Capítulo 12 ( Una maldición)🌹

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Esos labios carnosos de Leo arremeten mis labios tan ferozmente que me duelen, él no era para nada delicado conmigo, más bien parecía que le gustaba hacerme sentir dolor.

Sus mano me acariciaba y me apretaba todo mi cuerpo y sin darme cuenta Leo quita mi camiseta dejándome solo en mi ropa interior; que por cierto era rosada de mariposas. Se aleja un poco de mí mientras me observa con perversidad, respiro profundo al ver esa mirada que examinaba mi cuerpo con tanto deseo.

- Acuéstate en mi cama - lo escucho decir.

Sentí que mi corazón se paralizaba ya sabía lo que iba a pasar si me acostaba en su cama, nunca había estado con un hombre y siempre quise hacer todo lo cliché que se hace la primera vez con el hombre que amas, pero esto no era nada de lo que había imaginado hacer en mi primer vez.

Nos quedamos mirando un instante en silencio y el me vuelve a repetir :

- Acuéstate en mi cama, Amanda -- esta vez sonó exigente.

Esa voz y esa mirada me tenían controlada, parecía una tonta parada frente a él, siento como mis pies se mueven en dirección hacia la cama después de la orden de Leo, me acuesto en el centro sintiendo lo suave de la sabanas en mi espalda. Él se coloca delante de mí y sonríe con picardía.

De pronto paso de una sonrisa pícara a una cara sería, parecía molesto, al ver esa expresión intento levantarme pero fue inútil, rápidamente Leo al ver que me levantaba se subió encima de mí quedando los dos tan cerca que su mirada quedó fija en la mía.

Mi cuerpo comenzó a sentir un montón de sensaciones que iba desde mi cabeza hasta mis pies, pero era más intenso entre mis piernas.

Él solo me miraba como esperando que yo reaccionara y diera el siguiente paso, y así fue, con mis manos en su rostro lo acerco más a mí y lo beso dejándome llevar por esas sensaciones tan excitantes que sentía.

Mientras Leo me basaba sentí como su lengua entro en mi boca al mismo tiempo que tocaba suavemente mi intimidad haciendo salir un fuerte gemido de mí que inmediatamente callo con sus besos.

Leo perdió el control sobre mí al escucharme gemir, su excitación fue tan grande que pude sentir su dureza rozando mi vientre y mi entre pierna al moverse con tanta exigencia sobre mí.

Esa sensación de placer que sentía con sus besos derrepente paso hacer una sensación de dolor al sentir como Leo me mordía tan fuerte mientras me besaba, su mano me apretaban tan duro que me dolía, al morder mi piel cerca de mi seno hice un gesto de dolor, cosa que excito más a Leo y arremete más feroz con besos excitantes.

- ¡Detente, me duele! - susurró al sentir sus uñas clavarse en mi muslo.

Leo al escucharme se detiene, se levanta de la cama y me observa, su cara no reflejaba nada parecía que se había quedado modo neutro.

Me le quedó mirando impresionada al ver como se aleja y se sienta en una silla cerca de la ventana, me levanto de la cama y voy hacia él.

- ¿Leo que pasa? - pronuncio mientras él solo miraba hacia la calle.

- Amanda mejor vete, no quiero hacerte daño, vete y no vuelvas a venir a mi casa.

¿Qué? no podía creer lo que estaba escuchando, Leo me estaba corriendo otra vez de su casa después de lo que estábamos a punto de hacer.

- No me iré, necesito saber que es lo que pasa contigo, Leo.

- ¡Amanda!, por tu bien vete y no vuelvas. no quiero que sufras, tú no.

Esta vez levanto su rostro para hablar clavando esa mirada tan penetrante en mí.

- Leo..

- ¡Basta Amanda! te dije que te fueras - gritó ya alterado.

Me sentí tan patética, él me estaba corriendo de su casa y yo todavía sentía esa necesidad de quedarme ahí con él.

Respiro profundo y recojo del piso mi camiseta, me la coloco para salir de esa habitación.

- No se qué pasa contigo Leo, dices que no me quieres hacerme daño, pero ya me lo estás haciendo.

Leo me observa fijamente mientras yo trato de no llorar delante de él, me doy la vuelta y salgo de ahí dejando a Leo sentado con su mirada confundida.

Al salir de la casa corro hacia la mía, el frío toca mi rostro y siento más frío al unirse con mis lágrimas.

Entro a mi casa y comienzo a llorar, de verdad me sentía como una idiota, Leo me trataba como él quería y yo solo sentía que quería estar cerca de él, me sentía estupida al estar llorando por un imbécil.

Subo a mi habitación y entro al baño para ducharme, no quería sentir más el olor del perfume de Leo en mi piel, al verme en el espejo quedó sorprendida, tenía varias marcas de mordida en mi cuello y mis senos, bajo mi mirada hacia mis muslo y puedo ver pequeños hematomas y rasguños.

En que demonio estaba pensando, estuve a punto de acostarme con ese hombre tan extraño, apena estaba comenzando a acariciarme y mira como tenía el cuerpo lastimado, como hubiese sido si fuera hecho lo demás, tal vez me fuera matado.

Me acuesto en la cama muy triste, no podía evitar sentirme así, por más que lo trataba de disimular, los malos tratos de Leo me afectaban más de lo que pensaba.

Definitivamente Leo no era normal, él estaba loco, pero más loca estaba yo que me había enamorado de él y que lo deseaba más que nada en este mundo, en mi cuerpo todavía estaban esas sensaciones que me había hecho sentir, cerraba mis ojos y podía sentir sus besos, sus manos haciendo que mi cuerpo se estremeciera.

¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Por qué siento está fuerte atracción por él?.

Entre más lo conozco me doy cuenta que es muy diferente, sin embargo yo solo quiero estar con él, de seguro este pueblo esta maldito y su maldición me cayó a mí, porque nunca en la vida había actuado así. tal vez Leo era mi maldición, una maldición que me gustaba mucho.

Gotas Carmesí #AstroWordsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora