Capítulo 10

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—Vuelve pronto a mí, Rehn.

La petición fue hecha a través de un siseo seductor. El mogg'shāi color violeta tosió, su cola entrelazada con la del devorador que lo olfateaba y se frotaba contra él frente a la entrada de los dormitorios. Urr'za, ¿cómo me metí en esto?

—No puedo, Ari —susurró Zuzu—. Sabes que Rek'ker no ha anunciado la temporada todavía, sólo encuentros casuales están permitidos...

—Déjame ganarme su permiso, entonces.

—No —siseó Rehn'Zuzu, firme—. Rek'ker no está de humor para caprichos; si lo retas ahora estás muerto. Sé un poco más sabio.

Ari bufó. Tan sólo unos ocho centímetros más alto que Zuzu, este detalló al mogg'shāi llamado Meejar'Ari. Hacía un largo tiempo que no estaba a solas con el intrépido guerrero-médico de piel azul cielo con rayas doradas, su cabello de hebras rubias y castañas enmarcando un rostro juvenil, inusualmente delicado para alguien de su especie. Su doble fila de dientes afilados y sus largas orejas puntiagudas lo compensaba, al igual que las púas de su espalda y de su cola. Solía guardarlas cuando estaba con él, sus cuerpos uno sobre el otro.

—No estamos en temporada, es cierto; es más, estamos en mitad de una torje, de una guerra, y Vagh'Rasher Rek'ker de todos modos ha formado un vínculo shusu con un kishai, ¡con el enemigo!, ¿por qué nosotros no podemos?, ¿no crees que-...?

Rehn'Zuzu emitió un gruñido peligroso, enseñándole los caninos, y Ari automáticamente le gruñó también. Zuzu desenredó su cola de la de él. El otro colocó una expresión abatida.

—Es tu Lord General de quien estás hablando, xi'ukuto uk'shai. No vuelvas a criticarle de esa manera, pues suyo es el privilegio de escoger pareja cuando le parezca —Rehn'Zuzu lo miró con determinación—. O me veré obligado a ponerte en tu lugar, Meejar, y no quisiera hacer eso... pero lo haré.

—-Sigo siendo más fuerte que tú —le recordó, sus ojos de halcón entrecerrándose.

—¿Es un desafío lo que oigo? —Zuzu gruñó bajo, acercándose hasta tener sus rostros a milímetros de distancia—. Si te crees tan fuerte entonces ven y sométeme, intenta reclamarme para ti y porta con orgullo las cicatrices que te haré con mis garras y dientes. Pero no te ayudaré cuando Rek'ker te haga pedazos.

Se miraron fijamente por un instante, sus narices resoplando. Finalmente, Ari desvió la mirada.

—Supongo que más fuerte no significa más inteligente... —murmuró, sus orejas decaídas.

—Oye —Zuzu apoyó una de sus manos en el cuello del devorador y lamió su mejilla. Frotaron sus cachetes juntos—. Sólo espera un poco más. Espera. Por mí.

Ari le dio un pequeño mordisco de despedida en la garganta. Zuzu emitió un quejido y lo dejó ir, alejándose por el pasillo mientras aún podía.

Tengo que checar a John pronto y hacer mi informe o Rasher va a retorcerme el pescuezo, pensó, sus largas piernas transformando sus pasos en zancadas. Por culpa de Ari se había retrasado en su rutina matutina. Rehn suspiró al recordar lo de anoche. Definitivamente su libido había sido aplacado, al menos por un tiempo. Podía concentrarse mejor en la tarea que Rasher le había encomendado.

Dobló una esquina a toda velocidad, ya faltándole poco para alcanzar la habitación del Lord General, cuando casi se dio de bruces contra Kran'Zeinon.

Milord —pronunció entre dientes, algo sorprendido. Pero más se sorprendió cuando vio quién iba al lado de la Bestia Dorada.

Anûn, saludó su mente.

Insaciable: Humano X MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora