Capítulo 20

1K 109 13
                                    

El auto avanzó por la carretera como si se deslizara a ras del suelo. El ronroneo del motor mantenía a Jimin adormecido, con la cabeza descansando contra la ventana del asiento del acompañante.

Contemplaba el inalterable paisaje que los acompañaba, el cual reverdecía a medida que la nieve se derretía, dando paso a la jovial primavera. Era su estación favorita, pues el resurgimiento de las flores, los brotes en las copas de los árboles y el regreso de la voz cantante de los gorriones le reconfortaba. Eran el símbolo de la vuelta a la vida tras el apagado y frívolo invierno.

Una hilera de pinos les señalaba el camino hacia la casa de la familia de Jungkook, mientras subían por una suave colina donde enormes mansiones se escondían entre el denso follaje del bosque, cada una más llamativa que la anterior y con un diseño distintivo, hechas todas por reconocidos arquitectos del país. El predio mismo era un barrio privado para familias acomodadas que no tenían problemas para comprar el elevado precio de las tierras, asegurando con ese coste patios amplios, en contacto con la naturaleza y sin límites para la construcción de propiedades.

–¿Cuánto falta? –preguntó Jimin por tercera vez, seguido de un bostezo.

El sol había hecho su camino sobre el cielo hasta situarse en lo más alto, elevando un poco la temperatura del ambiente exterior. Echando un vistazo al reloj del salpicadero, descubrió que sólo pasó una hora desde que emprendieron el viaje.

–No mucho –respondió el alfa, que ajustó la calefacción al ver el sutil temblor del cuerpo contrario, a pesar de estar envuelto en una manta térmica. Entre el embarazo y el bajo peso, su omega se volvió muy sensible al frío y no quería que enfermara. Apenas se estaba recuperando tras el abandono, por lo que una gripe o un resfriado bajarían mucho más sus defensas.

Captó de reojo cómo el pelirrosa volvía a mirar su anillo de compromiso. Recientemente lo acompañó a la joyería donde lo compró para que ajustaran la joya a su diminuto dedo anular. Ahora no había forma de que lo perdiera y lo tenía atado de por vida.

Jimin balanceó su manita para entretenerse con los destellos de luz que reflejaban los cristales. El dulce atisbo de una sonrisa se volvió contagiosa para el alfa.

–Estás fascinado con eso –bromeó al respecto, ocasionando que el otro escondiera el rostro bajo la manta, avergonzado por ser descubierto.

–Cállate –le respondió con su humor cortante y un arrugado puchero en sus labios, simulando un enfado.

Antes de que el mayor pudiera responder, la última curva hacia la derecha le hizo percatarse de que casi llegaban a destino.

Se desvió de la carretera, saliéndose para tomar un caminito de unos pocos metros hasta toparse con la entrada a la propiedad.

Detuvo el vehículo frente a un portón de chapa en color negro, que ocultaba la vista hacia el interior. El perímetro del predio era cercado por altas murallas blancas, donde asomaban las ramificadas copas de varios árboles de distintas especies.

Bajó el vidrio y estiró la mano hacia el portero eléctrico. Presionó el timbre y pronto la voz de uno de los sirvientes le saludó:

–Amo Jeon, adelante, por favor.

Al tener incorporado un sistema automatizado, el grueso portón chirrió y se desplazó hacia un costado, permitiendo el avance. Jungkook agradeció y puso en marcha el auto, andando sobre el crujiente suelo de gravilla.

A sus costados se extendía un amplio jardín, cuidado y parquizado, donde las especies florales estaban plantadas en lugares donde pudieran lucirse a la vista. Incluso había un comedero para aves y una fuente de agua de forma circular en funcionamiento, con una estatua femenina de mármol en el centro. Por la vestimenta griega, la aljaba con flechas colgando en su espalda y un arco sujeto en su mano, Jimin la identificó como la diosa Artemisa, que transmitía belleza y esplendor.

Esclavo del Placer ║ Kookmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora