Uno

407 28 1
                                    

Cuando sus ojos se abren por primera vez y su cuerpo recibe las primeras órdenes ejecutadas por su cerebro, lo primero que puede sentir es el dolor, un dolor fuerte que lo aturde por un buen rato, eligiendo permanecer en su lugar en lo que se recupera y asimila el mundo en el que se encuentra. Seguidamente su visión es dominada por los colores amarillos, mostazas, marrones y azules; cuando su visión se aclara un poco más, nota que el ambiente borroso ahora es un paisaje seco y desértico. El suelo cuarteado demuestra lo reseco del lugar, es incómodo, igual que el brillante sol que baña su cuerpo; no se trata de un ambiente fresco, es todo lo contrario.

Traga, y siente la sequedad en su garganta, pero al poder moverse y pasar una mano por su frente, se da cuenta de lo sudado que está su piel. ¿Cuánto tiempo llevaba bajo el sol? ¿Cuál era ese lugar y por qué no podía recordar cómo llegó allí? Indaga en sus últimos recuerdos y lo que puede encontrar son paisajes del verde más brillante, con un sol no tan irritante y un cielo azul despejado perfecto para un día de increíbles aventuras con sus amigos. Viajó por muchos biomas, incluso por recuerdos, pero jamás estuvo en un lugar como ese.

Y puede confirmarlo cuando toma asiento en el suelo reseco, mirando detrás suyo para encontrar un pueblo, pero no el pueblo clásico que los aldeanos creaban, este pueblo era diferente, construido de madera oscura pero con edificaciones construidas de un estilo diferente al que acostumbra a ver.

El pelinegro de ojos morados supone que quizás se trata de una dungeon, una especial, su amigo que conoce sobre magia tenía unas tabletas que eran capaces de teletransportar a dungeons especiales que podían estar muy alejadas; sin embargo, le resulta extraño revisar su inventario y notar que no posee muchos artículos más que una espada de diamante y unos lentes en forma de flores. No ve rastros de su warpstone, pero algunas dungeons poseen waystones, así que se coloca de pie, limpiando la arena de su ropa para avanzar al pueblo en busca de este.

Ve una planta rodante pasar frente suyo, pero su andar se mantiene, adentrándose al pueblo y encontrando las calles desérticas, sin algún alma en vida vagando por estas. Para Duxo eso es extraño; no hay enemigos, ni demonios, ni dragones ni algún rastro de que algo peligroso hubiera ocurrido como para que la personas que vivían allí desaparecieran, como tampoco habían monstruos que indicaran que se trataba de una dungeon, pero puede llegar al establo del lugar, y los caballos gozan de un agua fresca y comida que no pudo colocarse sola. Allí vive como mínimo una persona, pero no puede verla por ningún lado.

Su estómago gruñe con molestia ante el hambre, y toma la decisión más lógica al ver el pueblo desolado; robar. No lo piensa mucho, se acerca a la primera casa que ve e intenta abrir la puerta, sacando su espada cuando falla en el intento y se ve obligado a recurrir a la fuerza. Clava su espada en la madera con su fuerza, rompiendo la misma para dejar espacio suficiente para que su mano pase sin problemas, quitando así los seguros y abriéndose paso al lugar.

Está oscuro, la única iluminación que hay viene de la puerta que acaba de abrir; ciertamente el hogar posee ventanas, pero el sistema de las mismas es confuso y no desea perder el tiempo. Sus ojos buscan en la oscuridad algo que pueda servir para iluminarse un poco, y estos mismos brillan cuando una vela a nada de acabar y un mechero se muestra ante él, no dudando en absoluto en encender la vela, ignorando la esperma caliente que cae al suelo y el como la llama poco a poco perdería el control.

A ver que hay por acá... — divaga en voz alta una vez hay iluminación suficiente, no le es tan difícil encontrar cosas cuando nada más abrir un cuarto estaba la sala de cofres, revisando de a uno en busca de algo de comida, pero solo puede encontrar minerales, lo cual no está nada mal cuando hay un stack completo de diamante que puede utilizar.

Cuando cree que ya no hay mucho más que tomar, decide vagar un rato más por la casa, buscando algo parecido a una cocina, era imposible ante sus ojos que un hogar no posea alimentos, a fin de cuentas era lo más indispensable; no obstante, la búsqueda se ve interrumpida cuando necesita toser, ahogando la acción al colocarse contra su brazo. Necesita abanicar un poco su mano frente suyo para darse cuenta entonces que la casa está inundada de humo oscuro, llegando un aroma a chamuscado y un calor más insoportable del que ya tenía anteriormente.

The Sheriff | WBNSxMCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora