Prólogo

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  Hola soy Ámbar Lambert Martin tengo 16 años, vivo en París, mi sueño es obtener una carrera de diseño, pero como mi índice no es tan alto solicité entrar a una de las mejores escuelas militares, sé que me dirán loca porque no tiene nada que ver, pero si logro pasar y apruebo los semestres, tendré más posibilidades de escoger la carrera que decida, estoy muy ansiosa, pues hoy me debe llegar la carta de admisión o mi total decepción.

   Hola soy Matteo Poláez Dubois tengo 20 años, soy militar en la sede de París, al principio no me gustaba, pues mi padre a los quince años me envió a esta escuela a modo de castigo ya que me revelé, no cumplía sus ordenes, no quería ser modelo y la gota que derramó el vaso fue esa noche en la que me escapé, no se dio cuenta, pero al otro día entré por la puerta principal a las 4:00 AM, estaba muy borracho, lo harté, le grité, le reproche lo mal padre que había sido..., y puess, luego me encontré aquí.

   Esta es una gran escuela llena de reglas que consideraba estúpidas, normas para todo, desde el principio la odié, pero, en este entonces ya no puedo decir lo mismo, a los diecisiete comenzó a gustarme, me esforcé hasta convertirme en el mejor de mi clase, al cumplir los dieciocho por mis excelentes calificaciones y comportamiento modelo, me propusieron quedarme, ser sargento, acepté, con el paso del tiempo logré varios reconocimientos, era de los mejores, sólo uno lograba superarme.

   Luego de un tiempo mi padre intentó que volviera, pero no, ya era demasiado tarde, amo mi vida militar, parte de mi oficio sería impartir clases al quedarme en la escuela, me gusta, me respetan, pero de esta vida lo que nunca dejaré de odiar son todos los inicios de curso, siempre me dan la DIFÍCIL tarea de entrenar a los de primer año, los que por cierto, no deben tardar en llegar.

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