Seis

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Cuando sus ojos se abren, observa la madera bien cuidada del techo de aquel lugar donde reside momentáneamente, sin rastro de ratas o alimañas que perturben su sueño, aunque no es necesario de estos para que su mente sea atormentada por imágenes provenientes de su cabeza. Se sienta con cansancio al borde de la cama, escuchando el crujir de la madera al poner sus pies descalzos sobre esta; Mictia cuida mucho del lugar, por lo que no existía riesgo alguno de pasearse de forma descuidada, pero por más que la cama fuera de mejor calidad que la de su celda y su almohada este hecha de las plumas más suaves del mundo, no sirve de nada si siempre acaba despertándose por ese sueño.

Era una pesadilla.

Tose un poco, pero sacude su cabello con frustración para colocarse de pie y dirigirse al pequeño cuarto de baño, donde gozó de un poco de agua limpia para lavar sus dientes y rostro. Cuando termina con sus necesidades básicas, procede a tomar algo de la ropa que el oficial del pueblo le ha prestado para empezar a vestirse para su día, acostumbrándose a las prendas luego de ya cuatro semanas en ese lugar.

El tiempo ha pasado volando a su percepción, pero no han habido muchos cambios en su vida más que el hecho de volverse algo cercano a Soarinng; aleja todo lo que puede el pensamiento de que su comportamiento solo se debe a ser un rostro conocido de un viejo amigo, fingiendo demencia cuando el contrario cambia el "forastero" por un "Duxo" que es rápidamente rectificado. También es algo cercano a Natalan, pero no es que tenga muchas opciones cuando este es el oficial del pueblo y quien le tiene que mantener un ojo encima en lo que cumple su servicio comunitario. Por otro lado está Michu, y debe admitir que es buena compañía, alguien mucho más tranquilo, ayudándolo con las comidas con su escaso conocimiento sobre estas.

No ha interactuado con mucho más que ellos, dejando de lado sus visitas al huerto que cuida Estailus, evitando cruzar palabras más que las necesarias. Y no es como si el pueblo estuviera lleno de habitantes; ha descubierto que personas pertenecientes a pueblos cercanos viajan para comprar cosas básicas como lo son la comida. A estas personas no se le son llamadas forasteros, aunque se supone que lo son; comienza a pensar que esa palabra solo va dirigida a él.

El revuelo afuera llama su atención, acercándose a la ventana de su habitación para observar lo que sucede, entrecerrando sus ojos al ver como Natalan toma las riendas de su caballo mientras se encuentra sentado en una carreta llena de botellas vacías. Con prisa por descubrir que sucede, toma su sombrero y lo coloca sobre su cabeza en lo que sale de su lugar de residencia y es recibido por el brillante sol del día junto a la tierra alzada que deja el oficial al alejarse con su caballo.

¿Qué fue? — pregunta confundido al que tiene más cercano, Soarinng, quien limpia su vestido en lo que se queja de la tierra.

Michu está enfermo, y hoy nos toca recargar agua para el pueblo — la expresión del castaño revela lo hastiado que se encuentra — Le dije a Natalan que iría yo, él es el oficial, no deberíamos quedarnos sin una figura de autoridad — Duxo comprende cual es la molestia del menor, pero le sorprende que el oficial se aventurara a viajar solo a otro lugar, está seguro que el Natalan de su universo no tiene esa valentía aunque le guste fingir que sí — Es un pelotudo...

Ya sé — con la ausencia de un Sheriff y del oficial, están prácticamente expuestos al peligro, pero el único momento en que sintió que se encontraban en peligro fue cuando los bandidos llegaron, de resto, ha sido un lugar bastante tranquilo y desea que se mantenga así, al menos por ese día.

Las armas no son lo suyo, duda mucho que le permitan tener alguna siquiera, y aunque aún está su espada en su inventario junto a aquellos extraños lentes, no hay mucho que pueda hacer el filo de su hoja contra una bala que va más rápido de lo que sus reflejos pueden reaccionar.

The Sheriff | WBNSxMCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora