CAPÍTULO 04

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—Cuando hables con él, dale las gracias a Max de mi parte —dijo Emma, apresuradamente, saliendo del baño con su estuche de maquillaje en la mano para caminar hacia el espejo

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—Cuando hables con él, dale las gracias a Max de mi parte —dijo Emma, apresuradamente, saliendo del baño con su estuche de maquillaje en la mano para caminar hacia el espejo. Dejó las cosas junto a la pequeña mesita que estaba ahí y desvió su camino nuevamente, hacia donde tenía una de las maletas que no había desempacado, porque había creído que no necesitaría nada de su contenido. Bueno, la vida daba muchos giros.

—Eh, en realidad creo que podría ser mejor solo dejarlo así y esperar a que lo olvide por completo. No le gustan las tonterías y no le gustó en absoluto que le preguntara donde podía encontrar solo a Carlos después de la carrera, le gustó aún menos cuando le expliqué que tenía una amiga enamorada de él que quería verlo —comentó Allegra, cruzada de brazos, sentada en la silla que había junto a la cama—. Todavía no puedo creer que no haya confiado en mi palabra. Sí, le estoy mintiendo, ¡pero él no tenía cómo saber eso! Solo no me creyó. Y estaba tan molesto que prefirió largarse a Japón antes, sin mí.

—Espera, ¿por eso es por lo que se fue, por que se enojó contigo? —preguntó Emma, sorprendida, dejando lo que estaba haciendo para mirar a Allegra.

—Ajá —respondió ella, poniendo los ojos en blanco con fastidio.

—Es divertido porque todo el mundo piensa que está tan enfadado con lo que pasó ayer que decidió irse antes a prepararse para la carrera. En el chat grupal de los mecánicos de Aston Martin solo hablan de cómo en Suzuka él simplemente va a convertirse en Hulk y destruirnos a todos.

—Bueno, no puedo prometer que no se convertirá en Hulk, pero irse del país inmediatamente después de la carrera es solo un berrinche de su parte.

—Estupendo, ¿entonces arruiné tu relación falsa? —preguntó Emma, tensa.

—No, Em, y no te preocupes por eso. Los cambios de humor de Verstappen son cosa mía, ya ves, soy yo la que decidió que necesitaba un novio falso. Hablemos mejor de tu cita con el señor español de Ferrari —dijo Allegra, con una sonrisa—. ¿A dónde lo llevarás a cenar?

—No lo sé. ¿Buscarías algún restaurante en internet por mí? Algo bonito, con una buena puntuación, y muy pero muy caro. Si debo salir con alguien porque papá lo dice, entonces al menos nos pagará la mejor cena que el dinero pueda comprar.

Allegra sacó su teléfono y comenzó a buscar en internet restaurantes a los alrededores.

— ¿Estás segura de que él va a mandarte mensaje? —preguntó, con desconfianza, pero sin dejar de mirar su teléfono— Realmente creo que debimos habernos ido con mi idea de disfrazarte de fanática, engañarlo para firmar un certificado de matrimonio y después chantajearlo con eso para que se una a Aston Martin.

—Me llamará, amore. Podré no haber tenido demasiados novios formales en mi vida, pero jamás ha sido por no poder conseguirlos —dijo Emma, abriendo una de sus maletas y rebuscando entre su ropa.

—Y hablando de novios y formalidades. ¿Cómo se tomó el chico Red Bull que lo hayas botado? —preguntó Allegra, deslizando el dedo por la pantalla en busca de un buen restaurante.

—No éramos nada en realidad, así que creo que sabía que era una estupidez hacer un escándalo al respecto —dijo ella, finalmente encontrando lo que buscaba en la maleta y sacando con cuidado una prenda de color negro—. No le gustó, pero eligió el tranquilo camino de la resignación, por suerte. Ahora, dime qué piensas de esto.

Emma desdobló la prenda, revelando un vestido sencillo, pero obviamente muy ajustado, y con la longitud justa para ser adecuado para cualquier restaurante. Allegra miró alternativamente el vestido y luego a su amiga.

—Ese vestido dice cualquier cosa menos "me están obligando a estar aquí" —señaló Allegra.

— ¿No eres tú quien tiene la opinión de "hazlo bien o no hagas nada"?

—Así es. Yo. No tú —respondió Allegra, con escepticismo. Dejó caer el teléfono en la cama, que rebotó ligeramente pero no cayó al suelo, y miró a Emma—. Solo quiero que tengas mucho cuidado, ¿de acuerdo? He visto fotos de ese tipo, y es guapo, solo no te enganches demasiado. Eso nunca sale bien. Créeme, sé eso.

—Todo estará bien, amore, para mí, al menos, porque si las cosas salen como papá tanto desea, entonces no será bonito para él.

— ¿Eso te preocupa?

—Un poco. No lo viste ayer... Tienes razón sobre que es realmente guapo, pero no solo es eso, hay algo magnético a su alrededor, solo hay dos posibilidades, que no puedas apartar la mirada de él, o que verlo sea como mirar al sol. Y fue realmente amable con una chica que se apareció de repente y le arrojó una botella de agua —dijo Emma, con una mueca—. Si no me equivoco y él me escribe, entonces significará que le gusté, ¿no? Y es un poco triste pensar que le gusté a alguien como él pero que eso no llegará jamás a ningún sitio porque solo estoy obedeciendo las órdenes de papá.

Allegra suspiró, recogió su teléfono de la cama y le mostró la pantalla a Emma.

—Ve a este restaurante, creo que es justo lo que necesitan. De hecho, me encargaré de hacerles la reservación. Y usa ese bendito vestido, Em. Puedes jugar un rato a que todo esto es real si eso te hace feliz, mientras de verdad creas que esto no va a dolerte más tarde.

Emma sonrió y tomó el vestido entre sus brazos, y se apresuró para tomar unas zapatillas. No unas demasiado altas, el piloto no era de baja estatura, pero tampoco era lo que ella definiría como alto. Quizá solo promedio. Y eso significaba que ella y su metro setenta de estatura, debían usar solo tacones de menos de diez centímetros.

En ese momento, el teléfono de Emma vibró.

Allegra era la que tenía más cerca el dispositivo así que lo tomó.

—Mensaje de un número desconocido —dijo Allegra—. Dice "creo que la regla de los tres días sin llamar no aplica cuando aceptaste reunirte con la chica para cenar al día siguiente, ¿podrás perdonar eso, bonita?". Eso significa 'bonita' en español.

Emma sonrió.

—Lo sé. Hablo algo de español, ¿recuerdas?

—Lo siento. La costumbre. No es un terrible primer mensaje para mandar, probablemente sonaría mejor con su voz que con la mía. ¿Vas a responderle?

—Sí. Pásame el teléfono.

Allegra le dio el teléfono a Emma y ambas se colocaron una al lado de la otra en el borde de la cama mientras Emma tecleaba.

"Lo dejaré pasar, solo si me llamas así de frente en la cena. Me gusta el acento".

Y después de eso, le envió la dirección del restaurante.

De acuerdo, oficialmente tenía una cita, la primera en una cantidad de tiempo desconocida pero presumiblemente larga. Y probablemente debería sentirse menos ansiosa de lo que en realidad se sentía en aquellos momentos. Era difícil, pues, no entusiasmarse con lo que seguro sería la mejor cita de su vida.

MATTER OF TIME, carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora