CAPÍTULO 03

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— ¡Oye, atrapa! —gritaron

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— ¡Oye, atrapa! —gritaron. Carlos se giró y colocó las manos por reflejo, atrapando la botella de agua que le habían arrojado.

Había sido una mujer, una con una fuerza de brazos bastante impresionante dados los varios metros de distancia que había entre los dos al momento de arrojar la botella. Ella se acercaba, sin embargo. Él no la reconoció, pero no parecía una fan. Tenía el cabello largo y castaño, con mechones rubios como si se lo hubiera teñido en el pasado. Llevaba puesta la playera verde del equipo Aston Martin con una falda negra, una gorra que también llevaba el logo de la escudería y una mochila pequeña colgando del hombro, así que debía ser alguna de sus empleadas. Podría ser una actriz, sin embargo, porque era realmente bonita.

— ¿Es un regalo? —preguntó Carlos, señalando la botella con la mano libre.

—Como no voy a cobrártela, entonces supongo que lo es. No sé cuánta agua has bebido desde que terminó la carrera, pero seguro que no es suficiente —dijo ella, acercándose más, mostrando una reluciente sonrisa que hacía dudar a Carlos entre si ella estaba siendo amable o si se estaba burlando de él—. Después de una carrera, mi hermano siempre podría beberse un garrafón entero, así que no debe ser distinto para ti, sobre todo con todo tu asunto médico.

— ¿Tu hermano corre?

—Sí, y de verdad lo mataría escucharte preguntarlo. Lo conoces, de hecho. Lance Stroll es mi hermano. Mi nombre es Emma.

De acuerdo, sí. Su agente, su primo, le había advertido que Aston Martin tenía interés en él para ocupar un asiento con ellos la siguiente temporada, pero él había estado esperando un mensaje, quizá una llamada, del director ejecutivo de la escudería, no a la hermana de Lance emboscándolo después de una carrera en un lugar solitario y regalándole una botella de agua. Así que o la escudería tenía una estrategia poco convencional, o él estaba algo perdido.

—Oh, ¿trabajas para Aston Martin o vienes a apoyar a Lance? —preguntó Carlos.

—Trabajo, estoy con el departamento de logística, ya sabes, traslado de boxes, autos y refacciones. Desde hace unos años viajo con el equipo, pero no salgo mucho del garaje —comentó Emma, inclinando la cabeza ligeramente mientras lo escrutaba, haciendo que él inconscientemente se parara un poco más recto, no era que eso fuese sencillo con el dolor punzante en el abdomen debido al sobre esfuerzo que acababa de hacer.

—Lance nunca te mencionó.

—Soy una persona reservada, y a Lance tampoco le encanta la idea de que haya pilotos cerca de su hermanita.

— ¿Debería alejarme? —preguntó Carlos.

—Yo no dije que me importe lo que quiera Lance —respondió Emma, con una amplia sonrisa que Carlos se encontró correspondiendo—. Quería felicitarte, esa de ahí fue una excelente carrera.

—Gracias. Supongo que quitarse el apéndice en realidad fue útil —dijo Carlos, cayendo en la facilidad de usar una broma para disipar lo que fuera que había en el ambiente. Ella no le permitió la salida fácil, sin embargo, y solo mantuvo su sonrisa e hizo un pequeño gesto con la nariz y entrecerrando un poco los ojos, como si le hubiera divertido su comentario, pero no tanto como para reírse, lo que molestó ligeramente a Carlos, porque él era muy divertido, suficientemente divertido como para merecerse una risa.

— ¿Cómo estás con eso? Debe estarte doliendo en este momento.

—Solo un poco. Iré al hotel y descansaré, me quedaré varios días extra aquí en Australia para recuperarme por completo, pero seguramente mañana estaré como nuevo.

Eso podía ser un poco una exageración. Él seguramente despertaría al día siguiente sintiéndose como si lo hubiera atropellado un auto, lo que aún sería una mejoría respecto a su estado en ese momento, en el que se sentía de nuevo como si estuviera recién salido de cirugía. Iba a volver a su rutina normal, sin embargo, ya poco dispuesto a pasar el día en cama y desperdiciando el tiempo.

— ¿De regreso a la rutina?

—Sí, esa es la intención —dijo Carlos, finalmente decidiendo que sí que tenía sed y girando la tapa de la botella para beber agua—. Aunque será más ocio que nada considerando que el equipo se estará ocupando ya de trasladar todo a Japón, creo que tú sabes de eso mejor que nadie.

—Cierto. Tendrás mucho tiempo libre después de un par de semanas en cama para ponerte al día con tus series preferidas y sin deberes relacionados con la escudería. Quizá pueda ayudarte un poco con eso —comentó ella, casi distraídamente, mirando a su alrededor (la parte trasera del garaje de Ferrari) con curiosidad.

—Podría necesitar más información antes de aceptar la oferta.

Ella finalmente volvió a mirarlo, directo a los ojos sin un solo ápice de timidez o incomodidad, su sonrisa había perdido esa cualidad burlona que lo había incomodado antes y había pasado a ser solo una media sonrisa deliberadamente coqueta. Él dio un trago al agua.

—De acuerdo, ¿qué tal esto: tú y yo en un restaurante mañana por la noche? —preguntó Emma.

Carlos no era tímido, obviamente. Pero estaba ligeramente habituado a que la otra persona fuera quien apartaba la vista primero, y quizá dolía un poco en su orgullo haberse encontrado con una excepción. No desvió la mirada, pese a todo.

—Creí que sería yo quien te invitaría a cenar, pero parece que te mueves rápido —dijo él.

—Quizá debería convertirme en piloto, o quizá no porque acabas de conseguir tu primer podio de la temporada y he escuchado que a los chicos no les gusta que los dejen atrás.

—Tú no pareces tener ningún problema con hacerlo.

Emma tarareó un poco en respuesta.

—Me gusta ser una excepción. Hay que jugar un poco con el única y diferente, ¿no lo crees? Se han ganado una mala fama últimamente.

—Eso supongo, sí. Y creo que corresponde preguntarte dónde cenaremos.

—Creo que conservaré eso como una sorpresa.

— ¿Y cómo sabré dónde encontrarte? —preguntó Carlos, mordiendo ligeramente su labio.

—Supongo que tendrás que enviarme un mensaje para preguntarme —dijo Emma, tomando la mochila que traía colgada del hombro y sacando de uno de los bolsillos laterales una tarjeta de presentación, la tomó y se acercó a él, bastante, entonces lo tomó de la muñeca con una mano y con la otra le puso el papel entre los dedos—. Te veré mañana.

Ella se dio la vuelta y se fue. Carlos puso la tarjeta en la misma mano que la botella de agua y con la mano libre sacó su teléfono para mandarle mensaje a su primo.

"Necesito que me aclares una cosa: ¿a qué te referías exactamente cuando me dijiste que había interés de parte de Stroll? Acabo de tener un encuentro con una Stroll y no fue precisamente lo que esperaba. No sé si acabo de aceptar una cita o una reunión para firmar contrato con Aston Martin".

MATTER OF TIME, carlos sainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora