Enfrentamiento

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               Matteo Poláez Dubois

- Ahora no tengo tiempo - apresuré el paso intentando deshacerme de ella.

 Ya iba por los pasillos, cuando me di cuenta de que gracias a Dios esa loca no me seguía más, en eso me acordé que me había dejado mi libreta de notas en el salón, corriendo volví, encontrándolo sobre la mesa junto con un jugo que  me estaba bebiendo como desayuno, los tomé y salí algo apresurado pues ya iba tarde

  Cuando de pronto choqué con alguien y me derramé el vaso sobre mi uniforme pulcramente limpio y planchado, excelente, lo que me faltaba, al levantar la vista me encuentro con una pequeña chica de cabello azabache y ojos azules, en ellos pude ver claramente el miedo y el arrepentimiento por su torpeza.

- ¡Oye ten más cuidado! - le grité enojado, asustándola.

- Lo siento - me dijo apenada.

- Sí claro, lo siento - repetí - en vez de disculparte, deberías mirar por donde andas.

- Hay ya, tampoco fue para tanto - comenzó a irritarme, cómo se atreve a hablarme así - ¿o es que acaso tú no te equivocas?

- Pues no - le respondí con altivés, intentando ocultar con ella las ganas que tenía de darle una lección.

- Ah, que bueno, pues yo sí me equivoco, soy humana, "SEÑOR PERFECCIÓN"

- Para tí, Capitán Poláez - respondí dejado que mi ego hablara por mí, acordarme de mi cargo me hizo darme cuenta de que no podía dejar que ella me alterara de esa manera.

- Sí como no - se burla, ¡¿pero quién se cree esta niña?! - capitán perfección más bien - me sacó la lengua y se fue ignorándome, debe de estar muy loca, ya se las verá conmigo más tarde.

  Por la ropa que llevaba puesta debió ser una de las nuevas, logré ver su rostro, era hermosa, pero eso no me impediría hacerla pagar.

             Ámbar Lambert Martin

                 Unos Minutos antes

  Estaba mirando emocionada el gran lugar donde me quedaría desde la ventanilla del transporte, era enorme, lo primero que llamó mi atención fue nuestra bandera Francesa, que ondeaba pulcra con la suave brisa, también noté que tenía un inmenso jardín, el césped era de un verdor brillante a causa del rosío de la mañana, habían elegantes rosales adornando el muro que nos separaba de la instalación que parecía una mansión, estaba pintada de un color camuflaje entre verde y gris.

 Cuando logré bajar me dirigí mecánicamente a buscar mi maleta con una gran sonrisa y luego me uní a Daniel, al estar más cerca observaba todo, cada detalle quería grabarlo minuciosamente en mis pupilas, pero entonces interrumpiendo mi ensoñación por accidente oí una pequeña plática entre dos militares uniformados bastante jóvenes.

- ¿Y el capitán dónde está? - dijo uno de ellos, hablaban entre susurros, al parecer ese capitán era importante.

- No sé, pero conociéndolo debe haber tenido algún pendiente muy urgente como para ausentarse en este preciso momento - le respondió el otro.

- Sí, es cierto, ahora lo que me preocupa es quien se encargará de guiar a los estudiantes.

  Luego de estar parados allí esperando un corto tiempo a que alguien viniera a por nosotros, entramos, pues estábamos demasiado entusiasmados para esperar más.

  Cada cosa me fascinaba más que la otra, todo era hermoso, mientras nos adentrábamos por el inmenso pasillo más nos asombrábamos con tal elegante belleza, sin mencionar que sólo se veían a través de las puertas abiertas salas muy lujosas llenas de esplendor.

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