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20 Febrero de ****

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20 Febrero de ****

— Sí, mamá. Ya está todo listo. Ya he desempacado —dije al tener el móvil contra mi oreja, mientras terminaba de arreglarme para mi primer día de trabajo en una gran compañía—. Sí, todo está en orden, no te preocupes —revisé el reloj en mi muñeca derecha y ví la hora, notando que se me estaba haciendo tarde—. Oh, mierda —mascullé—. Mamá, te hablo luego. Tengo que irme.

Al colgar la llamada, tomé mis cosas con rapidez y salí corriendo del pequeño y cómodo departamento al que me había mudado recientemente.

Tomé la bicicleta que papá me había ayudado a traer en el auto desde casa, y emprendí mi camino.

Por fortuna, el edificio en el que estaría a prueba durante dos meses, no quedaba demasiado lejos del edificio en el que me estaría quedando a vivir.

En el camino, al cruzar por el sendero que debía seguir con la bicicleta, en cierto instante, cómo cosas de la vida que me pasaban, casi fuí atropellada por un auto.

Habría sido un accidente catastrófico, pero cómo no tenía mucho tiempo, lo único que hice fué gritar en voz alta: “Loco de mierda”en dirección a quién fuera que iba conduciendo aquél deportivo de último modelo, le saqué el dedo medio y seguí mi camino a toda prisa.

No me dió oportunidad de pensar en mi casi accidente, debido a que iba como flash hacia mi primer día de trabajo en esa gran compañía para la que me había costado conseguir ser admitida.

Gracias al cielo logré llegar viva y sin un rasguño al edificio.

Mostré mi pase al vigilante y me permitieron pasar.

Al entrar, noté que mi bicicleta era la sexta en el área. El resto del estacionamiento privado estaba casi repleto de autos decentes, algunos de lujo y otros que simplemente me hacían saber lo bien que podían ganar quiénes quiera que fueran los altos cargos en la compañía.

«Ay, qué bonito auto. Ojalá algún día yo gane lo suficiente para poder darme un lujo cómo este.»

Mi pensamiento fué superficial, lo sé. Y estaba perdiendo más de mi tiempo admirando una cosa que probablemente ni en mis sueños más fantásticos iba a poder comprar.

Solté un suspiro y negué. Luego sonreí por mi tontería, seguí mi camino con prisa y algo de emoción. Me dirigí a la entrada desde el estacionamiento, encaminándome por el amplio pasillo que me señalaba un cartel. Según eso llegaría rápidamente a la parte principal del edificio.

Para mi buena suerte, ese día no me perdí. Era tan mala con las direcciones, que haberme perdido en un lugar tan inmenso habría sido una posibilidad enorme.

Saludé de vuelta con respeto a quiénes me encontraba en el camino y saludaban animados.

Eso era una buena señal para mí.

Inevitable Atracción [Bilogía True Love - Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora