Capítulo 6

1.4K 126 360
                                    

—¿Capitán?, ¡capitán!, ¿me oye? 

—Con un carajo... ¡John, despierta! 

Las voces le llegaban lejanas, como si estuviera sumergido bajo el agua, pero un repentino picor en su mejilla lo espabiló lo suficiente y John pudo abrir sus párpados, su mente tratando de procesar qué rayos estaba ocurriendo y dónde estaba. 

—¿Qué... qué pasó? —preguntó aturdido. Todo era demasiado blanco y brillante. Se había sentado sobre la cama en la cual suponía había estado acostado. Miró a su alrededor y reconoció a Jonas y al sargento Leigh, uno de los médicos.

—¡Eso debería preguntártelo yo a ti! 

Jonas comenzó a hacerle un millón de preguntas, a pesar de que Leigh le decía que John necesitaba un momento para orientarse. Quiso seguir el hilo de su incesante cuestionamiento, pero no comprendía nada de lo que le decía, su mirada divagando por la habitación. El reloj en la pared marcaba las doce horas con cincuenta minutos. 

A las trece horas de hoy llegará la coronel...

—¡No!

Se levantó como un resorte de la cama, su respiración acelerándose.  Se movió de un lado para el otro en un estado de histeria total.

—¡No, no, tengo que hacer algo!, ¡debo detenerlo!, ¡mierda!, ¡DEBO DETENERLO!

—¡Hermano! —Jonas se puso delante de él y lo zarandeó por los hombros, su cara la imagen de la preocupación—, ¿de qué demonios estás hablando?

John abrió la boca para explicarse. Entonces tomó conciencia de algo.

El terror más real que sintió en su vida lo llenó.

—Jonas, por favor, por lo más sagrado, dime dónde está Xavier.

Su hermano lo miraba perplejo—. Tú primero dime qué coño-

—¡Dime dónde está nuestro hermano, Jonas, maldita sea!

El Segundo Comandante se echó hacia atrás. Cuando habló lo hizo estoico, su tono neutral.

—Se fue con el equipo de escolta para la coronel hace tres horas. 

Fue como si el suelo hubiera desaparecido debajo de sus pies.

—No, Dios mío —John se dejó caer de cuclillas, sus manos cubriendo su cara. Lágrimas calientes le mojaron las palmas—, ¿qué he hecho?, no, no, no...

Las botas de su hermano mayor se detuvieron delante de él.

—John, ya basta —dijo—, no estoy entendiendo nada, sólo sé que no respondías a la radio y te encontramos inconsciente en la torre hace una hora, tu camisa empapada de sangre negra. Y ahora estás teniendo un maldito ataque de nervios. ¿Qué carajos está pasando?

Debo detenerlo.

Tomó una decisión.

John se puso de pie.

—Comandante, escúcheme —pidió. Jonas automáticamente se puso rígido al oírlo llamarlo así—, dígale a los centinelas que estén alertas y mande a un cuarto de nuestros guerreros de más alto rango y con nuestras mejores armas al punto de encuentro con la coronel. Ahora.

—¿Qué?

John localizó una muda de ropa limpia en una silla (sus botas de combate a un lado) y se quitó la bata de paciente que le habían puesto para cambiarse. Quienes lo habían encontrado se habían tomado la molestia de bañarlo y ponerle una cura en cada mínimo corte, incluido el del labio. Trató de no pensar en que seguramente habían visto los cientos de chupones, moretones, marcas de dedos y de mordidas que plagaban la totalidad de su cuerpo.

Insaciable: Humano X MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora