Un error puede ser el primer paso para una gran historia.
Una mirada puede ser tan profunda cómo para hipnotizarte.
Un beso puede ser suficiente para hechizarte.
Un poco de vino puede ser el ingrediente perfecto para darte el impulso de dirigirte...
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Aquél beso largo que me dió en dicho momento se sintió mucho más caliente y húmedo que los anteriores. Su lengua fué atrevida al juguetear y tentar la mía.
Por un segundo me percaté de que nunca antes había besado a alguien con el mismo deseo e ímpetu.
Nunca un beso se sintió tan bien, tan caliente y correcto
Fué perfecto.
Cuando el pelinegro me recostó sobre la cama, no abandonó mis labios tan rápido. Pero cuando lo hizo, se dedicó a esparcir besos sobre mi cuello. Sus manos se colaron bajo mi vestido; esa vez le permití avanzar, luego comprendí que deseaba quitarmelo, por lo que le dí esa oportunidad. En el momento en el que mis zapatos y mi vestido quedaron muy lejos de la cama, noté a Hakeem observándome con detenimiento, cómo si me estudiara. Cómo si deseara grabarse cada parte de mi en su memoria.
Lo ví sonreír, gesto que se me hizo infernalmente sexy y atractivo.
Mi corazón se aceleró un poco más y mi punto sensible palpitó con más intensidad. Luego se inclinó y se acercó a un lado de mi rostro.
—¿Por qué eres tan divinamente preciosa? —expresó de manera aterciopelada. Sentí una caricia sobre mi rostro, luego ví como él se movió y me miró a los ojos con una intensidad que me atrapó—. Tu belleza es inigualable. Eres cómo una especie de joya única, por completo incomparable —dijo más cerca de mis labios—. ¿Sabes qué tan hipnotizado me tiene tu mirada, Nala? ¿Acaso eres consciente de lo que provocas en mí cada vez que me miras? —me tenía atrapada—. Cuando me miras con rabia es excitante. Cuando me miras de manera suave es dulce, y cuando me miras como ahora, solo me hace querer hacerte mía. Esa sensación me está consumiendo desde dentro. ¿Cómo se supone que debo manejar ésto?
Me había quedado anonadada.
Era la primera vez en mi vida que alguien se refería a mí de esa manera; como si en realidad yo le resultara especial.
Y me sentí así, especial. Le creí.
— Supongo que solo debemos dejarlo fluir, y así descubriremos qué sucede —besé sus labios ligeramente y luego lo ví directo a los ojos—. Mientras tanto, puedes tomarme como se te antoje. No voy a detenerte.
Esa pareció ser la señal que él esperaba para avanzar hacia lo que quería. Entonces...
Mi creencia de que esperaría hasta el matrimonio para tener sexo se había ido al carajo. Y no, no me arrepentí. Él sí me hizo sentir segura. Con él sí me sentí preparada, aún cuando estuve nerviosa al no tener experiencia.
Hakeem fué suave y cuidadoso al recorrer mi cuerpo con sus manos. A diferencia de la primera vez, ninguno parecía tener prisa. Él se estaba tomando el tiempo de hacerme sentir cómoda. Primero con sus besos, luego con sus caricias, y cuando tuvo oportunidad, finalmente terminó de quitar las últimas prendas que me vestían.