| Destino y Honor | Zuko |

Capitulo 06

Recuerdo que habían pasado ya dos años.

Dos años que había empezado la batalla por el territorio de Ba Sing Se, tiempo en que Iroh y Lu Ten habían partido para liderar tal batalla.

Era de mañana, me encontraba regando las plantas que mi abuelo cuidaba. Cuando mi abuelo viene a mí con seriedad y un aura oscura. Lo vi confundida.

— ¿Qué pasa? — Pregunté.

Y fue cuando me dijo lo que estaba pasando. Apenas terminó de hablar salí corriendo de casa y me dirigí a palacio.

La ciudad era un caos... y no me había dado cuenta.

Normalmente no salgo de casa y tampoco tengo a quien recurrir para hablar. Y mi abuelo temía mi reacción con las noticias hasta que no aguantó y soltó todo.

"El General Iroh fracasó en la conquista de Ba Sing Se y se encuentra de luto por la muerte de su hijo, el príncipe Lu Ten"

"El Señor del Fuego Azulón a fallecido"

"El príncipe Iroh y La Princesa consorte Ursa han desaparecido"

"El Príncipe Ozai será el nuevo Señor del Fuego"

Demasiados sucesos en poco tiempo. Tres días para ser exacta. Y yo ni enterada.

Primero después de dos años de batalla en Ba Sing Se Iroh vuelve derrotado y con la desafortunada perdida de Lu Ten, algo que se lamentó por toda la nación.

Al día siguiente de esta noticia se hizo su funeral, hubiese querido darle mis condolencias a Iroh, pero solo ciertas personas de familias nobles y personas importantes del ejército se enteraron antes y lograron ir.

A la mañana del siguiente día se dio un nuevo anuncio. El fallecimiento de Azulón y la desaparición de Ursa y Iroh, y el nombramiento de Ozai como sucesor.

Apenas ni termino de decirme todo escuché no dudé en ir a palacio.

Ya no necesitaba de permiso para ir, gracias a Ursa tenía permitido ir los días que me placieran.

— Necesito ver al príncipe Zuko, por favor. — Le dije a una dama del palacio.

— Sígame, el príncipe debe de seguir en su habitación. — Me dice, así que la seguí. — Aquí es. — Dice apenas llegamos a la habitación.

— Gracias. — le dije haciendo una reverencia.

— Espero que puedas reconfortarlo. — Dice la mayor.

— Disculpe?... — Pregunté confundida.

— Espero que lo puedas ayudar a apaciguar su dolor, no ha salido de ahí desde que ellos desaparecieron y con costo a comido. Por favor, ayúdale. — Me pide con una sonrisa triste, tomando mis manos en modo de súplica.

— Lo intentaré. — Respondí. La mujer se fue, y empecé a recordar. Aquella mujer era una dama de compañía de la princesa Ursa.

Entré a la habitación, todo se encontraba en oscuridad. Apenas podía ver donde pisaba.

Me acerqué a la cama que estaba en el centro de la habitación.

— ¿Zuko? — Pregunté, tocando el bulto que había entre las sábanas. — ¿Estás despierto? —

— Déjame en paz. — Se queja.

— Perdóname Zuko, por no haber venido antes. Siento mucho lo que está pasando, no me había enterado hasta ahora. — Expliqué a punto de llorar, sin recibir respuesta. — ¿Zuko? — Dije agitando su cuerpo.