Capitulo 4

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Cristina

Suelto una risa tapando mi boca, Johan es la persona más divertida que he conocido en mucho tiempo.

Desde que lo conocí no hemos dejado de vernos, nos vemos todos los días y la pasamos increíble.

Hemos compartido muchas cosas, le he hablado de mi vida, aunque no sé mucho de la suya. Solo sé que tiene familia y que lo convencieron de irse de vacaciones porque estaba teniendo problemas de trabajo. Eso me preocupa y trato de ayudarlo en lo que pueda en la casa, el otro día cuando bajó las escaleras y me encontró limpiando, se molestó un poco, él me había dado la llave de su casa para entrar y salir cuando quisiera y tuvimos una pequeña discusión.

―No debes hacer eso.

―Lo hago porque quiero―digo un poco molesta ―Siempre estás ayudando y dando todo que...

―No es necesario, ya te lo dije que yo me encargo.

―No soy inútil.

―Sé que no lo eres, solamente debes dejar que cuide de ti y cuides de los pequeños.

―Pero... yo quiero cuidar de ti.

―Lo haces―Se acerca y acaricia mi mejilla ―Mientras estés acá estás cuidando de mí.

―Pero...―Pone su dedo en mi boca.

―Por favor―Asiento sin querer alargar la discusión.

La primera noche que Johan me visitó en el bar donde trabajaba hubo problemas, no le gusto cuando uno de los clientes que estaba pasado de copas se me insinuó y quiso tocarme, este hombre se volvió como loco y lo golpeó. Tuve que intervenir y prometerle a Johan que dejaría ese trabajo de noche si se controlaba y después de eso solo trabajo en la cafetería en las mañanas o tardes donde me lleva y recoge a la hora de salida.

Sé que no debería dejar que él intervenga en mi vida, pero hay algo en el que me gusta que lo haga, es como si él cuidara de mí.

Como perdí el empleo del bar, Johan me ofreció el pago de niñera para cuidar de los gatitos. Ahora trata de convencerme de que también deje la cafetería, pero tampoco quiero darle el poder de controlar mi vida y que tome mis decisiones.

Aunque por dentro me esté muriendo de aceptar dejarlo todo por pasar tiempo con él y los gatos.

Al principio vi como él se mantenía alejado de los pequeños, no dejaba que ninguno se le acercara hasta que poco a poco ha dejado hacerlo. Eso me ha motivado a permanecer a su lado y hacer que él cada vez se acerque a ellos.

Por lo menos ahora me deja cocinar a su lado.

―Esto está delicioso― Digo tras un bocado.

―Gracias a mi ayudante me quedo mejor―Mi rostro se calienta y no puedo evitar mirar como su camisa se pega a su cuerpo.

Este hombre es hermoso, tiene su cuerpo tonificado y abdominales marcados como esculturas. Es la perfección.

Estar cerca a su lado está siendo una tortura, quisiera que me besara y me tocara, pero no sé si él tiene el mismo sentimiento. Aunque a veces lo he visto mirarme fijamente y se pone nervioso cuando estoy muy cerca de él.

Un relámpago hace que pegue un brinco de mi asiento y mi corazón empiece a latir con fuerza.

―Dios. Qué susto―Toco mi pecho.

Y otro relámpago suena iluminado los cielos.

―Va a caer una tormenta, pienso que es mejor que te quedes.

Un verano abrazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora