CAPÍTULO 02

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Las dudas de Emma aparentemente eran algo alarmantes

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Las dudas de Emma aparentemente eran algo alarmantes. Suficientemente alarmantes como para que, en lugar de responderlas, Allegra le ordenara que se reunieran en una cafetería a pocos minutos del circuito, y Emma estaba suficientemente estresada como para obedecer sus indicaciones e ignorar la montaña de trabajo que se acumularía en su ausencia.

La cafetería en cuestión era un sitio pequeño y ligeramente oculto, no era el tipo de lugar que frecuentaría una celebridad y eso era todo lo que ellas necesitaban. Cuando Emma llegó, Allegra ya estaba sentada en una mesa en la esquina, con su usual aspecto de reina del hielo. Allegra siempre llegaba primero, siempre, a cualquier lugar. Si ambas acordaran reunirse de inmediato en México, y Emma estuviera en Estados Unidos y Allegra en Japón, de algún modo Allegra llegaría antes.

Emma dejó caer escandalosamente su bolsa en una silla vacía y después se permitió a sí misma desplomarse sin gracia en otra de las sillas.

—Te pedí chocolate caliente —dijo Allegra.

—Quizá un café habría sido más apropiado, dado mi nivel de amargura actual —replicó Emma, en un suspiro.

—Sí, intuí algo de eso durante nuestra llamada de treinta segundos. Pensé que lo que fuera que estuviera pasando en tu vida no debería afectar la calidad de tu bebida.

— ¿Por qué siempre tienes la razón?

—Eso podría no ser del todo preciso.

—Volveremos a ese comentario después —dijo Emma—. Ahora, realmente necesito contarte lo que pasó.

—Así es. Así que, suéltalo. Me espantaste, ni siquiera me llamaste amore.

—Papá vino a Australia.

Allegra hizo una inmediata mueca. Allegra respetaba al padre de Emma tanto como a casi cualquier hombre que había logrado reunir una fortuna razonable y mantenerla, pero también lo odiaba en silencio cada vez que se aparecía en la vida de Emma solo para hacerla sentir miserable sin siquiera pretenderlo, solo tomándola como un efecto colateral de sus decisiones comerciales.

— ¿Vino a ver a Lance en las pruebas?

—Eso desearía. Vino a verme a mí —respondió Emma, tan exasperada que estaba a punto de tirarse de los cabellos.

— ¿Quiere arreglarte un matrimonio? ¿Por eso me hablabas de lo de fingir estar enamorada? —preguntó Allegra, escéptica.

—No es algo tan extremo. Bueno, dependiendo del punto de vista, creo —dijo Emma, antes de bajar la voz repentinamente y mirar a su amiga con cautela—. Allegra, Verstappen no puede enterarse de una sola palabra de lo que te voy a contar. Es importante. Papá me asesinaría por decírtelo a ti.

El rostro de Allegra se relajó hasta adquirir una expresión absolutamente estoica, el tipo de rostro que ganaba juegos de póquer. El tipo de expresión que Emma nunca había logrado, sin importar cuánto se esforzara.

—No le diría lo que tú me confías ni al mismo presidente, muchísimo menos a Max.

—Bueno, pues Aston Martin quiere darle el asiento de Alonso a Carlos Sainz.

— ¿Y eso cómo te afecta a ti? —preguntó Allegra, cada vez más irritada.

—Me preguntaba lo mismo, pero papá me lo aclaró felizmente. Parece ser que se me ha dado la importante tarea de reclutarlo —explicó Emma. No estaba segura de si era porque la idea le había estado comiendo la cabeza desde que su papá lo había dicho, pero al decirlo en voz alta se sintió muchísimo menos estúpido de lo que había sonado cuando se enteró.

Tenía cierto sentido. Objetivamente.

Seguía siendo ridículamente antiético, manipulador y un poco cruel. Sobre todo, porque las órdenes venían de su propio padre. Pero podía ver la retorcida lógica del plan, y la forma en que, desde cierta perspectiva, podría funcionar.

Si el dinero y Sainz eran las únicas prioridades, entonces era un plan brillante. Si mantener una dignidad mínima era considerado relevante, entonces era la peor estupidez que Emma hubiera escuchado en la vida. Para su desgracia, la primera hipótesis era la correcta.

Aun así, no podía quitarse de la cabeza lo despectivo que había sido su padre sobre Sainz, la forma en que los había reducido a ambos a solo un hombre y solo una mujer. Ambos de la misma edad. Y ella siendo bonita. A eso había reducido su padre, el hombre que la crio, su título universitario de ingeniería en Logística y Transporte, todo su trabajo para Aston Martin, y, bueno, su vida en general.

— ¿Y cómo, exactamente, pretende que lo convenzas?

—En palabras de mi padre, "por cualquier medio necesario" —dijo Emma—. Lo que, parafraseado, significa que quiere que coqueteé con él un poco y que con suerte eso sea suficiente para derretirle las neuronas útiles y que decida unirse a Aston Martin porque me ama.

Y Emma adoraba a Allegra justamente porque cuando escuchó lo que ella tenía para decir, no reaccionó como si fuera lo más ridículo y escandaloso que hubiera escuchado en la vida, ni tampoco como si se preguntara qué estaba mal con Emma como para no haberse rehusado de inmediato. Aunque también estaba el hecho de que esa era la misma mujer que se habría casado felizmente con un desconocido para heredar la empresa de sus padres, pero como no se le ocurrió en el momento adecuado, en su lugar comenzó una relación falsa con el campeón mundial de Fórmula Uno.

—De acuerdo. Y buscaste mi consejo respecto a cómo fingir estar enamorada, así que asumo que vas a hacerlo.

—Sí, eso creo.

—Está bien. ¿Y quieres hablar de por qué vas a hacerlo, aunque te disguste la idea? ¿O prefieres que hablemos de cómo vas a hacerlo?

Podían hablar del motivo por el que lo haría, podían hacerlo, pero ambas ya tenían claro cuál era. Emma haría lo que su padre ordenara, del mismo modo que lo había hecho siempre, porque sentía que se lo debía todo y que no le había dado suficiente a cambio, y si pudiera quitarse esa sensación de encima, lo haría, pero no podía.

Toda su vida, Lance había sido la estrella de su padre, el chico que todo lo podía, Lawrence habría hecho que Lance fuera el Capitán América si el suero del super soldado estuviera a la venta; Chloe había sido la primogénita, la pequeña maravilla que no podía equivocarse jamás, la chica con la voz de un ángel cuya carrera la pagó también la cartera de Lawrence; y Emma había sido la niña del fondo, la última en nacer y la última en hacer cualquier cosa que pudiera ser considerado especial, y donde su padre vio perfección en sus dos primeros hijos, en ella no vio más que fallas, errores que ella también encontró en sí misma. Mientras Chloe y Lance encontraron sus sueños y pasiones, Emma se dedicó a vivir a través de ellos, así llegando a trabajar para Aston Martin, porque en el fondo Emma creía fervientemente que la única cosa de valor que podía hacer era ayudar a Lance a cumplir sus metas, ya que ni siquiera tenía unas propias.

Así que sí, Emma pondría las manos en el fuego por su padre, por sus hermanos... Y lo sabía. Y sabía que eso era malo, sabía que eso era una señal de que tenía un problema, uno grande, pero no sabía qué hacer al respecto, o si quería hacer algo siquiera.

De todos modos, coquetear con un piloto rico y extremadamente guapo no era lo peor que le podía pasar a una persona, ¿verdad?

—Mejor hablemos de cómo haremos esto —dijo Emma.

Y con esa facilidad, Allegra soltó el tema de los problemas emocionales de Emma. Si había alguien que sabía respetar los límites, esa era Allegra, y probablemente por eso ambas tenían tan buena relación, porque a Emma le gustaba jugar con los límites.

MATTER OF TIME, carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora