustaría no?¿Quedar viuda?— ruedo los ojos— No fue él.

—Entonces puede ser cualquiera, tenemos muchos enemigos— me duele la cabeza aún.

Vicious Wedding © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora