CAPÍTULO 06

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Emma no sabía demasiado acerca de la comida, no mucho más allá de si tenía buen o mal sabor, si era costosa y si quizá está sobrevalorada

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Emma no sabía demasiado acerca de la comida, no mucho más allá de si tenía buen o mal sabor, si era costosa y si quizá está sobrevalorada. A pesar de su escaso conocimiento gastronómico, podía afirmar sin lugar a dudas que era una persona que disfrutaba comer, lo que era algo triste considerando que era bastante mala en el arte de la cocina; ella era más bien una mujer de repostería y no de cocina.

Sus mejores comidas caseras tendían a ser las que preparaba Allegra para ella cuando estaba de humor particularmente complaciente. Y si su mejor amiga decidiera que al final no le apetecía ser la millonaria presidente de la empresa familiar, tendría un magnífico futuro en la industria gastronómica.

La comida que ella devoraba en aquellos momentos, sin embargo, no tenía demasiado que envidiarle tampoco a la de Allegra. La compañía también ayudaba bastante.

Carlos Sainz tenía un sentido del humor bastante particular, con menos sarcasmo de lo que Emma habría esperado, pero aún así entrañable, y se encontró riendo a carcajadas con mayor frecuencia que en un largo tiempo.

Estaría disfrutando más de su tiempo con él si pudiera quitarse la espina de la culpa que tenía clavada. Pasar al menos media hora sin pensar en lo terriblemente manipulador que era estar coqueteando con el piloto con el propósito de influir en su desarrollo profesional, parecía ser esperar demasiado.

Había desarrollado durante la cena la política de dar un sorbo a su sangría cada vez que recordara los motivos por los que estaba allí y eso la hiciera sentir incómoda de algún modo. Por esos motivos, sabía que muy posiblemente necesitaría pedir algún auto que la llevara a su hotel, siendo demasiado alto el nivel de alcohol en su sangre coomo para conducir. No es que hubiera llevado auto, tampoco, pues no solía rentar uno mientras viajaba con el equipo y tampoco tenía amistades en Australia que fueran a prestarle alguno.

Sin embargo, llevaba apenas la primera copa cuando su teléfono celular comenzó a sonar, y la voz de Taylor Swift llenó el ambiente. Emma pegó un pequeño brinco desde su sitio y se apresuró a alcanzarlo, mirando el identificador de llamadas: Thomas Smith. Era un nombre ridículamente común, pero, por desgracia, era el de aguien que conocía. Thomas Smith trabajaba para Aston Martin, como ella, y también en el departamento de logística; no era su jefe, pero tampoco un subordinado cualquiera, trabajaban juntos constantemente y no se llevaban completamente bien peor compartían un respeto mutuo.

Si Thomas la estaba llamando, entonces aquello tenía que ver con trabajo.

Emma alternó la vista entre su celular y Carlos, y tuvo que haberse visto demasiado parecida a un ciervo atrapado por los faros de un auto como para justificar la sonrisa de él.

— ¿Necesitas responder? —preguntó él, instándola a tomar la llamada.

—Será rápido, lo prometo —dijo Emma, tomando el dispositivo y poniéndose de pie, caminó hacia el baño y en el interior del sanitario de mujeres, respondió—. ¿Thomas? ¿Qué diablos? ¿Viste la hora?

MATTER OF TIME, carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora