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"Que ya no sé cómo decirte cuánto me gustás.

Y que me duele el corazón cuando no estás."


No era un secreto para nadie en la oficina que algo pasaba entre el secretario Win Metawin y el jefe Bright Vachirawit.

Desde que el menor ingresó a trabajar en el establecimiento se pudo notar el agrado del mayor hacia él. Era algo tierno. El jefe nunca se casó, no tiene hijos y desde el tiempo que la mayoría lo conoció sólo tuvo una pareja pero que no duró mucho. Es alguien reservado y que pocas veces sonríe. O bueno, eso era antes de que entrara Win a su vida. Jamás lo habían visto tan alegre y risueño a las 7 de la mañana sin un café en mano.

Era evidente que tenían muy buena química. Algunos especulaban que, de hecho, ya salían pues no podían negar que no se gustasen mutuamente.

La realidad es que, aunque la oficina ya los haya casado, no estaban saliendo para decepción de todos. La conclusión a la que se llegó para que todavía no suceda lo obvio es que los dos son sencillamente estúpidos.

Había una apuesta clandestina entre los trabajadores sobre el día en que anunciarían formalmente su relación sentimental. La mayoría estaba confiada en sus propias apuestas porque, según sus cálculos, el 6 de mayo sería el día. ¿Por qué?  Fácil, porque esa fecha es el cumpleaños del jefe y creían que alguien por fin daría el paso.

El día llegó y en vez de celebrar e ir por carne luego del trabajo tuvieron que hacer horas extras con un jefe gruñón. El único que no se quedó hasta tarde fue el secretario. Los pocos optimistas que quedaban pensaban que se había ido para armarle una gran sorpresa a Bright... pero no fue así. De hecho, ese fue el día donde el martirio comenzó. El mayor actuaba mucho peor que antes.

Las semanas pasaron y al final nadie ganó la apuesta aunque poco importaba eso ya. Se encontraban más preocupados sintiendo lástima por Win que se llevaba la peor parte de su temperamento. 

Fueron perdiendo el interés gradualmente por los dos y luego de un tiempo nadie notó que el jefe Vachirawit había vuelto a sonreír.

Lo que había pasado en la vida de estos muchachos  durante todo ese tiempo en que se los vio distanciados fue porque, como sospechaban los empleados, eran estúpidos.

Se gustaban mucho pero ninguno se animaba a dar el siguiente paso. El secretario, convencido de que el mayor no se fijaría en él jamás aceptó una cita a ciegas que le había preparado su amigo Dew. Para el 6 de mayo. Pidió permiso para salir antes y Bright preguntó el motivo. Ahí comenzó el malentendido de sentimientos.

Obviamente la cita salió horrible, porque no puedes olvidarte de alguien de un día para el otro. Menos cuando lo único que piensas es que deberías estar llevándole un pastel a esa persona especial. Eso lo deprimió aún más, así que desde ese instante se distanció del jefe hasta que luego de tres semanas de sólo hablar lo estrictamente necesario el mayor se hartó. Cerró con seguro la puerta y le confesó a Win sus sentimientos, seguido de que no podía seguir fingiendo que no le importaba y si eso lo incomodaba lo transferiría al lugar que él quisiera. El menor, no encontrando palabras para expresar lo que sentía decidió que sería mejor pasar a la acción, así que lo agarró de su corbata y lo besó dulcemente.

A partir de ahí decidieron conocerse mejor y ya no ocultarían sus sentimientos por el otro. Pero lo harían fuera del trabajo porque sus compañeros del trabajo eran algo metiches.

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⏰ Última actualización: Apr 05 ⏰

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