CAPÍTULO 09

434 74 3
                                    

Carlos Sainz en realidad había subido al podio en Suzuka, se había posicionado correctamente en el tercer lugar y había obtenido una carrera bastante decente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Carlos Sainz en realidad había subido al podio en Suzuka, se había posicionado correctamente en el tercer lugar y había obtenido una carrera bastante decente. A pesar de que no lo hacía con frecuencia, ella decidió hacer una excepción y acudir a la ceremonia de premiación en el podio en lugar de quedarse en el garaje.

No era que nadie se lo hubiera preguntado, pero, si lo hicieran, si alguien le pidiera a Emma describir lo que había visto esa tarde en Japón, desde la muchedumbre a los pies del podio, con los pilotos mirándolos desde arriba con champaña en el cabello y trofeos en las manos, ella diría que no había visto nada más que a Carlos, porque se robaba la vista. Habría quien diría que se veía insatisfecho, o quien diría que se veía conforme con sus resultados, pero Emma no usaría ninguna de las dos palabras, sino que diría que se veía hambriento; el piloto de Ferrari estaba ávido de adrenalina, velocidad y una nueva carrera para probarse a sí mismo y al mundo que era el mejor, un futuro campeón.

Los pilotos eran competitivos por naturaleza, todos creían que eran el mejor de todos. Y cuando por un momento lo dudaban, era que comenzaban a perder.

Emma estaba demasiado escondida entre el grupo de mecánicos vestidos de verde como para que Carlos pudiera notarla, y ella lo sabía, pero le costaba quitarse la idea de que él en realidad la estaba mirando. Era casi incómodo, y para cuando la ceremonia terminó y permitieron a todos irse, ella se fue casi corriendo de regreso por sus cosas para tomarlas e irse de regreso al hotel.

— ¡Emma! —exclamó Lance. Ella apretó los labios con fuerza y se giró para mirar a su hermano.

Lance y ella no solían tener una mala relación, pero Emma lo había estado evitando como a la peste desde que había hablado con su padre y había comenzado a acercarse a Carlos. Una cosa era contarle a Allegra, su amiga, que estaba haciendo algo bastante poco ético (y eso era apenas un problema considerando que lo peor que Emma pudiera considerar hacer, Allegra probablemente lo había hecho ya o había estado a punto de hacerlo, teniendo parametros morales considerablemente más ambiguos) y otra cosa era decirle a su querido y protector hermano que estaba coqueteando abiertamente con el piloto de Ferrari con el único propósito de convencerlo de firmar con Aston Martin, y que lo hacía por indicación del mismísimo Lawrence Stroll.

Se esforzó por sonreírle a su hermano, pero a sabiendas de que la sonrisa probablemente se veía tan falsa como se sentía, al ni siquiera lograr movimiento en la comisura de los ojos.

—Hermanito —dijo Emma, pero Lance claramente no estaba de humor para eso porque la sujetó del brazo y tiró de ella hasta la pequeña habitación privada que la escudería le facilitaba en el paddock.

Lance Stroll era la mayor parte del tiempo como un gigantesco oso de peluche (aunque ni tan gigantesco), solo tendía a la agresividad en la pista y ocasionalmente en las entrevistas podía ser un poco rudo después de una carrera particularmente mala. Lance tenía una variante distinta a Emma de la enfermedad llamada 'ser hijo de Lawrence Stroll', y era que su padre lo quería tanto que había decidido ayudarlo a cumplir su sueño al conseguirle un asiento en Fórmula 1 comprando toda la escudería; tener un trabajo que papá había comprado para él significaba que era el chico rico y mimado incluso rodeado de millonarios.

Lance siempre tenía demasiado para demostrar, esa urgente necesidad de mostrar su valía, pero la mayoría del tiempo eso salía mal. Emma lo apoyaba tanto como podía, pero a veces la gente tendía a olvidar que no era culpa de Lance que su padre tuviera las posibilidades de hacer realidad sus sueños y que la mayoría harían lo mismo que él en su situación. Emma era más mimada y engreída que él mismo Lance la mayor parte del tiempo, pero eso pasaba desapercibido siendo que los reflectores se enfocaban en ella solo cuando había algún escándalo importante.

—Me has estado evitando desde que llegamos a Japón —dijo Lance, cruzándose de brazos.

— ¿Yo? Yo ni siquiera me enteré de que ya estabas por acá. Algún idiota perdió la mitad de tu auto y estuve semanas averiguando qué sucedió solo para descubrir que simplemente hicieron mal el inventario. .

—Emma... —advirtió él.

Emma suspiró y se acomodó el cuello de la camiseta de Aston Martin.

—Me parece que ya sabes lo que quieres decir, deberías ir al punto —dijo ella.

—Carlos Sainz —dijo Lance, lentamente, mirándola fijamente, escuadriñando su expresión como lo haría un perfilador profesional que busca detectar mentiras de un sospechoso.

Emma parpadeó, respiró profundamente y mantuvo el rubor fuera de sus mejillas exitosamente. Era más fácil en presencia de su hermano que del ya mencionado.

— ¿Sí?

—Estuviste evitándome —reiteró él—. Me evitaste, y eso fue porque no querías que te preguntara al respecto, y eso significa que esa basura es cierta. ¿Qué diablos, Emma? ¿Estás saliendo con Sainz? Sabes que él se está aprovechando de ti, ¿verdad?

Ella se mordió el labio con fuerza. No podía responder honestamente, no podía decirle que sí, que sabía que Carlos estaba usándola para impulsar su carrera pero que a ella le parecía bien porque así expiaba su culpa, poeque entonces más preguntas seguirían, y las respuestas serían desagradables, además de cosas que Lance no necesitaba saber.

—No lo sé, tuvimos una cita y aceptamos tener otra, así que supongo que sí, estamos saliendo, pero no es nada oficial. ¡Y lo estás malentendiendo, Lance! Carlos no se aprovecha de mí —respondió Emma, pero era consciente de lo ridícula que sonaba. Una chica enamorada que ponía demasiada esperanza en un tipo que se aprovechaba de ella, una persona que Emma no era en absoluto, pero lo parecía.

Lance se puso las manos en el rostro, sin querer mirar a su hermana en ese momento, demasiado frustrado.

—Emma... Yo... ¿Él te gusta? ¿Él en serio te gusta?

—Sí —respondió ella, en un hilo de voz. El estómago se le hundió tras soltar la solitaria palabra. No era cierto. De verdad no era cierto, el tipo podría gustarle, eventualmente, y ella lo sabía, pero en esos momentos todavía había demasiadas cosas en medio como para que los sentimientos comenzaran a fluir. De todos modos, decirlo en voz alta y a su hermano le dejaba un mal sabor de boca.

—Solo no quiero que te lastime —dijo él, y la desesperación en su voz la hizo sentir aún más miserable. Decía todas las cosas correctas, y eso solo lo hacía terrible.

—No te preocupes, Lance.

—Eres mi hermana...

—Sé lo que hago. Lo prometo. Además, si me lastima, creo que Allegra podría hacerlo desaparecer —señaló Emma, obligando un tono antinatural de ligereza y diversión en su voz. La mirada de Lance instantáneamente adoptó un aire distraído y su hermana le soltó un golpe en el brazo—. ¡Tsk! Basta de fantasear con una chica con novio.

La pesadez del ambiente se dispersó fácilmente y ambos se acomodaron cómodamente para discutir algunos chismes, aunque Emma no logró quitarse la incomodidad de la piel, sin ateverse a decirle nada a Lance, nada sobre lo que su padre le había pedido y que sabía que lo molestaría. Los problemas entre Lawrence y Emma eran solo de ellos dos (incluso si el hombre no sabía que existía un problema), y así quería ella que se quedara.

MATTER OF TIME, carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora