Capítulo 8 ( El asesino )🌹

44 21 64
                                    

Llegamos a la casa y me bajo de su camioneta corriendo, no me atrevía ni a  mirarlo a los ojos, estaba muy avergonzada por lo que había comentado Leo del beso.

Entro a mi casa y suelto el aire que traía contenido, del beso si se acordó, pero porque no se acordó que me había corrido de su casa, de eso no se acordaba.

¡Estúpido Leo!

Subo a mi habitación y me cambio rápidamente de ropa, después agarro un bolso y lo lleno con las  cosas que necesitaría en el hospital mi mamá, antes de irme pase por la cocina a comer un emparedado; ya el hambre se estaba haciendo presente con su peculiar sonido en mi panza. Después de terminar de comer voy directo afuera para subir a mi auto e irme al hospital.

Lo que vi al salir me dejó impactada, no podía creer lo que veía mis ojos, mi auto tenía todos los vidrios partidos, los cauchos estaban rotos, hace un momento estaba bien y ahora estaba totalmente destruido y lo peor es que yo no escuché ningún ruido.

— Amanda, ¿Qué le sucedió a tu auto? — pregunta Leo saliendo de su casa con cara de asombro al ver la magnitud del daño en mi carro.

— ¡Malditos locos que viven en este pueblo, los odio a todos! — gruño mientras me acerco a mi auto — ¿Qué les pasa a la gente de aquí? — me pregunto mientras rompo en llanto, ya era mucho por hoy, estaba lo de mi madre y ahora lo de mi auto.

— Tranquila, no llores, yo te llevaré al hospital —  dice Leo curvando la comisura de su boca.

Me le quedo  mirando, estaba muy confundida, no era casualidad lo que estaba pasando, ¿Por qué alguien dañaría mi auto? ¿Con que propósito lo haría? No teníamos enemigos que yo supiera, ni siquiera le hablábamos a las personas de aquí, a la única persona que habíamos tratado era a Leo y no lo creó capaz de algo así.

Me subo a la camioneta con Leo, no tenía de otra, tenía que ir al hospital a llevarle las cosas a mi madre. Enseguida mi vista se centra en las manos de Leo que tenía en el volante, sus manos estaban llenas de rasguños como si se fuera cortado con vidrios, frunzo mi ceño mientras volteo mi mirada hacia adelante, en ese momento comencé a dudar de él, tal vez fue este chico quién  lo hizo, pero con que motivo dañaría mi auto.

Leo conducía y yo solo iba en silencio pensando en miles de cosa, ¿Qué rayos está pasando con mi vida? Antes tenía una vida normal y ahora todos los día son malos para mí, me siento tan frustrada por toda esta situación.

— Llegamos al hospital me bajo y veo como Leo apaga el motor de la camioneta, eso quería decir que no se pensaba ir, él se acomoda en el asiento como si iba a dormir, doy la vuelta extrañada de su comportamiento.

— Te voy a estar esperando aquí — pronunció Leo con su voz grave que paraliza, asiento y me propongo a entrar al hospital.

Dure varias horas atendiendo a mi madre en la habitación donde la tenían, no noté que ya había caído la noche, me asomo por la ventana y veo la camioneta de Leo todavía estacionada afuera, pensé que se había ido por todas las horas que tengo sin salir, Pero no, ahí estaba esperándome.

— Amanda, ya es tarde, ya deberías irte a la casa, no quiero que andes tan tarde por esas calles — propone mi madre preocupada.

— Tranquila mamá, afuera está Leo esperándome, así que no te preocupes, él me llevará hasta la casa.

— ¿Leo está afuera y no subió a verme? Ese chico es extraño, pero en el fondo se ve que es un buen muchacho.

Ya era momento de irme a casa, así que me despido de mi madre abrazándola muy fuerte, no la quería soltar, Pero ya era muy tarde por la noche, era mejor que me fuera y ella pudiera descansar un poco.

Salgo del hospital, eran aproximadamente las diez de la noche, al salir me doy cuenta que está lloviendo a cantaros, voy corriendo al estacionamiento y no veo la camioneta de Leo, ya se había ido, lo raro era que hace unos minutos la había visto por la ventana estacionada afuera.

Al ver que ya no tenía quien me llevara a la casa, me tocó esperar bajo de un techo a qué dejara de llover, para buscar un taxi y poder irme.

Después de casi una hora por fin la lluvia cesa y salgo a buscar un taxi, las calles estaban desiertas, no había nadie, ni un auto o persona que pasaran. Mientras caminaba comencé a sentirme preocupada, sentía en mi espalda un escalofrío que me recorría de pies a cabeza, el sonido de mis pasos en la oscuridad era acelerado al igual que mi corazón.

De pronto a lo lejos veo a una chica en la estación del bus, ella lucía muy intranquila y nerviosa, me sentí aliviada de ver a otra alma en esas desoladas calles oscuras y húmedas por la fuerte lluvia que había pasado.

Esa tranquilidad me pasó rápido cuando la chica al verme se me acerca muy nerviosa.

— Hola, amiga por favor ayúdame —  dice la chica sujetando sus manos muy intranquila.

— ¿En qué te puedo ayudar? —  pregunto mientras trató de ver si había alguien más en la calle.

— No sabes dónde puedo encontrar drogas, es tarde, pero la necesito, por favor ayúdame —  la chica me sujeta del brazo y yo la empujo para soltarme de su agarre.

Sin pronunciar una palabra logro soltarme y sigo caminando mientras que esa mujer camina detrás de mí, insiste en que la ayude, trato de acelerar el paso y ella también lo hace, de pronto mi cuerpo se paraliza al ver a un hombre vestido todo de negro salir de un callejón oscuro, la capucha de su sudadera le cubría la cabeza imposibilitando ver su rostro.

El terror se apoderó de mí al ver a ese hombre, mis pies se paralizaron, no me podía mover, solo podía sentir mi respiración acelerada y el sudor caer por mi frente.

— ¡Oye tú! Sabes dónde puedo encontrar drogas, por favor ayúdame —  dice la chica acercándose a aquel misterioso hombre.

Apenas estaba algunos pasos de él cuando veo que aquel hombre saca un cuchillo y lo pasa por el cuello de esa mujer salpicando de sangre mi rostro. Ella cae al suelo agonizando y el se agacha para seguir clavando el cuchillo en su cuerpo con mucha ira. Por lo que estaba viendo en ese momento no podía ni mover un músculo, solo sentía mi corazón martillar mi pecho y mi cuerpo temblar.

El hombre se me acerca y me sujeta por el pelo, en ese momento pasó por mi mente miles de cosas que me hacen reaccionar, comienzo a gritar y el me tapa la boca con su mano mientras que con la otra coloca el cuchillo en mi cuello, quedo horrorizada al sentir su lengua húmeda deslizarse por mi cara lamiendo la sangre que me había salpicado.

Lamía mi mejilla y mi frente como si fuera un animal sediento de sangre, enseguida dije en mi mente: “Él es el asesino y me va a matar a mí también” mis lágrimas caían y se mezclaba con la sangre y la saliva de aquel hombre.

Ya sentía que mis pies se debilitaba y mi cuerpo estaba apunto de colapsar y desmayarme, de pronto el hombre hace un gesto que haga silencio y quita el cuchillo de mi cuello, se aleja un poco de mí y se queda inmóvil por unos segundos observándome, aunque no le podía ver su rostro podía sentir esa mirada recorrer mi cuerpo.

Apenas había pasado algunos minutos y yo sentía como si tenía una eternidad ese momento tan horrible, el hombre se me vuelve acercar y esta vez me da un fuerte golpe que hizo que mi vista se nublara y pude sentir como mi cuerpo caía al suelo todavía mojado por la lluvia, trato de levantarme pero mi cuerpo no me lo permite y pierdo el conocimiento en aquel suelo frío y mojado.

Gotas Carmesí #AstroWordsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora