Llamada

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              Matteo Poláez Dubois

  Cuando terminé mi explicación, me dirigí hacia mi salón un poco cansado, en eso mi teléfono comenzó a sonar.

- Ordene - contesté al notar que era el de trabajo, era una molestia usarlo porque no podía saber quien me llamaba, era como un número privado, pero eran normas obligatorias, en el trabajo sólo podíamos comunicarnos por él.

- Matteo - saludó la conocida voz de mi mejor amigo.

- Ah, eras tú, tonto - normalicé mi tono de voz - por cierto, ¡¿tenemos cuentas que saldar, no crees?!

- Ehh - noté que fingió un poco de sorpresa con temor de revistas - no sé de que me hablas.

- Es cierto, tu no debes saber - contesté queriendo parecer tranquilo y oí un suspiro de alivio de su parte, por lo que alcé la voz un poco al volver a hablarle - pero mi uniforme sí.

  Exacto, como lo leen, mi querido amigo, el teniente Fontaine fue el encargado de propinar los nuevos uniformes de este año, lo que aprovechó para hacerme una broma de mal gusto, me conoce lo suficiente como para saber que esto me molestaría, ni siquiera sé porque dejo que sus tonterías me afecten.

- Aaa eso - comenzó a reír con nerviosismo tratando de ocultarlo - no te enojes tanto - volvió a reír - después de todo - hizo una pausa y luego habló - eres el gran profesor y mejor soldado, casi el mejor capitán - lo pensó y prosiguió - y el más apuesto por supuesto - luego de esto comenzó a reír a carcajadas, cosa que me hizo estresarme demasiado, más de lo que ya estaba.

- No te bur... - me interrumpió.

- Ya, ya, dejémonos de tonterías - hizo una vos más ruda, seria - el director te necesita.

- ¿Eehh, a mí, para qué? - pregunté, por lo que veo, hoy este chico sólo iba a causarme tormentos.

- No me preguntes, pero no creo que sea para algo bueno - añadió con un tinte de preocupación en la voz.

- Okey - suspiré con cansancio al estar consciente de lo que viene - gracias Gabriel.

- De nada, pero estamos en el trabajo, ¿no que muy correcto? - interrogó entre risas nuevamente, es muy voluble.

- Ashh, sí, como digas, teniente Fontaine, ¿contento, o le digo el otro apellido? - comenté y esta vez el sarcástico era yo, los dos reímos.

  En serio él era el único que podía hacerme olvidarme de los problemas con esa facilidad, luego ambos colgamos.

           Ámbar Lambert Martin

  Luego de que mi profesor "el capitán perfecto" nos explicara todo lo relacionado con la habitación he intentara humillarme frente a mis nuevos compañeros, haciéndome ver como la tarada que se perdió por distraída, entramos al dormitorio.

  El espacio era grande, por lo que fue notable que íbamos a dormir ahí seis de las chicas de primer año, todo estaba más que organizado y como dijo cierta persona lo que necesitábamos estaba sobre nuestras camas.

  Acomodé todo y luego me acosté a revisar mi teléfono mientras las otras chicas terminaban su parte, en eso me entra una llamada al móvil.

  Papá

  Sin pensarlo mucho y con una inconsciente sonrisa extendiéndose por todo mi rostro respondo el teléfono.

- ¿Papá cómo estás? - indago emocionada por oír su voz.

- Todo bien mi niña, ahora conseguí hacer un hueco en el ajetreo de la tienda, ya sabes como es esto - suelta una risita y yo le sigo al recordar el tiempo en que trabajaba junto a él - en fin, la cosa es que aproveché para llamarte, ¿Tú que tal estás? ¿Ya te instalaste?

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