Cuando empieza el apocalipsis, el equilibrio en la extraña vida de Roselyn cambió toralmente, claro claro la chica no esperaba vivir mucho, se sorprendió al haber logrado sobrevivir mas de dos meses, ella junto a su madre deciden ir en busca de un l...
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Suspiré frustrada y salí de la ilgesia, no había podido rearmar la pistola así que decidí dejarla en la banca y salir a despejarme antes de tirarla contra la pared. No tenía mucha paciencia en estos momentos.
Caminé hacia el autobus y pude notar que Abraham intentaba arreglarlo mientras que Eugene estaba en el asiento del conductor y Rosita estaba sentada en las escaleras del bus, al verme sonrió y caminó hacia mi.
-Hasta que decidiste salir linda. ¡Abraham!-El hombre volteó y soltó un par de insultos, seguido de eso se acercó a nosotras y le extendió a Rosita el arma que él usa y la intercambió con la de ella, fruncí el ceño cuando entendí lo que pasaba.
-¿Apostaron?
-Claro que si. Él dijo que no saldrías de ahí porque ambos se gustan y yo dije que saldrías de ahí en menos de mediahora. Y aquí estás.-Soltó Rosita con una sonrisa, Abraham volvió a soltar unos cuantos insultos y volvió a lo suyo mientras Rosita y yo entrábamos al bus.
-No nos gustamos. Ambos tenemos un odio mutuo hacia el otro y no cambiará. Es insoportable y se cree que tiene la razón en todo. Justo como Eugene.-El nombrado me miró y rodé los ojos.-Lo lamento. Tu eres más insoportable.-Rosita soltó una risa y el hombre me miró con su típica expresión de seriedad y superioridad.
-No soy insoportable, soy inteligente. Lamento que mi inteligencia te moleste niña.-Rodé los ojos y suspiré, estúpido.-Y por si no sabias está cientificamente comprobado que las personas que dicen odiarse en realidad lo hacen para no mostrar sus verdaderas emociones por miedo a salir lastimados. Se gustan.-Volteó y apreté mis labios, obvio no tenía razón, no era más que un supuesto científico tonto.
-Tu ciencia me la paso por donde no me llega el sol.-Murmuré y Rosita se rió, acto seguido se sentó frente a mi y me miró aún con una sonrisa en su rostro.
-Eugene tiene razón. He visto como lo miras. Lo miras como si fuera la última persona viva en el mundo, tus ojos lo miran de diferente manera que al resto. No puedes mentirme, soy mujer.-Mordí mi labio inferior y negupe ante lo que dijo, no iba a pensar en eso.
