Capítulo 2.

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Zafiro.

Solo los Sokolov y sus hombres de confianza saben de los pasadizos en todo el territorio, pero yo también viví aquí y cuando tu hogar se convierte en una cárcel aprendes a escapar. Me aprendí al revés y al derecho todos los caminos secretos de esta propiedad, me oculte mucho tiempo en ellos. Así que a penas los guardias de Dom me sacaron la mirada de encima volví a ellos. 

Por eso estoy aquí, atrás de Vicious sin que nadie me haya visto. No me tiembla la mano, por el contrario esta firme en su nuca. 

¿Apretaría el gatillo? Depende de la situación, pero si es para proteger a mi hermano y a mi Capo claro que lo haría. 

—Me alegra que hayas salido de tu escondite ratón— su frase resuena en mi cabeza de formas que no me gustarían. 

Pequeño ratón, así me llamaba cuando nos conocimos, hace varios años atrás. Cosas que no quiero recordar en estos momentos. 

—Dile a tus hombres que bajen sus armas y dejen de apuntarle a mi hermano— mi voz no tiembla al decírselo, quizás el no verlo a los ojos me da cierta confianza. 

No veo que gesto les hace, pero bajan sus armas y se ponen en posición recta, soldados perfectos lo que vuelve un poco humillante que los chicos hayan desprotegido a mi hermano. Sé que Lucas debe estar hirviendo de la rabia por aquel error. 

Dom les indica con los ojos que bajen sus armas también y lo hacen de inmediato. También veo la duda en sus ojos al haber sido humillado por Vicious aunque él no lo crea porque aparecí yo para cubrir su espalda. 

—Baja el arma Zaf— me habla mi hermano y dudo. 

¿Qué asegura que Vicious no vuelva a apuntarle?

Principessa— lo sigue Luca haciendo que la cabeza de Vicious gire en su dirección. 

—¿Perdón?— lo mira directamente— ¿Cómo llamaste a mi esposa?

—No soy tu esposa— le respondo aún con el arma en su nuca— y me llama así porque por si lo olvidaste sigo siendo una princesa de la mafia italiana, es una muestra de respeto, no todos los hombres son unos cerdos que dicen cosas lindas para llevar mujeres a su cama. 

—No necesito decir nada lindo para llevarme a alguien a mi cama.— me responde de forma egocéntrica. Claro que sabe lo que es y que todas las mujeres del Concilium quieren estar con él— Baja el arma ahora— me golpea con su tono de voz. 

Lo hago al ver la mirada de suplica de mi hermano y camino para ponerme a su lado, pero Vicious me toma de la nuca al adelantarme, pasa su brazo por mi cuello y pega mi espalda a su pecho haciendo que su boca quede justo en mi oído.

—¿Te das cuenta lo que hiciste?— pega su cuerpo a mi. Todos en esta sala están conteniendo la respiración y la mano de Luca en el pecho de mi hermano lo detiene a intervenir— Le apuntaste con un arma a tu propio esposo, ¿sabes cómo se le llama a eso en las reglas del Concilium?— siento su aliento de lleno en mi cara— Traición. 

Me cuesta pasar la saliva por mi garganta por su agarre y porque es la única persona que logra ponerme nerviosa, tanto tiempo luchando contra mis emociones y Vicious las derriba de inmediato. Buenas o malas, ahí están. 

—Estabas amenazando a mi hermano, mi Capo— le respondo intentando salirme de su agarre, pero lo hace más fuerte. 

Es imposible luchar contra su fuerza, de hecho puedo sentir su abdomen firme en mi espalda. 

—Tu líder desde el momento en que te pusiste ese anillo en el dedo soy yo— nunca he dejado de usar mi anillo de compromiso— a quien le debes respeto y lealtad es a mí. Deja que los Iudices se enteren de lo que hiciste, prepárate para que tu libertad llegue a su fin. 

Vicious Wedding © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora