capitulo 9

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Cristina

No había parado de llorar desde que me dijeron que Johan había tenido un accidente de auto, al parecer iba en exceso de velocidad hacia el aeropuerto.

Todo es mi culpa, sé que él tuvo ese accidente por mí.

Como no le respondí y me vio llorando debió pensar lo peor y trato de regresar y fue cuando tuvo el accidente.

Ahora mismo me encuentro en un avión privado yendo hacia mi esposo, quien se la ha pasado muy mal.

Su familia está desesperada, aunque no fue tan grave el accidente. Mi marido tuvo un traumatismo craneoencefálico que hizo que perdiera una parte de su memoria, eso quiere decir que él no recuerda lo sucedido de un año para acá.

Los médicos dijeron que él estaba en shock cuando fue atendido y no dejaba de decir el nombre de Ángel, que puede ser que su mente haya bloqueado cualquier recuerdo que pudiera hacerle daño.

Le expliqué lo que había pasado y su padre dijo que, posiblemente como estaba tan alterado de que me haya pasado algo, eso hizo que con el golpe me olvidara.

Solo espero que esté bien.

Aparte de eso, están muy preocupados porque Johan se está comportando de forma desquiciada. Que antes se mantenía de mal genio, ahora es peor y que no hace más que discutir con todos.

Me preocupa que los dolores de cabeza hayan regresado.

Su hermano, con una sonrisa, me dijo que también parecía actuar como una persona cuando estaba en rehabilitación. Que cuando le quitan su droga, se pone de forma descontrolada y ahora entendía lo que estaba pasando, puesto que le pasaba lo mismo con su esposa.

Llegamos a New Your unas horas después, estaba ansiosa y nerviosa. Dentro de poco amanecería.

Nos tomó más tiempo, puesto que me había puesto mal al saber del accidente de mi esposo y habían traído a un médico con ellos para asegurarse de que estuviera bien. Tuvimos que esperar unas horas y cuando me puse bien, no permití esperar más tiempo y quise venir de inmediato.

Rosa y su esposo se quedaron a cargo de la casa y de los gatos.

Otra cosa que les sorprendió es que teníamos mascotas.

Traje su portátil y empezaron a ver los videos de nosotros, con los animales y cada vez parecían más sorprendidos.

—Aún me cuesta creer que este sea Johan—Dice el padre señalando la pantalla a su hijo con una enorme sonrisa en sus labios.

—Sí, jamás lo habíamos visto sonreír y menos de esa forma.

—No entiendo, él lo hace todo el tiempo— Susurro nerviosa.

—Lo hace porque estás a tu lado—Dice Diego —Ustedes, las mujeres, suelen sacar lo mejor de uno. Eso mismo me pasa con mi mujer—Su sonrisa ilumina el rostro.

No voy a negar que ver a Diego, me hace ver su parecido con el Johan. Ambos son de cabello castaño y ojos verdes. Su padre es igual y se nota que sacaron todo de él.

Me pregunto cómo será mi bebé, si será como su padre o como yo.

La verdad es que no me importa lo único que quiero es tenerlo a mi lado.

Un auto nos espera y bajamos del avión, mi suegro y cuñado han sido muy atentos conmigo. No dejan que cargue nada. Mi bebe se mueve sintiendo una patada, al parecer no soy la única ansiosa por ver a Johan.

—Quizás deberíamos ir a mi casa y después al departamento donde Johan, en este momento estará durmiendo y...

—Por favor, quiero verlo.

—Está bien.

Nos subimos al auto y observo como el sol ha empezado a salir. Acaricio mi estómago y observo por la ventanilla el paisaje. Es la primera vez que estoy en esta ciudad.

Llegamos a un enorme edificio, me bajo junto a los dos hombres y me guían al edificio. Mi corazón se acelera a cada paso que doy. Cuando subimos al elevador no puedo dejar de hacer ejercicios de respiración.

—¿Estás bien? —Asiento sin poder responder con mis palabras.

Llegamos al PH y siento que mi corazón se acelera con cada paso que doy.

—Espera aquí, iré a buscarlo...—No termina de hablar y observo cómo su cuerpo se tensiona y cuando sigo su mirada me encuentro con Justin, quien está parado observándonos.

—¡Justin! —Doy un paso para lanzarme hacia sus brazos, pero la mano de Diego me detiene.

—¿Qué hacen aquí? — Deja de mirarme para posar sus ojos en mí —¿Quién es ella? — Doy un paso hacia atrás sintiendo como si me hubiesen abofeteado.

Sé muy bien que no me recuerda, pero verlo actuar así me duele.

—Hijo, quizás deberíamos sentarnos. Especialmente Cristina.

—¿Qué es lo que pasa? —Dice con voz dura —¿Quién es ella?

—Hijo, ella es... tu esposa.

—¿Esposa?— Hace una mueca —¿Qué estúpida broma es esa?—Me mira de arriba abajo —Jamás me casaría y si eso algún día llega a pasar y espero que no, nunca sería con una mujer como ella.

Mis piernas fallan y siento como mi cuerpo se desvanece.


Un verano abrazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora