Capitulo 3

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Millie Kimora

Terminando de organizar todo mi cuarto, me acosté en el piso. ¿Por qué? No lo sé. El piso es muy cómodo. Tardé exactamente dos días en organizarlo cómo tenía en mente hace ya unos meses pero cómo solo estaba en casa un par de días, no me daba tiempo.

Unos segundos después de estar mirando el techo y contemplando mi vida, escucho mi celular sonar un par de veces. Iba a ignorarlo, cómo llevaba haciendo toda la mañana, pero el tono entrante de llamada me hizo resoplar un poco molesta y levantarme a buscarlo. Al ver el nombre en la pantalla fruncí el ceño. Conteste sin más.

—Cavolo, non avevi intenzione di rispondere? Aprimi la porta.

(Joder, ¿no ibas a contestar? Abreme la puerta).

Solté mi teléfono y corrí hacia la puerta principal para encontrarme a un Kimi un tanto molesto por yo estar ignorándolo.

—¿Hace cuánto estás aquí afuera?—pregunté con un poco de vergüenza cuando me acordé que llevaba unos shorts muy cortos a mi gusto y una camiseta de manga larga seguramente de Oliver de cuando se queda aquí.

—Hace ya cómo 15 minutos—respondió analizando mi poca ropa y riéndose en modo de burla.

—Tu eres un caso entero. ¿Donde estabas y por qué tienes mi camiseta?—Dijo Oliver saliendo de no sé donde.

—Estaba limpiando e ignorando el mundo y tengo tu camiseta porque... no lo sé, solo la encontré entre tú ropa y me la puse—Dije haciendo espacio para que ambos entraran.

—¿Por qué hay ropa tuya aquí?—dijo Kimi a Oliver.

—Las mejores pijamadas las hace Millie y siempre que vengo, dejo algo de ropa pero parece que el duende me las roba—dijo revolcándome el cabello.

Estábamos solos ya que mis padres estaban trabajando.

—Esperen, estoy muy confundida. ¿Cómo y cuando llegaron a Italia?

—Yo vivo en Bolonia—contestó Kimi.

—Mills, ¿estas bien? ¿Leíste los mensajes que te mande ayer en la noche cuando llegamos?—preguntó Oliver mientras se me acercaba y me analizaba.

Yo estaba un tanto distraída. Me ardían los brazos de tanto limpiar y el no comer tanto me estaba haciendo efecto.

—Estoy bien, yo solo...—negué repetidas veces y suspiré.

—¿Comiste?—pregunto Oliver.

—No.—conteste con la verdad porque no valía la pena mentir

—Vale, ordenaremos algo, ¿quieres pizza? ¿pasta?—yo asentí cuando menciono la pasta.

Amaba como Oliver me intentaba distraer por todo. Kimi se mantenía un poco distante y confundido.

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