Un error puede ser el primer paso para una gran historia.
Una mirada puede ser tan profunda cómo para hipnotizarte.
Un beso puede ser suficiente para hechizarte.
Un poco de vino puede ser el ingrediente perfecto para darte el impulso de dirigirte...
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— Espero que no pretendan hacernos participar en otra actividad cómo la de ayer —comentó Paris en voz baja a mi lado al día siguiente en aquél viaje—. A éste punto, no quiero saber si ésta vez soy yo la que puede terminar cómo tú. Aunque suena tentador que el CEO sea quién pueda cargarme, prefiero no arriesgarme.
A Paris no le importaba mucho el CEO. Lo que era un alivio. De resto, continuaba creyendo que las demás mujeres de la compañía formaban parte de una secta en la que adoraban a Hakeem. Es decir, estaban locas.
— ¿Puedo negarme a participar si digo que aún no mejora mi pie? —pregunté con diversión.
En realidad mi tobillo ya no dolía casi nada; podía caminar con normalidad. Y la verdad me sorprendía, ya que por el dolor el día anterior, llegué a creer que me dolería por días. Pero por fortuna fué algo un poco más superficial.
— Me temo que no. Si eres elegida, ni que se te caiga el pelo en el camino. Tienes que participar sí o sí—mencionó Adrien.
Hice una mueca de fastidio.
— Qué consideración.
Minutos después de que todos nos encontrábamos reunidos, Hakeem llegó junto a Ruppert. Por unos segundos me permití ver al pelinegro, cuando me dí cuenta de que comencé a detallar lo bien que se veía, me golpeé mentalmente.
Me preocupó saber que lo estaba viendo más de lo que me tenía permitido verlo.
Existía la posibilidad de que me hubiera afectado el cerebro escuchar a tantas mujeres hablando de él y su atractivo indiscutible.
Era ridículo.
— Nala.
Dí un respingo en mi lugar al escuchar mi nombre siendo llamado con su voz firme y ronca.
Por un momento no reaccioné. Me quedé procesando su llamado.
Paris fué quién me empujó al frente.
— Nala, ve. El CEO te está llamando.
Finalmente parpadeé, me apresuré y llegué al frente. Hakeem ni siquiera me dirigió una mirada al inicio.
— Y...
Pareció que olvidó lo que diría. Ruppert se acercó a Hakeem rápidamente para decirle algo en voz baja. Allí el pelinegro asintió.
— Valery —terminó de pronunciar.
Miré a un lado y ví a aquella chica que me había empujado hacia aquél barranco en la actividad del día anterior. Ella avanzó al frente. Claramente lucía muy nerviosa.
En mi lugar sentí que quería saltarle encima. Con honestidad, quería golpear su lindo rostro de muñeca. Hacía parecer que era inocente, pero en realidad era una completa malintencionada.