capítulo 27 ( Resignada)🌹

15 10 29
                                    


Amanda Anderson 🌹

Una suave melodía hace que despierte poco a poco, para darme cuenta que estoy en una cabaña amarrada y amordazada, trato de soltarme pero es imposible los amarres de mis manos y pies estan bien apretados al punto que me duele al moverme.

La puerta rechina al ser abierta por alguien que entra a la cabaña, ya sabía quien era, así que ni levanto la mirada, estaba tan decepcionada de Leo que me dolía hasta mirarlo.

La música seguía sonando mientras Leo se sienta en un rincón donde desde ahí me observa, sentir esa mirada en mí me perturba. Levanto mi mirada y lo consigo viéndome fijamente, su rostro no expresaba nada, Pero sin embargo su mirada me decia muchas cosas, me sentí confundida ¿Qué era lo que realmente Leo quería hacer conmigo? ¿Qué era lo que intentaba hacer? Fuera lo que fuera me estaba matando en vida.

No pude evitar sentirme mal por haberme enamorado de él, ahora mírame tirada en el suelo amarrada sin saber que va hacer de mí, no se que me va a suceder y me asusta mucho, lo peor es que mi verdugo resulta ser el hombre que amo tanto, el hombre que queria ayudar y no me lo permitió.

El celular de Leo comienza a sonar y escucho que discute con otra persona, me imagino que es el otro asesino.

- ¿Que dices?, eso no era lo que habíamos quedado, maldita sea dijiste que hoy mismo la matariamo, ahora me dices que mañana, ven y terminemos con esto de una vez.

Cierro mis ojos mientras lágrimas caen, Leo estaba desesperado por terminar conmigo, él me quería matar y ya no quería esperar más para hacerlo, ese era el maldito amor que decía que sentía por mí, maldito mentiroso, maldito.

Leo sale furioso de la cabaña dejándome sola escuchando esa triste canción que me hacía llorar más.

Ya la luz del sol no se reflejaba más por la ventana lo que decía que ya era de noche, Leo no había regresado, se había ido dejándome sola en esa fría y oscura cabaña.

Mis piernas y brazos me dolían de tanto tenerlo en la misma posición, sentía hambre, sed, frío, pero nada de eso me importaba, el dolor que sentía por haber sido engañada por Leo era más grande que todo lo demás que sentía.

Por un momento desee que ya amaneciera y que todo esto por fin terminara, así no iba a sentir mas dolor, ya no tenía esperanzas por eso estaba pensando de esa manera, ya me sentía tan negativa que mi mente se quedó en blanco esperando que él llegara y hiciera lo que iba hacer y terminar con todo esto.

Pase toda la noche despierta, casi me costaba moverme por el dolor y lo entumecido que estaba mi cuerpo, la luz otra vez en la ventana, avisa que amaneció, ya seguro que Leo venía a terminar su trabajo conmigo.

Estaba en mis pensamientos cuando escucho un carro acercarse a la cabaña, ya había llegado el momento, estoy tan temerosa que mi cuerpo comienza a temblar.

- Leo, no podías llevarla a otro sitio mejor, no entiendo porqué carajos elegiste está montaña para matarla, amigo.

- Te dije que sería un gran espectáculo ver como cae de la sima de la montaña por eso elegí este lugar.

- Así me gusta oírte hablar, ya últimamente estabas actuando como un tonto, ya volviste hacer el asesino de antes, eso me agrada.

Afuera se escuchaba hablar a los dos mientras se acercaban a la cabaña, la puerta se abre y veo a Leo entrar pero al otro hombre no.

- Leo, espera, tapa sus ojos, no quiero que vea mi rostro no todavía - murmuró aquel hombre sin dejarse ver.

¿Quién carajo es este tipo que no quiere que vea su cara? No entendí, que importaba si lo veía o no, de igual manera me iban a asesinar.

Leo se acerca a mí, pero está vez su mirada estaba cabizbaja, cubre mis ojos y le dice al hombre que entre.

Al ver todo oscuro el terror en mí se hace presente, hay si pierdo el control y comienzo a gritar con gritos que son apagados por la mordaza en mi boca, me muevo tratando de soltarme lo que hace que ese misterioso hombre se acercara a mí para burlarse

- Pobre chica tonta, mira como se retuerce como un pequeño gusanito, tranquila pronto acabará tu dolor - ese hombre acariciaba mi rostro limpiando mis lagrimas - Leo, vamos, ya llego la hora.

Al escuchar decir que ya había llegado la hora, mis gritos se hacen más profundos, me sujetan de los brazos y me levantan mientras yo lucho por soltarme de sus agarres, fue inútil. Uno de ellos me levanta hasta su hombro y comenzamos a avanzar a lo que sería mi final.

Ya agotada de luchar sin tener exito me quedo tranquila, no tenía la suficiente fuerza para vencerlos, asi que solo me resigne a mi triste y fortuna destino.

Mientras caminábamos las piedras del camino se escuchaban sonar por las pisadas, las aves cantaban y la brisa soplaba suavemente, se notaba que hasta el dia se prestó con un buen clima para estos asesinos, lo extraño era que Leo solo sentía la necesidad de matar en los dias lluviosos, entonces ¿Por qué hoy estaba actuando así si había un buen clima? En mi mente se creaba todo tipo de pregunta, pero ya ninguna justificaba lo que estaba a punto de suceder conmigo.

- Llegamos, es aquí - escucho decir a Leo bajando mi cuerpo al suelo.

- Por fin llegamos ya me estaba cansando de caminar, Pero te felicito, Leo, esta es una excelente vista.

- La voy a desatar - pronuncia Leo.

- Para que la vas a desatar, lanza su cuerpo asi amarrado - gruñó aquel hombre ansiosos por matarme.

- No, mejor le quitamos las cuerdas, así la podemos ver como lucha para no caer al precipicio.

- ¡Oooh Leo!, eso se escucha divertido.

Los dos reían mientras comenzaron a quitar las cuerdas que ataban mis pies y manos. En ese momento llore desconsoladamente, no podía creer que existieran humanos tan crueles para hacer actos tan horribles a otro ser humano.

Al sentirme liberadas de las cuerdas trato de huir, pero mi cuerpo estaba muy entumecido, mis manos no me daban para quitarme ni siguiera la vendas que cubría mis ojos.

- Ya empuja a esa tonta, mátala de una vez, Leo.

Sentí como las manos de Leo rodearon mi cintura apegándose a mi cuerpo, sentí temor, no sabia ni siguiera a donde iba a caer cuando me empujara, una luz entra a mis ojos segando mi vista por un instante, Leo me habia quitado la venda de mis ojos dejándome ver a ese hombre que su voz y risa me aterrorizaban.

Me sorprendo al ver quien resultó ser el otro asesino, no podía creer lo que mis ojos vieron, Él también me habia engañado, son unos malditos los dos, ahora soy yo que quiere matar, quiero matar a esos dos malditos hombres, cierro mis puño con rabia mientras penetro mi mirada de odio contra a quel hombre que me veia asombrado.

Gotas Carmesí #AstroWordsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora