Capitulo 7

559 122 3
                                    

Cristina

Mi rostro duele de tanto sonreír.

Sigo pensando que esto es un sueño al cual no quiero despertar nunca.

Johan acaricia mi estómago mientras le habla a nuestro bebé. Tengo un poco más de cuatro meses y un pequeño bulto.

No veía la hora de que se notara y de un día para otro salió.

Mi querido esposo ha estado emocionado, no dejamos de planear todo lo que haremos con nuestro hijo o hija.

Tenemos una larga lista de nombres y hemos decidido esperar al nacer para saber sobre el sexo del bebé para que sea una sorpresa.

Si antes no podía hacer nada, ahora es mucho peor. Mi esposo me consiente mucho y casi no me deja caminar.

En la última consulta, la doctora le llamó la atención, puesto que entró conmigo en los brazos. Ella se preocupó de que algo me haya pasado, pero mi esposo le dijo que no quería que caminara por el hecho de que podía tropezar y tenía miedo de que algo nos pasara.

Vi cómo la mujer tomo aire antes de explicarle a mi marido que si no hacía algo de ejercicio, que si me dejaba postrada en una cama iba a ser peor para mí y nos recomendó un libro que mi esposo de inmediato compró y ambos lo leímos.

Empezamos a hacer actividad y ejercicios. Mi amado me ayudaba y juntos salíamos a caminar por la playa todos los días tomados de la mano dos horas a diario.

—Sonríe mi amor —Mi marido levanta la cámara y muevo mi mano de forma de saludo.

Johan y yo nos hemos empeñado en grabar cada cosa para mostrarle en el futuro a nuestros hijos. Queremos vivir esta experiencia al máximo. Eso sí, no subimos nada a las redes, simplemente lo guardamos para nosotros.

—Te amo— Susurra mi marido antes de dejar la cámara a un lado y besar mis labios.

—Yo también te amo— Me sube sobre su cuerpo y empieza a recorrer con sus manos mi espalda desnuda.

Dios, nunca me cansaré de este hombre.

Después de hacer el amor, mi esposo me deja descansar. Tiende a hacer eso para que me pueda quedar quieta en la cama mientras él se ocupa de otras cosas.

Muy poco es lo que me quedo sola.

Al despertar ya son las cuatro de la tarde y me sorprende que no sea mi marido el que me despierta. Me levanto y voy al baño para hacer mis necesidades y bajo para buscarlo. No lo encuentro en la sala y empiezo a ponerme nerviosa hasta que escucho un grito que me sobresalta y corro hacia su pequeño estudio.

—¡Está bien, ya te dije que iré! — Al entrar veo que azota su móvil contra el suelo.

—¿Qué pasa? — Mis ojos se agrandan por la mirada que tiene Johan, jamás lo había visto de esa manera.

Mi mano va al pecho para sentir mi corazón golpear con fuerza.

Los ojos de Johan se abren al verme y su mirada se suaviza. Es como si cambiara de personalidad de un momento a otro.

—Lo siento mi amor—Se acerca y toma mi rostro —Por favor, perdóname—Empieza a besar mi rostro.

—¿Qué pasa?

—Nada—Me abraza con fuerza y su cuerpo tiembla.

—Amor, ¿Dime que sucede? ¿Por qué estabas así?

—No debes preocuparte por nada—Me carga y le doy una última mirada al móvil que quedo en el suelo hecho pedazos antes de que me saque de la habitación y llevarme a la nuestra.

Johan tiene una forma para desviar los temas. Siempre pasa que cuando le pregunto sobre algo, especialmente sobre su familia él me besa, me desnuda y me hace olvidar en lo que estaba haciéndome el amor y es exactamente lo que está haciendo en este momento, me desviste y se acerca a besarme de forma desesperada, puedo sentir la tensión de su cuerpo y cuando terminamos lo observo con la mirada perdida.

—Dime que pasa—Acaricio su mejilla y toma mi mano para llevarlos a la boca —Amor, por favor. ¿Dime que pasa?

—Tengo que viajar.

—¿Y cuál es el problema?

—No puedo llevarte conmigo—dice sin mirarme —Y me vuelve loco dejarte sola.

—No te preocupes por mí, todo estará bien— Me recuesto en su pecho sintiendo su corazón latir desbocado —Todo va a estar bien.

—No quiero dejarte sola, ¿No entiendes? —Me levanto porque nunca me había hablado de ese tono —Lo siento.

—Cálmate, por favor, parece que en cualquier momento vas a destruir el planeta tierra con tu ira.

—Lo haría si no fuera por ti—Se sienta a mi lado pegando su frente con la mía —Lamento de mi comportamiento, es solo que—Respira hondo —No quiero irme y dejarte sola.

—¿Por cuánto tiempo es?

—Solo unos días.

—No le veo el problema—Acaricio su mejilla —¿Paso algo malo para que tengas que viajar?

—Es cuestión del trabajo—Dice poniéndose serio —No quiero hablar del tema.

—Está bien— No lo presiono, no ahora que sé que está mal por el viaje.

Johan no me ha dicho mucho en lo que trabaja, a veces lo veo pegado a su computadora y haciendo llamadas, pero no sale de casa y no entiendo como gana dinero.

Él es esquivo cuando le pregunto algo y es muy reservado. Estoy dándole espacio hasta que llegue el día y se abra a mí.

No pregunto más, es una pérdida de tiempo. Solo lo abrazo y me acuesto aprovechando el momento juntos.

—Cuando vuelva te juro que nunca más me separaré de tu lado—Besa mi cabello.

—Quiero que estés tranquilo y hagas las cosas que tengas que hacer sin volverte loco—Escucho como ríe.

Amo su risa, especialmente esa sonrisa que mantiene en el rostro cada vez que me ve.

—Te prometo que tendré cuidado.

No sé por qué razón siento una presión en el pecho haciendo que me abrace con más fuerza a su cuerpo.


Un verano abrazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora